Entrevistamos a Jordi Jaume Sanz. Es licenciado en Sociología. Trabajó como obrero en dos panificadoras, en una fábrica proveedora de asientos de la Nissan, como chófer reponedor de máquinas de vending y en la limpieza viaria en BCNeta. Actualmente es profesor de instituto. Es afiliado de co.bas y activista por la cuestión de la vivienda.

¿POR QUÉ ME AFILIÉ A CORRIENTE ROJA?

Los principales motivos son que se trata de una organización que, por lo que he conocido de ella, siempre ha sido fiel a la clase trabajadora, que tiene un funcionamiento organizativo plenamente democrático y lo más importante de todo, que forma parte de una organización internacional (la LIT-CI) que siempre ha sido fiel a los pueblos que se han levantado contra la tiranía de sus respectivos países y que intenta crear un partido mundial de l@s trabajador@s para enfrentar los retos que nos plantea la decadencia del sistema capitalista global.

El capitalismo genera unos problemas globales que repercuten a nivel local y que sólo pueden ser resueltos con una organización internacional de l@s trabajador@s.

Tomemos el ejemplo de una fábrica de una transnacional que produce en el Estado Español. Se entenderá rápidamente que si los patronos de dicha fábrica amenazan con deslocalizar la producción a otro país, l@s obrer@s se verán forzados a rebajar sus condiciones laborales para mantener sus puestos de trabajo.

Las conclusiones son claras: el capitalismo pone en conexión la fuerza laboral de los diferentes países del mundo y fuerza a la competencia entre l@s trabajador@s de esos países.

Para salir indemnes de esa situación sólo hay una solución: la unión de l@s trabajador@s de los diferentes países para romper la competencia entre ellos y para ello es necesario que se organicen en una organización internacional de l@s trabajadores/as.

¿Por qué es necesaria, además de los movimientos sociales o sindicatos, una organización política?

La irresolución del problema de los derechos civiles en EEUU puesta de relieve otra vez por el movimiento Black Lives Matter demuestra que para solucionar los problemas sociales de nuestras sociedades (como la desigualdad racial) y el problema de la opresión de clase subyacente a estos problemas es necesario dotar dichos movimientos de un programa, una estrategia y un accionar coherente con ello que vaya mucho más allá de unas simples reivindicaciones.

Por otra parte, el movimiento por la autodeterminación de Catalunya ha mostrado que no es suficiente con arrastrar a partidos políticos burgueses para que respondan a las inquietudes de la población y lograr sus conquistas democráticas.

La cuestión de la organización política del pueblo y en particular de la clase trabajadora va ligada por tanto a otra cuestión: la necesidad de una organización política independiente a los partidos burgueses y a sus instituciones. No podemos esperar que desde las instituciones burguesas y con la democracia burguesa se solucionen nuestros problemas.

Sin movilización y organización independiente de l@s trabajador@s no habrá solución a nuestros problemas: la representación parlamentaria de l@s trabajador@s se ha de supeditar a dicha movilización y organización, y no a la inversa. Supeditar la movilización y la organización de l@s trabajador@s a un proyecto electoral (propio de los partidos de «izquierda» que actualmente colman el Parlamento) va en sentido inverso a lo que nosotr@s queremos.

Nuestras reivindicaciones profundas como clase sólo las podremos hacer cumplir cuando seamos capaces de hacer parar el país hasta que dichas reivindicaciones se cumplan y para ello necesitamos de una organización sindical y política de masas independiente con un programa claro, una estrategia precisa y un accionar, coherente con ella, que permita echar a quienes dirigen nuestra sociedad y poner a la clase trabajadora en su lugar.

Del mismo modo, sin una organización internacional de l@s trabajador@s de masas, independiente y democrática que suponga el control por parte de l@s trabajador@s de países clave para la producción y el comercio mundial y que pueda poner en jaque al capitalismo, es improbable que cualquier revolución en cualquier país del mundo se pueda adentrar con éxito en el camino para crear una sociedad verdaderamente socialista.