Aunque una mentira se cuente mil veces, no se convierte en verdad. Desde casi todos los medios de comunicación y el gobierno se achaca, la subida del IPC a la invasión de Rusia a Ucrania.

Pero como podemos comprobar en los datos que da el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el siguiente enlace, los precios comenzaron a subir muchísimo antes de la guerra en Ucrania. La invasión rusa se produjo el 24 de febrero de 2022.

La inflación no es consecuencia directa de la guerra de Ucrania como pretenden hacernos creer, sino de la profunda crisis económica, social y ambiental en la que se encuentra el capitalismo, acentuada primero por la pandemia y ahora por la guerra. Del aumento del capital financiero de forma desorbitada y de la especulación y el acaparamiento de materias primas y de productos básicos, que con la excusa de la guerra, han llevado a cabo las grandes multinacionales.

¿Pacto de Rentas?

Desde el gobierno se lanzaron a proclamar un Pacto de Rentas para intentar minimizar la situación, al que la patronal ya comenzó poniendo sus condiciones y negando una subida en los salarios de ese calado. La patronal propone que el IPC que se tenga en cuenta sea el subyacente, que precisamente saca de esa lista los productos más necesarios y que más incremento han tenido, dejando el IPC reducido a más de la mitad.

La negociación entre patronal y la burocracia sindical para un acuerdo salarial estatal, saltó por los aires, haciendo imposible ese Pacto de Rentas que pretendía llevar a cabo el gobierno. La patronal no está dispuesta a aceptar otra hoja de ruta, que no sea que la clase obrera paguemos con los ya míseros salarios, la inflación y aumentar así los beneficios capitalistas.

Pero el Pacto de Rentas, aunque no sea en un documento firmado se está produciendo. En el 2021 los convenios subieron una media del 1,5%, mientras que el IPC del 2021 cerro en el 6,5%. La pérdida es más que evidente, y en el 2022 los convenios que se han firmado recogen una subida apenas del 2,59%, lo que se aleja mucho de las previsiones de IPC para este año, que el Banco de España sitúa en torno al 7,5% y la Comisión Europea en un 6,3%. Dicho de otra forma: si el 2021 cerró con una subida del 6,5% y en abril de este año el IPC se situaba en un 8,3, en los últimos 16 meses los salarios perdieron, en el “mejor” de los casos, cerca de un 15% de su poder adquisitivo.

Este ataque a los salarios está generando mucha bronca y los y las trabajadoras no estamos dispuestos a seguir perdiendo salario a costa de los beneficios multimillonarios de las multinacionales. En los centros de trabajo en los que se hacen Asambleas para ratificar acuerdos que no cubren las necesidades de los y las trabajadoras, la burocracia sindical sale “escaldada” y no saca “sus pactos sociales” adelante. En empresas como LIDL que presentaron subidas del 5% y un aumento de horas en los contratos parciales de 25 horas a 27,5 en dos años. Estos acuerdos que presentan como un gran éxito, fueron rechazados en Asambleas como la de la Plataforma logística de Alcalá de Henares, porque no garantizan la recuperación del salario perdido y porque una buena parte de la plantilla sigue contratada en jornadas parciales, no se les hace contratos de jornada completa, mientras la empresa hace uso y abuso de contratados de ETT a 40 h.

Las «bondades» de la nueva Reforma Laboral

A esto hay que añadir, que los medios de comunicación afines al Gobierno, llevan semanas machacando con las bondades de la Reforma Laboral. Si antes de ésta, los contratos indefinidos suponían sólo el 10% del total, estos escalaron al 15% en enero, en febrero hasta el 22%, en marzo al 31% y en abril superaban ya el 48%. Igualmente el 44% de los contratos firmados por los menores de 25 años, son también de carácter indefinido.

Lo que se «olvidan» de señalar, es que el 25% de los contratos indefinidos fueron a tiempo parcial y los fijos discontinuos representaron el 35%. Es decir, el 60% de los nuevos contratos fijos firmados con la nueva Reforma Laboral, son tan precarios como antes y legitiman la generalización de salarios de miseria. Los contratos indefinidos a tiempo parcial suscrito al cierre de marzo fueron 146.853, es decir subieron un 155,69% con respecto al año anterior. Los contratos temporales a tiempo parcial son 374.570. Los contratos fijos discontinuos, 106.002, crecieron en marzo un 405,57% con respecto al mismo mes del año anterior.

Baste ver el crecimiento exponencial de estas formas de contratación para ver el «cambio de paradigma» del que nos habla el Gobierno: más empleo “fijo” (con despido fácil y barato) a cambio de salarios de miseria (vía los tiempos parciales, los fijos discontinuos y los pactos de rentas encubiertos).

La revalorización de las pensiones también atacadas

Lo mismo está sucediendo con las pensiones, el gobierno opta por la misma medicina para revalorizar las pensiones. No cubre ni tan siquiera la subida del IPC. Si comparamos con la subida del gobierno de Rajoy, que provocó mucha y justa bronca entre los y las pensionistas, fue mayor la subida en 2018. En el 2021 las pensiones subieron un 2,5%, mientras que el IPC fue del 6,5%, un 4% que el Gobierno se lleva «pa la saca”. En el 2018 la subida fue de un mísero 0,25%, pero el IPC de ese año fue del 1,2%. Así pues el Gobierno más progresista de la historia y “defensor” del sistema público de pensiones no llegó ni a los niveles del gobierno de Rajoy.

Hay que construir una salida

La negociación colectiva que involucra a millones de trabajadores/as de la mano de la política del Gobierno, la patronal y la burocracia sindical de CCOO y UGT, apuntan a un nuevo robo de los salarios. La patronal se niega a subir los salarios siquiera al nivel del IPC, rechaza de forma rotunda las clausulas de revisión salarial y cualquier acuerdo lo vinculan a rebajas fiscales y de cotizaciones de la Seguridad Social para la patronal. Unas rebajas que irán en detrimento de los servicios públicos, que cada día que pasa están más mermados y en una espiral de privatizaciones.

La lucha por los salarios, tiene pues un primer escenario en la negociación colectiva. Por eso opinamos que hay que exigir a todos los sindicatos y a sus representantes que están negociando convenios, en primer lugar que la “negociación” no es tal si se deja ausentes a los principales afectados: los trabajadores/as. No hay la menor opción de defender derechos y salarios desde la desmovilización, ese es el terreno ideal para la patronal. En segundo lugar, como vienen defendiendo trabajadores/as como los de Lidl, Amazon, Logística de Guadalajara… los convenios deben garantizar subidas cuando menos que igualen el IPC. Hay que incorporar así mismo las cláusulas de revisión automática de los salarios. Otro elemento clave contra la precariedad, la desigualdad y los salarios de miseria es exigir la contratación a tiempo completo y dejar de externalizar el trabajo a través de las ETT.

Otro escenario de esta misma lucha es la defensa de las pensiones públicas que se ven amenazadas de nuevo por el intento de desvincular sus subidas del IPC como alientan patronal, Unión Europea y hasta el propio Gobierno en la figura del Ministro Escrivá.

Y hay un escenario general para toda la clase obrera que exige recuperar la lucha y la calle rompiendo toda confianza o espera de “cambios” de la mano de este gobierno patronal y sus sindicatos (CCOO y UGT). Las movilizaciones anunciadas por distintos sectores del sindicalismo alternativo para el próximo 25 de junio, exigiendo la derogación de las Reformas Laborales (2010-2012) pueden y deben ser una oportunidad de recuperar la calle y la lucha por una salida obrera y popular a la crisis. En los convenios, en las empresas y sectores, en la calle:

¡QUE NO NOS ROBEN LOS SALARIOS!

Alfredo Jimenez Luengo

Trabajador de la EMT de Madrid; Miembro de la dirección de Co.Bas Madrid y del Comité Estatal de Corriente Roja.

En diciembre de 2021, escribimos este artículo sobre el IVA e impulsamos una petición en change.org para suprimirlo de los productos básicos, te animamos a informarte sobre este injusto impuesto y a firmar la petición: