Desde la dimisión del viejo rey JC el pasado año tras las movilizaciones del 22M, donde se manifestó en la calle toda la indignación social acumulada de estos años, y que cristalizaron en las elecciones europeas, vivimos, de hecho, en un proceso constituyente no declarado: hasta miembros destacados del régimen como Margallo, Felipe González o el propio PSOE hablan de la necesidad de reformar la constitución para dar encaje a Catalunya. Sólo el sector de la burguesía del bunker neofranquista del PP niega esta posibilidad.
Por eso, porque la realidad entra aunque no se quiera, enfrentamos procesos electorales que, guste o no, tienen un carácter plebiscitario. La primera son las elecciones Catalanas del 27S, la segunda, las elecciones generales de diciembre, y en el final las autonómicas gallegas (y vascas).
Son plebiscitarias porque la población trabajadora gallega, como la del resto del estado, ponen en ellas todas las ilusiones de echar al responsable de las políticas austericidas, el PP, y de rebote al PSOE, debilitando el bipartidismo que desde los 90 gobierna en el Estado Español, que viene desmantelando todas las conquistas sociales y laborales de los últimos años; en un proceso agudizado tras la explosión de la crisis en el 2007.
Ilusiones legitimas que ponen a todas las fuerzas políticas, a todas las personas que están por la transformación social, en el deber de hacer todos los esfuerzos que sean precisos para conseguir la unidad que eche el PP de los gobiernos, como comenzaron a hacer en muchos municipios; me las que impida también el paso al PSOE. Porque la cuestión no es cambiar “cromos”; si nocambiar las políticas y para eso precisamos cambiar las instituciones.
Para CV la pre condición para hacer otras políticas es la de romper con el régimen del 78. No existe otra manera de hacerlo sin quedar atado a la “lealtad” a una constitución, a unas instituciones que tienen demostrado de sobra su carácter. Los sucesivos gobiernos “progresistas”, desde el Bipartido hasta la coalición andaluza del PSOE con IU demuestra los limites hasta la saciedad: mientras exista este régimen, cualquier que gobierne tendrá que hacer políticas de ajuste y austericidas, aunque sea “por imperativo legal”. El Estado Español es parte de un concierto de estados, la UE, cuyos principios constituyentes (el Tratado de Maastricht) son absolutamente neoliberales, y donde, como vimos en el caso Griego, no cogen otras alternativas.
Las candidaturas de Confluencia deben tener claro el marco institucional en el que se mueven, y que rechazan, para poder avanzar en una confluencia de todas las personas que estén por la ruptura con el régimen del 78, por el derecho a decidir la relación del pueblo gallego con el resto de los pueblos y por la derogación de todas las medidas del PPSOE; es decir, por la apertura de un proceso constituyente que garantice estos objetivos. Los procesos electorales, las candidaturas unitarias, el grupo parlamentario que se constituya tienen que servir para acumular fuerzas, para preparar la lucha en ese camino; no son un fin en sí, sino que tienen que se encuadrar en una perspectiva de transformación social más amplia.
Esto supone construir un movimiento rupturista, unitario y abierto, que extienda las asambleas de Compostela a todas las ciudades, villas y barrios de la Galicia, a centros de trabajo y estudio, donde construir asambleas / comisiones de apoyo que debatan las políticas y los principios programáticos que den el perfil a la confluencia. En este cuadro de autoorganización desde la base, la elección de las candidaturas tienen que hacerse a partir de un debate abierto de las diferentes posiciones, en un proceso de primarias que escojan a las personas que van a figurar en los listados.
En este camino, CV considera que la gente de la clase trabajadora, los que venden su fuerza de trabajo por un salario, constituyen la fuerza central en la transformación social pues concentran todos los males de la sociedad (desempleo, precariedad, emigración…), como defienden millares de sindicalistas de Castilla y Madrid en el Llamado a una Candidatura de Confluencia. Pero no son los únicos, otros sectores sociales están siendo empobrecidos por las políticas de la UE y los Gobiernos. La clase trabajadora tiene que ser el sujeto fundamental movimiento rupturista en la búsqueda de una salida de clase y social a la crisis.
El camino que estamos recorriendo de reconstrucción de un discurso realmente de clasista y de izquierdas sólo esta comenzando, es largo; los viejos y nuevos aparatos actúan, y tienen todo el derecho a hacerlo, pero la cuestión no es ganar con maniobras ni declaraciones publicas dirigidas al publico en general, para ganar unas elecciones, si no construyendo el programa de la transformación socialista de la sociedad.