Home Antirracismo Los legados de Luther King, Malcolm X y la crisis del pacifismo...

Los legados de Luther King, Malcolm X y la crisis del pacifismo y del racialismo

En el artículo anterior “Panteras Negras: un rugido que todavía resuena contra el racismo”[1] hicimos un breve panorama de la década que antecedió a la fundación, el 15 de octubre de 1966, del Partido de los Panteras Negras por la Autodefensa, levantando algunas cuestiones particularmente a partir de los cambios en las perspectivas y tácticas de los movimientos negros a mediados de los años de 1960, cuando la persistencia del racismo y sus efectos socioeconómicos, incluso luego de la conquista institucional de derechos civiles, pusieron en crisis tanto al pacifismo como al racialismo (o sea, la defensa de que la lucha contra el racismo es una exclusividad de negros y negras), y aproximaron algunos de los principales líderes del período a posiciones clasistas y/o socialistas (en distintos niveles y perspectivas).

Por Wilson Honório da Silva y Américo Gomes*

Queremos aquí profundizar este debate una vez más a partir de dos figuras emblemáticas en relación con estos temas: Martin Luther King y Malcolm X. Profundizar un poco más en el legado de dos líderes negros es necesario porque, al haber sido asesinados cuando todavía estaban en medio de la reformulación de sus perspectivas políticas e ideológicas, ambos dejaron un legado que hizo que la historia del movimiento (incluso de los Panteras) fuese, por distintas interpretaciones, una mezcla muchas veces contradictoria de referencias teóricas, tácticas, políticas, programa y estrategia.

En los dos próximos textos nos detendremos en los debates en torno a la consigna “Black Power” y en informaciones más factuales (una cronología) sobre años de formación y ampliación, entre 1965 y el inicio de 1968 cuando el FBI lanzó su célebre Programa de Contra Inteligencia (COINTELPRO) que, decididamente, tenía a los Panteras como su principal punto de ataque.

Luther King y la crisis del sueño pacifista

Desde la posguerra, la población negra estaba migrando masivamente de las áreas rurales para las urbanas. Alrededor de 1970, cerca de 75% de los negros estaban ya viviendo en ciudades donde la demanda por derechos civiles (fin de las leyes segregacionistas, derecho de voto, etc.) ya no daba cuenta de una realidad, naufragada en el subempleo y en el desempleo como también en obstáculos sociales y económicos que negaban el acceso de negros a la educación, la salud, la vivienda, el transporte, etc. Y todo esto cercado por la discriminación y marginalización persistentes, que dejaban prácticamente intactas la segregación en las escuelas, lugares y puestos de trabajo y demás aspectos de la vida cotidiana.

El ejemplo más perverso de la continuidad del racismo, como es hasta hoy, era la brutalidad institucional (o sea, llevada a cabo por el Estado, principalmente sus aparatos policial y judicial), lo que hacía que las prácticas y políticas pacifistas fuesen cada vez más cuestionadas.

Un relato hecho por George Jackson (militante de los Panteras, asesinado por los guardias de la prisión en agosto de 1971) describe bien la situación a inicios de los años de 1960: “hombres negros nacidos en los EEUU que tengan la suerte suficiente de vivir más allá de los 18 años están condicionados a aceptar la inevitabilidad de la prisión. Una situación que, como Jackson describe, influenció de forma no esperada en los militantes y los debates de la época: “Yo conocí a Marx, Lenin, Trotsky, Engels y Mao cuando entré en la cárcel, y ellos me redimieron”.

El caso de Luther King es ejemplar de que no eran apenas los jóvenes que, encarcelados o empujados por la propia realidad, estaban cuestionando prácticas utilizadas durante las luchas por los derechos civiles y buscando nuevas referencias. Fue después de ser brutalmente golpeado, en 1963, por la policía de Birmingham (Alabama), que King declaró que las protestas que explotaron en solidaridad con él eran, en realidad, “una revuelta de clase; de los no privilegiados contra los privilegiados”.

En 1967, cuando los Panteras ya tomaban las calles, Luther King había llevado sus conclusiones aún más a la izquierda, defendiendo, por ejemplo, que “nosotros estamos avanzando para una era que debe ser una era de revolución… ¿De qué sirve para una persona tener los mostradores de los bares integrados [o sea, sin la prohibición legal de la presencia de negros] si ella no puede comprar siquiera una hamburguesa?”.

Como también había avanzado en una comprensión más internacionalista de la cuestión, abrazando pautas que se volvían contra el gobierno y el sistema, como es evidente en su famoso discurso: “Es hora de romper el silencio: declaración de independencia en relación con la Guerra de Vietnam”, proferido el 4 de abril de 1967, exactamente un año antes de su asesinato: “Hay, antes que nada, una conexión casi muy fácil y obvia entre la Guerra de Vietnam y la lucha que yo y otros estamos llevando en América” (…). Vietnam continúa chupando hombres, habilidades y dinero como una aspiradora destructiva y demoniaca. Por eso, yo fue compelido, de forma creciente, a ver la guerra como una enemiga de los pobres y a atacarla como tal”.

Y continuaba: “jóvenes negros y blancos [están] siendo muertos o muriendo juntos en defensa de una nación que ha sido incapaz de sentarlos juntos en las mismas escuelas. Así nosotros los vemos, con una solidaridad brutal, quemando las cabañas en las villas miserables, pero sabemos que ellos difícilmente podrían vivir en la misma cuadra en Chicago. Yo no puedo silenciarme frente a una manipulación tan cruel de las personas pobres”.

Por fin, a pesar de haber hecho diversas declaraciones anticomunistas a lo largo de su vida, en 1968 Luther King estaba aproximándose cada vez de los movimientos de trabajadores. Y, consecuentemente, comenzaba a significar una amenaza cada vez mayor para el gobierno y el sistema. Prueba lamentable de esto fue el hecho de que él fue muerto en la noche posterior a haber hablado en una asamblea del Sindicato de los Trabajadores del Servicio Sanitario de Memphis, que estaba llevando a cabo una huelga debido a la muerte de dos trabajadores negros, en función de las pésimas condiciones de trabajo[2].

Malcolm X y el cuestionamiento del racionalismo

Así como estaba en crisis el pacifismo, a partir de mediados de los años de 1960 había también una enorme polémica sobre la perspectiva que debería ser adoptada por los movimientos. Y, en este sentido, es necesario, nuevamente, discutir algunas posiciones de la principal referencia de los Panteras, Malcolm X, particularmente en relación con el debate que oponen las políticas racialistas y de “raza y clase”.

Primero, vale recordar que, desde su período en la Nación del Islam, Malcolm X era un crítico feroz del pacifismo: “Así como el señor de esclavo del pasado usó al Padre Tomás, el esclavo doméstico, para mantener a los esclavos de las plantaciones bajo control, el mismo señor de esclavo tiene, hoy, negros que no son nada más que padres Tomás modernos (…) para mantenerme a mí y a ustedes bajo control, para mantenernos pasivos, pacíficos y no violentos”.[3]

Este tipo de postura evidentemente llevaba a un cuestionamiento del propio orden capitalista, sin que, con todo, el líder negro se distanciase completamente de la defensa de un “racialismo” que, en la práctica, minaba la unidad de los oprimidos y explotados, como queda evidente en un discurso proferido en 1960 cuando todavía hacía parte de la Nación del Islam: Ningún hombre blanco realmente quiere que el hombre negro tenga sus derechos”[4]. Para tener una idea de cuánto Malcolm creía en esto, basta citar un término frecuentemente utilizado por él: “demonios blancos”.

Malcolm comenzó a romper con esa caracterización en la medida en que se fue distanciando de la Nación del Islam, a finales de 1963. En la época, él afirmó que las divergencias con el principal líder del grupo, Elijah Muhammad, giraban en torno de temas como el sectarismo, la falta de coincidencia política, de militancia concreta y de acciones directas, centrando su actividad en aquello que la Nación llamaba de “reforma moral”.

Como fue citado en el artículo anterior, Malcolm creía que estaba viviendo en una Era de Revoluciones que demandaba la unidad “de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores”, lo que también implicaba el fin del sectarismo religioso. Consecuente con esto, él pasó a hacer una distinción entre los blancos en general y aquella parte responsable por el monopolio de la economía y la súper explotación.

En relación con el tema religioso, la posición de la nueva entidad creada por Malcolm, que también implicaba en una delimitación en relación con el sistema, fue sintetizada en una entrevista concedida a Pierre Berton el 19 de enero de 1965: “(…) a pesar de ser nosotros musulmanes, que creen en la hermandad, también reconocemos que nuestro pueblo tiene problemas en los EEUU que van más allá de la religión. Nosotros reconocemos que muchos de nuestro pueblo no se tornarán musulmanes (…) nosotros creamos la Organización de la Unidad Afroamericana como una organización no religiosa, de la cual todos los negros americanos pueden ser parte y jugar un papel activo en golpear a los demonios políticos, económicos y sociales por los cuales todos nosotros somos confrontados”.

En relación con el racialismo, un pasaje de su autobiografía, lanzada en 1965, enseguida después de su muerte, sintetiza la posición de Malcolm: “En el pasado, sí, yo hice acusaciones radicales a todo pueblo blanco. Yo nunca más podré ser acusado por esto nuevamente, ya que ahora sé que algunas personas blancas son verdaderamente sinceras, que algunos son realmente capaces de tener una postura fraterna en relación con el hombre negro”.[5]

Para tener una dimensión del cuestionamiento del “nacionalismo negro/racialismo” que caracterizó los últimos años de vida de Malcolm X, vale citar algunos fragmentos de la entrevista dada en enero de 1965:

  1. Sobre si él continuaba viendo a los no negros como “demonios blancos”: “Esto es lo que Elijah Muhammad nos enseña. Yo no creo en esto. Creo que el Corán nos enseña que el hombre no debería ser juzgado por el color de su piel sino sí por su comportamiento consciente, por sus actitudes y acciones en relación con los otros”.
  2. Sobre los casamientos y la integración interraciales: “Yo creo en reconocer a cada ser humano como un ser humano, ni blanco ni negro, marrón [mestizo] o rojo. Cuando se lidia con la humanidad como una familia, no hay por qué cuestionar la integración o los casamientos mixtos. Es apenas un ser humano casándose con otro ser humano, o un ser viviendo próximo de otro ser humano. Puedo decir, sin embargo, que creo que el peso de defender tal posición jamás debe ser colocado sobre el hombre negro. Porque es el hombre blanco, colectivamente, que se mostró hostil a la integración, a los casamientos mixtos y en relación con otros pasos en dirección a la unicidad. Así, como un hombre negro, y, especialmente, como un negro americano, yo no creo que tendría que defender cualquier posición que tomé anteriormente. (…) Y creo que es la sociedad que produjo eso que debe ser atacada, no la reacción que se desarrolla entre las personas que son víctimas de esta sociedad nefasta”.
  3. Sobre la confrontación final en la sociedad: “(…) una análisis objetivo de los eventos que ocurren en la Tierra hoy apunta para algún tipo de confrontación final. Usted puede llamarlo de confrontación política o incluso confrontación entre los sistemas económicos que existen en la Tierra, que casi se resumen en fronteras raciales. Yo creo que habrá una confrontación entre Este y Oeste. Creo que, en última instancia, acabará siendo una confrontación entre los oprimidos y aquellos que los oprimen. Creo que habrá una confrontación entre aquellos que quieren libertad, justicia e igualdad para todos, y aquellos que quieren continuar con los sistemas de explotación. Creo que habrá ese tipo de confrontación, pero no creo que esta será basada en el color de la piel, como Elijah Muhammad enseñó. No obstante, creo que se verá que si las potencias europeas, que son las antiguas potencias coloniales, no consiguieran reajustar su sentimiento de superioridad en relación con las personas de piel más oscura, que les enseñaron a ver como inferiores, entonces fronteras pueden ser fácilmente trazadas. Puede fácilmente haber un emblocamiento en grupos raciales, y esto será una guerra racial”.

Como veremos en un próximo artículo, este análisis influenció, en mucho, la defensa de la lucha armada y de prácticas de autodefensa. Por ahora, es importante que se diga, incluso para entender cómo los Panteras se apropiaron del pensamiento de Malcolm X, que el abandono de la idea de confrontación generalizada con los “demonios blancos” no significó el abandono por completo del “nacionalismo negro”.

Malcolm X apenas dio un nuevo contenido a la idea, como dijo en uno de sus discursos más famosos (y contundentes contra la democracia burguesa), “La urna o la bala” (3 de abril de 1964): “La filosofía social del nacionalismo negro solo significa que tenemos que unirnos y remover los males, los vicios, el alcoholismo, la dependencia de drogas y otros males que están destruyendo la fibra moral de nuestra comunidad. Nosotros mismos tenemos que levantar el nivel de nuestras comunidades, los padrones de nuestra comunidad, para algo superior, hacer de nuestra propia sociedad algo bello para que quedemos satisfechos en nuestros propios círculos sociales y no quedarnos intentando forzar nuestra entrada en un círculo social donde no nos quieren”.

Fue en medio de estos debates y marcado por muchas contradicciones y distintas interpretaciones sobre las bases teóricas y programáticas que deberían orientar la lucha contra el racismo y la unidad con los demás sectores oprimidos y explotados que surgió el Partido de los Panteras Negras por la Autodefensa. Fue en medio de estos debates que el grito de guerra ganó corazones y mentes de negros y negras: Black Power. Este será el tema del próximo artículo.

* Wilson Honório da Silva es miembro de la Secretaría Nacional de Formación del PSTU – Brasil, y Américo Gomes, de la Dirección Nacional del PSTU – Brasil.

[1] Lea este artículo en español, en: http://litci.org/es/opresiones/negros-inmigrantes/panteras-negras-un-rugido-que-todavia-resuena-contra-el-racismo/

[2] Una vez más, para mayor información sobre la trayectoria de Luther King recomendamos la lectura del artículo “Os 50 anos do discurso de Luther King: Sobre sonhos não realizados e pesadelos cotidianos” [Los 50 años del discurso de Luther King: sobre sueños no realizados y pesadillas cotidianas], en: http://www.pstu.org.br/node/19977

[3] Malcolm X. Message to the Grass Roots [Mensaje a las bases], discurso pronunciado el 10 de noviembre de 1963. La referencia al nombre tiene que ver con el libro “La cabaña del padre Tomás”, de Harriet Beecher Stowe (1852), cuyo personaje central se convirtió en sinónimo de negros que tienen una actitud subsirviente y “pasiva” frente a figuras de autoridad del norteamericano blanco, o que procuraban la integración al sistema a través de la acomodación.

[4] Malcolm X. The truth about Black Muslims [La verdad sobre los musulmanes negros], proferido en la Universidad de Boston el 24 de mayo de 1960.

[5] Malcolm X. Autobiography of Malcolm X [Autobiografía de Malcolm X], p. 368.

Traducción: Natalia Estrada.

Publicado originalmente en: http://litci.org/es/lit-ci-y-partidos/partidos/pstu-brasil/los-legados-de-luther-king-malcolm-x-y-la-crisis-del-pacifismo-y-del-racialismo/

Salir de la versión móvil