La guerra civil siria se acerca a su quinto año. En este tiempo, la saña con la que el dictador Bashar Al Assad se aferra al poder simplemente ha destruido el país. Más de 250.000 personas han muerto. Dos millones resultaron heridos, entre ellas miles quedaron incapacitados irremediablemente.

Según informó la ONU, seis millones de personas se vieron obligadas a huir de sus hogares, un tercio de la población. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos eleva esta cifra a 11 millones. Entre ellos se cuentan los más de dos millones –la mitad de ellos menores de edad- que cruzaron las fronteras y se transformaron en “refugiados” en Jordania, Líbano, Irak, Turquía y, como es sabido, ahora tocan las puertas de Europa y encienden las alarmas de los gobiernos. Alrededor de 280.000 sirios llegaron a las costas europeas a través de Mediterráneo, 40% del total de refugiados en lo que va del año.

Siria se desangra ante los ojos del mundo. La destrucción de la infraestructura del país -cuyas ciudades ofrecen un panorama fantasmal- y la terrible pérdida poblacional sin duda marcará a fuego esa sociedad durante las próximas décadas.

Los ataques de Rusia a favor de Assad

En este contexto, después de meses en que parecía primar un “impase” militar, la aparición en escena de Rusia comienza a mostrar cambios en el curso de la guerra civil siria. El régimen de Damasco, cubierto por las bombas que lanza la aviación y la marina de Putin, lanzó una ofensiva terrestre sobre las posiciones rebeldes.

En ciudades como Idlib y Hama (oeste), Alepo (norte), y en Latakia (costa mediterránea), feudo de la familia Assad y región donde Moscú defiende su base naval de Tartus, las tropas de la dictadura adelantan sus líneas junto con miles de combatientes de la milicia libanesa Hezbolá y centenares de “guardias revolucionarios” iraníes.

A pesar de las declaraciones del Kremlin, a esta altura está muy claro que los ataques rusos no están siendo dirigidos contra el Estado Islámico (EI), que incluso los aprovechó para avanzar terreno en Alepo, sino principalmente contra posiciones de las milicias antidictatoriales. Basta fijarse en el mapa de Siria para percibir que las bombas rusas caen muy lejos del llamado “califato”.

La intervención más directa y decidida de Rusia tiene que ver, fundamentalmente, con la deteriorada situación del régimen sirio, que está maltrecho tras casi cinco años de enfrentar a la revolución. En realidad, el “impase” militar nunca significó una pausa de la sangría de recursos del régimen. El dictador Assad no controla más que 25% del territorio. En rigor, si ha conseguido mantenerse en el poder hasta ahora es exactamente debido al apoyo que recibe de países como Rusia, Irán, China, la milicia libanesa Hezbolá, y hasta de gobiernos que se dicen “progresistas” como los de Venezuela y Cuba.

Si bien es verdad que el poder militar ruso es superior a cualquiera de los aliados del régimen sirio, sería equivocado concluir que, a raíz de la intervención de Putin, la revolución está necesariamente “condenada”.

En primer lugar porque no existen, hasta ahora, “tropas sobre el terreno”. En el plano militar, los bombardeos pueden ayudar mucho, pero el combate directo con los rebeldes sigue recayendo sobre las golpeadas fuerzas del régimen y en los milicianos de Hezbolá y de Irán.

Hasta el momento las milicias rebeldes están resistiendo la ofensiva de manera tenaz. Lo hacen a duras penas, pues carecen de las armas pesadas y la tecnología militar necesarias.

La revolución, aunque acorralada, continúa. Y este es un elemento central e ineludible, que, como expusimos, explica la intervención rusa y todas las movidas actuales del imperialismo.

Idlib sigue controlada por fuerzas rebeldes, principalmente por grupos islamistas como Al Nusra y Ahrar al-Sham, que conforman el llamado Frente de la Conquista; se combate palmo a palmo en Alepo; y permanecen bolsones de opositores armados en Deraá (sur) y en la misma periferia de Damasco (Guta Oriental). En el Kurdistán sirio, las milicias kurdas siguen manteniendo a raya a las hordas del Estado Islámico (EI).

Un amplio acuerdo contrarrevolucionario y sus dificultades

De esta forma, mientras las milicias rebeldes deben enfrentar sobre el terreno al eje Assad-Rusia-Irán-Hezbolá-EI, en el terreno diplomático es evidente un amplio pacto entre EEUU, Europa, Rusia e Irán para derrotar la revolución y “estabilizar” el país. Pueden diferir en cuanto a ritmos y maneras, pero ese es su objetivo fundamental.

Hace más de un año que Washington, si bien retóricamente sigue criticando a la dictadura siria y la responsabiliza por crímenes “humanitarios”, no plantea la renuncia de Assad. Al contrario, desde que comenzaron los bombardeos de EEUU en suelo sirio –hace más de un año-, Obama y sus generales insisten en que el “objetivo inmediato” es derrotar al EI, no la salida de Assad del poder.

En el marco de esta política, EEUU no solo está “dejando correr” los ataques rusos a los rebeldes sino que existen contactos entre Washington y Moscú sobre “la necesidad de coordinar la lucha contra el Estado Islámico y otras organizaciones terroristas”. La propia cancillería rusa informó que “han discutido [con EEUU] la manera de resolver la situación en Siria”, apuntando juntos una “salida negociada”[1].

En ese sentido, hace unos días, concretó un acuerdo entre ambos países para “coordinar” el uso del espacio aéreo en Siria[2]; una división de tareas en la que tú bombardeas aquí y yo allá.

Frente a la prolongación de una guerra aparentemente “sin salida”; a la aparición y consolidación del EI en los territorios de Siria e Irak que componen su “califato”; y, más aún, delante de la enorme presión que ejerce la incesante llegada de refugiados sirios a Europa, el imperialismo norteamericano y europeo aceleran esfuerzos para “estabilizar” el país mediante una “transición política” sin necesariamente exigir la salida previa de Assad sino contemplando su participación en el “proceso de negociación”.

Ya en marzo, el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, admitió que “al final, vamos a tener que negociar”. Por otro lado, está claro que los bombardeos rusos, además de allanar el camino a las tropas dictatoriales sirias pretenden “forzar” una negociación que mantenga a Al Assad en el poder. Este es, de hecho, el objetivo que el propio Assad ha venido persiguiendo desde la aparición del EI, al intentar mostrarse como “el mal necesario” para “combatir al terrorismo”.

Hace poco más de un mes, Kerry hizo más evidente la política norteamericana: “Tenemos que entablar una negociación. Eso es lo que estamos buscando y esperamos que Rusia e Irán, y otros países con influencia, ayuden a conseguirlo, ya que es lo que está impidiendo que esta crisis termine […] Estamos preparados para negociar. ¿Está Al Assad preparado para negociar, realmente negociar? ¿Está Rusia preparada para traerle a la mesa?”, cuestionó. Al mismo tiempo, enfatizó que una posible salida de Assad “no tiene que ser el día uno o el mes uno (…) hay un proceso por el cual todas las partes tienen que juntarse para alcanzar un entendimiento sobre cómo esto se puede lograr mejor”[3].

Angela Merkel, que lidera el principal imperialismo europeo, opinó en el mismo sentido: “Debemos conversar con todos los participantes, incluyendo a Assad y otros”[4]. El canciller alemán, Frank Walter Steinmeier, ahora admite: “No hay duda de que con la presencia de Rusia algo ha cambiado”.

Philip Hammond, ministro de Exteriores británico, relajó sus “condiciones” sobre la permanencia de Assad en el poder, diciendo: “Podemos ser flexibles en lo que respecta a la forma de su salida del poder y podemos ser flexibles sobre el calendario”[5].

El mismo “giro” expresó el ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, cuando anunció que su gobierno no exigirá más la renuncia del Assad como condición previa para iniciar las “negociaciones de paz”: “Si pedimos incluso antes de que las negociaciones empiecen que Al Assad se vaya, no llegaremos muy lejos”[6]. José García-Margallo, canciller español, hace mucho es de esa misma opinión: “ha llegado el momento de entablar negociaciones con el régimen de Bashar Al Assad”[7].

Así las cosas, el pasado 23 de octubre, Kerry y Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, se reunieron en Viena con los cancilleres de Arabia Saudí y de Turquía para convocar una cumbre internacional “más amplia” sobre Siria. Para esta reunión se cursó una invitación al gobierno de Irán, que desde el “pacto nuclear” pasó a colaborar más abiertamente con el imperialismo para “pacificar” la región. Cabe señalar que tanto el gobierno de Irán como el de Rusia están interesados en “solucionar” el conflicto sirio –claro, de una forma favorable a sus intereses-, puesto a que este representa gastos inmensos y crecientes a sus cofres.

La conferencia de Viena reunió a cancilleres de 17 países, entre ellos EEUU, Rusia, Arabia Saudí y, por primera vez, Irán. Sin embargo, no participaron ni el régimen sirio ni representantes de la oposición. La reunión, si bien fue calificada como un “primer paso” importante por EEUU y Rusia, terminó con una declaración vaga: “acelerar los esfuerzos diplomáticos para acabar con la guerra”. No obstante, queda clara la “hoja de ruta” que la Casa Blanca y el Kremlin están perfilando: “instar a la ONU a reunir al Gobierno sirio y la oposición en un proceso que lleve a elecciones”; y, sobre todo, “mantener las instituciones” terminada la transición.

Esta nueva arremetida diplomática ciertamente puede tener efectos políticos concretos. Sin embargo, es importante considerar las contradicciones y las dificultades que tendrán el imperialismo, Putin y los ayatolás iraníes para alcanzar un acuerdo efectivo. Assad continúa con su ofensiva: el mismo día de la conferencia en Viena, el régimen sirio bombardeó un mercado en el este de Damasco matando a más de 50 civiles. La llamada “oposición moderada”, es decir, la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS), ni siquiera fue invitada. Por otro lado, será muy difícil conciliar los intereses regionales entre Arabia Saudí e Irán. Lo mismo sucede con Turquía y los kurdos sirios, que han hecho avances militares en Rojava y responden al PKK turco, considerado “organización terrorista” por Ankara. En síntesis: después de casi cinco años de una matanza atroz, será difícil que una y hasta varias reuniones de cancilleres “en las alturas” termine con los combates en el corto plazo. La perspectiva de que el conflicto sirio continúe como “guerra prolongada” sigue siendo la más probable.

Es fundamental rechazar cualquier tipo de “salida negociada”, pues ningún acuerdo alcanzado entre el imperialismo y los gobiernos de Rusia, Irán o Turquía puede ser beneficioso para el pueblo sirio. Cualquier tipo de “transición política”, independientemente de mantener a Al Assad por más o menos tiempo en el poder, no tiene ni tendrá el objetivo de atender las demandas democráticas y económicas del pueblo sirio.

Incluso en el caso de que sean realizadas algunas concesiones, una salida “por arriba”, siempre estará al servicio de perpetuar la esencia del régimen antidemocrático (“mantener las instituciones”) y entreguista sirio; ni hablar de la estructura capitalista semicolonial del país.

Sólo la revolución puede derrocar a Al Assad y, con él, destruir hasta los cimientos ese régimen represor, corrupto y servil del imperialismo.

¡Redoblar la solidaridad con la revolución siria!

La revolución siria atraviesa un momento difícil. El frente contrarrevolucionario se amplía y comienza a experimentar logros sobre el terreno.

La mayoría de la izquierda mundial, que lamentablemente sigue apoyando al dictador Assad, debe rever esa posición que traiciona la heroica lucha del pueblo sirio.

La cantaleta sobre el supuesto “antiimperialismo” del dictador sirio es cada vez más ridícula. A esta altura está claro que la política del imperialismo estadounidense y europeo no pasa por “derrocar” a Bashar Al-Assad. Si este puede garantizar cierta “estabilidad” o, al menos, un escenario “menos caótico” que el actual, el imperialismo no dudará en sostenerlo. Al mismo tiempo, el propio Assad no mide esfuerzos para mostrarse “confiable” y “necesario” para los planes imperialistas en la región.

Seguimos sosteniendo que la única salida progresiva para el pueblo sirio y de todo Medio Oriente y el Magreb pasa por la derrota de la dictadura siria y sus aliados. Este sería un “punto de partida” fundamental. Por eso, es necesario oponerse tanto a los bombardeos rusos como a los de EEUU. También debemos oponernos al reciente envío de “unidades especiales” norteamericanas a Siria, que, según anunció Obama, servirían de “asesores” contra el EI.

Igualmente crucial es oponernos al pacto contrarrevolucionario en ciernes, que busca una “salida negociada” que desmonte la revolución, preserve la esencia del régimen, y mantenga en el poder, por un tiempo más o menos largo, al sanguinario dictador sirio.

¡No existe negociación posible con quien ha masacrado al pueblo sirio y destruido el país! ¡No se puede confiar en las potencias que ahora bombardean Siria!

Más que nunca, la unidad entre rebeldes árabes, y de estos con los kurdos para derrotar a la dictadura, al EI y al imperialismo es decisiva, una condición para la victoria. ¡La unidad en la acción entre las YPG kurdas y el ELS que se dio en Kobane y Tal Abyad sigue mostrando el camino!

De esa forma, al calor del combate contra el régimen sirio y sus aliados, el EI y el imperialismo, es necesario ir forjando una dirección revolucionaria capaz de orientar esta lucha hacia un programa obrero, socialista e internacionalista.

Fuera de Siria, la gran tarea es organizar la solidaridad activa y exigir a cada uno de nuestros gobiernos no solo la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con la dictadura de Al-Assad sino también el envío incondicional de armas pesadas, medicinas y todo tipo de avituallamiento para las tropas rebeldes. En Rusia, es necesario llamar al pueblo a rechazar la intervención de Putin en suelo sirio.

La solidaridad internacional con la revolución siria es urgente. Un apoyo decidido de las organizaciones obreras, sociales, democráticas y, por supuesto, de los partidos de izquierda, ciertamente puede inclinar la balanza a favor del pueblo sirio. Esta debe ser nuestra tarea inmediata.

¡Por la derrota de Al Assad, Rusia el Estado Islámico y el imperialismo!

¡No a los bombardeos de EEUU y Rusia!

¡No a las “unidades especiales” de EEUU en Siria!

¡No al pacto contrarrevolucionario de una “salida negociada” en Siria!

¡Por la victoria de las fuerzas rebeldes!

Secretariado Internacional

São Paulo, 31 de octubre de 2015

 

Notas:

[1] http://noticias.lainformacion.com/politica/cumbre/kerry-llama-a-lavrov-para-coordinar-las-acciones-militares-en-siria_CCZMfF0Nw9NyymMCT1kY7/ ; http://www.voanoticias.com/media/video/estadosunidos-rusia-siria-bombardeos-/2987836.html

[2] http://www.elmundo.es/internacional/2015/10/17/5621d2e946163fd80a8b45e6.html

[3] http://www.europapress.es/internacional/noticia-siria-kerry-dice-ahora-salida-assad-no-tiene-ser-inmediata-negociada-20150919144006.html

[4] http://br.sputniknews.com/mundo/20150923/2215074/Merkel-Assad-negociacao-Siria.html#ixzz3pu5k08Bc

[5] http://www.diariobae.com/notas/100770-el-ei-llamo-a-los-musulmanes-del-mundo-entero-a-la-guerra-santa-contra-rusia-y-ee-uu.html?print=print

[6] http://www.europapress.es/internacional/noticia-francia-renuncia-exigir-salida-assad-requisito-dialogo-paz-20150921232849.html

[7] http://www.abc.es/internacional/20150907/abci-margallo-assad-siria-iran-201509072025.html