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La crisis de los refugiados: el naufragio de la Unión Europea

Las portadas de la prensa suelen estar ocupadas por la “crisis económica”, acompañando la información con gráficos de las subidas y bajadas de la bolsa. Rara vez se focaliza sobre la verdadera “crisis social” que desgarra Europa. La “crisis de los refugiados” ha desnudado la verdadera cara de esta Unión Europea y de los gobiernos que de ella forman parte.

Por J. Parodi

En un sistema en descomposición crece la pobreza y las guerras. Los números son incontestables: a nivel global en el año 2005 se desplazaron 6 personas por minuto. Una década después esa cifra se multiplicó hasta 24 personas por minuto. La mitad de esas personas son niños y niñas, parte de ellos viajando solos. Las principales nacionalidades de origen son Siria, Afganistán y Somalia.

La UE rechaza a los refugiados.

Frente a este drama humano, la UE y sus gobiernos han respondido con una política similar desde Syriza a Le Pen, pasando por los gobiernos “socialdemócratas” o “conservadores-liberales-democristianos”. La principal respuesta ha sido “externalizar” la acogida a Turquía, cuyo gobierno es bien conocido por asesinar a refugiados en sus fronteras a tiros. A cambio el gobierno turco recibe miles de millones de euros. Sólo los ferris para enviar refugiados allí cuestan 3 millones de euros, mientras se escatima la acogida. Se han levantado vallas, se ha usado a policías y militares para impedir el paso de los refugiados violentamente, se han cerrado fronteras. Como resultado, el Estado español sólo ha acogido hasta ahora a 474 personas, una cifra ridícula.

Ante el cierre de fronteras, los refugiados tienen que arriesgarse a cruzar el mar en las condiciones que sean. El gran negocio lo sacan las mafias: mientras que un pasaje normal en barco de Turquía a Grecia cuesta poco más de 40€, los refugiados dilapidan los ahorros de sus familias en pasajes de 4.000€ en barcas hinchables. Ante el endurecimiento del control costero en esta ruta, cada vez son más los que optan por cruzar por la más peligrosa ruta desde Libia a Lampedusa. En lo que va de año, más de 4.000 personas se han ahogado en el Mediterráneo, parte de ellos niños y niñas.

Si consiguen cruzar los migrantes quedan recluidos en verdaderos campos de concentración durante meses (va para años). Sin escolarización para los niños, sin posibilidad de salir; viven en una verdadera cárcel en condiciones infrahumanas. No hay nada que hacer, se vive hacinado, con una dieta insalubre. Las mujeres duermen en pañales para no tener que salir solas durante la noche a buscar los baños.

Como protesta frente a esta política, Médicos Sin Fronteras ha renunciado a las subvenciones de la UE. Incluso la Defensora del Pueblo Europeo ha denunciado a la Unión Europea por “infringir los Derechos Humanos fundamentales”.

La extrema derecha y el racismo.

La situación de crisis social que ya vivían los países europeos ha servido como caldo de cultivo para el auge de la extrema derecha racista. “Si no hay trabajo ni ayudas sociales para los nativos, no podemos aceptar a los extranjeros” es el leitmotiv que agitan constantemente. A eso se añade la retórica “anti-terrorista” (a pesar de que en realidad básicamente son terroristas europeos los que se desplazan a Siria, y no al revés) y la islamofobia.

Que las organizaciones fascistas buscaran aumentar su crédito así entra dentro de lo previsible, pero todo el espectro de gobiernos europeo ha seguido esta estela, incluso los supuestamente “izquierdistas”. Francia ha desatado la paranoia islamófoba, con policías armados desvistiendo por la fuerza a mujeres musulmanas en la playa. Syriza ha demolido edificios establecidos por movimientos sociales para acoger dignamente a los refugiados para deportarlos. En Barcelona, Ada Colau declara a la ciudad como “de acogida” mientras persigue a los manteros.

La respuesta solidaria

Afortunadamente, la respuesta popular ha estado muy por encima de sus gobiernos. Miles y miles de personas a través de toda Europa se han movilizado con sus propios recursos para acoger a los refugiados. Manifestaciones, redes de acogida, envío de ayuda humanitaria, caravanas a Grecia, voluntariado en la frontera y campamentos, enfrentamiento con los movimientos racistas y fascistas, denuncias de los gobiernos y de la UE, campañas financieras para sustentar la actividad… Este es el rostro de la Europa que queremos.

Profundizar y extender en esta respuesta es tarea de cada activista. Es desde este tipo de movimientos sociales, en alianza con el movimiento obrero organizado, que se podrá construir una Europa diferente a la UE que hoy padecemos.

¡Refugiados, bienvenidos! Una política para la acogida

Abajo todos los gobiernos y la UE: Pasaje seguro y fronteras abiertas para los refugiados y los migrantes económicos. Acogida digna: vivienda, educación, sanidad, empleo e integración a quienes llegan.

Los recursos están, sólo hace falta destinarlos a esto en lugar de gastarlos en rescates millonarios a la banca, en recolocaciones a dedo de corruptos como Soria en el Banco Mundial o en subvencionar a parásitos y vividores como la familia real o la Iglesia. Expropiar a las grandes fortunas que se lucraron del comercio de armas, del saqueo imperialista de recursos naturales y de la explotación laboral en países empobrecidos de latinoamérica, África y Asia.

¡Racistas y fascistas no pasarán! Ni un respiro a las iniciativas racistas, no darles tregua en ningún punto de Europa. Alto a la islamofobia.

La mejor ayuda a los refugiados en que puedan volver a sus países. Contra las dictaduras y el extremismo islámico, nos solidarizamos con las revoluciones por la libertad y la justicia social de la “primavera árabe” y a quienes continúan levantando hoy sus reivindicaciones. Rechazamos las intervenciones militares y los bombardeos de distintos países como Rusia, Irán, Turquía o Arabia Saudí, especialmente rechazamos las bases yanquis en el Estado español.

Contra el auge de la extrema-derecha y frente al fracaso de los viejos “partidos socialistas” y la “izquierda del cambio”; construyamos una alternativa revolucionaria, obrera y socialista en toda Europa.

La Unión Europea no es la Europa próspera, con derechos, solidaria y en paz que nos intentaron vender. Europa se desgarra y la barbarie se extiende. El futuro se parecerá a las peores experiencias históricas que devastaron el continente más que a ninguna otra cosa. Objetivamente vamos en esa dirección. El capitalismo y el imperialismo se lucran de la explotación, necesitan la guerra para rapiñar, fomentan el nacionalismo más rancio y el racismo para buscar una cabeza de turco sobre la que descargar la frustración popular.

Queremos una Europa unida, pero no será esta UE. Necesitamos un cambio de rumbo de 180º, una ruptura radical con quienes gobiernan hoy. Queremos una Europa de los trabajadores y los pueblos, con derechos sociales y libertades, de paz, solidaria y de acogida, es decir, una Europa socialista.

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