El gobierno central, tras el acuerdo alcanzado entre el PSOE y Unidas Podemos, ha comenzado la tramitación de unos nuevos Presupuestos Generales para 2021. Los presupuestos han sido descritos como “sociales”; incluso, han llegado a decir que “acaban con la época neoliberal y de recortes”.

Desde la mayor parte de la izquierda parlamentaria, se les da el visto bueno. Desde los sindicatos oficialistas también han saludado el proyecto. Sumando el apoyo de PNV y Ciudadanos, parece previsible su aprobación; siempre que la UE dé su visto bueno.

Aspectos sociales cosméticos, el grueso es a beneficio de los de siempre

Más allá de la fanfarria a la que ya nos tienen acostumbrados, son unos presupuestos “embudo”: anchos con los capitalistas y estrechos con la clase trabajadora. No sirven para combatir la pandemia ni para dar respuesta a las necesidades sociales, ahora multiplicadas por la crisis de la Covid-19 y la crisis económica

Se sube el 0´9% el salario de los funcionarios, el salario mínimo y las pensiones (un 1´8% las no contributivas, que son de miseria); mientras, se destinan miles de millones a subsidiar grandes compañías multinacionales vía ERTEs. En un país de baja presión fiscal, se establecen subidas ridículas a grandes fortunas, renunciando a lo firmado en el acuerdo de coalición (un punto para las rentas de más de 10 millones de euros). El IPREM sube un 5%, pero es de por sí un índice diseñado para tomar una referencia muy baja para ayudas sociales. El presupuesto para Igualdad crece, pero sigue siendo el tercer ministerio que menos fondos recibe. La Sanidad y la Educación siguen infrafinanciadas en esta situación de pandemia (yendo además una parte del gasto al negocio privado de la concertada). Mientras, la asignación a la Casa Real aumenta un 6´5% y la deuda se lleva más de 30.000 millones anuales.

En cuanto al Subsidio a parados mayores de 52 años se plantea una subida de un 5% (se pasaría a cobrar de los 430 euros actuales a 451,78 euros). ¿Alguien puede creer que se puede vivir dignamente con esta miseria? 

Se anuncian también 600 millones de euros para el sector de la dependencia y de 200 millones para impulsar la educación de 0 a 3 años. Estos servicios siguen en manos privadas; por lo tanto, ese dinero seguirá siendo gestionado en gran parte mediante conciertos con empresas.

Por otra parte, los presupuestos tienen un desfase de gasto de casi 100.000 millones de euros. Y ello si se cumplen las expectativas gubernamentales, algo que incluso el Banco de España pone en duda. La deuda que durante estos meses se está acumulando se pagará más pronto que tarde. La UE ha dado un respiro de sólo dos años al respecto, pero volverá con la dureza de siempre a exigir recortes porque ¡pagar la deuda a los bancos es y será lo primero!

¿Cómo serían unos presupuestos a favor de la clase trabajadora?

En una situación de emergencia sanitaria y social, no son suficientes medias tintas. Necesitamos un verdadero plan de choque socio-sanitario, que no esté sometido a la voluntad y beneficio de la gran patronal y de la Monarquía, y que atienda a las necesidades populares. Es necesario multiplicar el gasto en Sanidad, Educación y cuestiones sociales. Sin ello, es imposible frenar de manera efectiva la pandemia y que “nadie quede atrás”. Otros gastos deben ser también aumentados drásticamente: por ejemplo, en Medio Ambiente.

Ese aumento de gasto social se puede compensar eliminando los gastos innecesarios: como la Casa Real o las subvenciones a la Iglesia. Pero sobre todo, ese gasto social se podría costear suspendiendo el pago de la deuda hasta que no estén cubiertas todas las necesidades sociales y expropiando las grandes fortunas y la banca. Ahí está todo el dinero que nos hace falta.

Es necesario prohibir los despidos, y declarar nulos retroactivamente los que ya se produjeron. Nos dicen que, entonces, muchas multinacionales y grandes empresas se irán del país, creando aún más desempleo. ¡Pues que se vayan los patrones! Pero las empresas se quedan, nacionalizándolas bajo control de l@s trabajador@s.

Las organizaciones de la izquierda gubernamental, y sus apoyos parlamentarios y sindicales celebran como una conquista histórica unas medidas que se notarán muy poco o no se notarán en absoluto en la vida de la clase trabajadora. Conformarnos con eso significa seguir infectándonos en el metro de camino al trabajo y seguir sufriendo despidos y pobreza. Desde Corriente Roja trabajamos por construir una izquierda revolucionaria para romper con los límites del sistema, para cambiarlo todo.