Un conocido periodista especializado en información económica, García Vegai, describía así en uno de sus artículos, una viñeta aparecida en el semanario norteamericano The New Yorker: “Sentado frente a una hoguera, en una especie de coro de medianoche, y detrás de un paisaje apocalíptico, un hombre trajeado le cuenta a tres chicos: “Sí, se destruyó el planeta. Pero por un hermoso momento en el tiempo creamos mucho valor para los accionistas”.
Y de tal paradoja sacaba una conclusión: “Vivimos tiempos en los que es más fácil imaginar el fin del mundo que el final del capitalismo”.
¿Utopía socialista o distopía capitalista?
Este dilema entre la preservación del planeta tierra, de la naturaleza y de los seres humanos y la continuidad del sistema capitalista no es nueva por más que la disyuntiva se haga más evidente a cada paso.
En 1915 Rosa Luxemburgo lanzaba el célebre dilema: “Socialismo o barbarie”. Para la revolucionaria polaca la humanidad se encontraba frente a la elección entre la victoria del socialismo o el fin de la civilización:
“Friederich Engels dijo una vez: ‘La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie.’ … Hemos leído y citado estas palabras con ligereza, sin poder concebir su terrible significado…”
Los ideólogos del capitalismo, sean los convencidos o los resignados, no han dudado en catalogar de utópicas las ideas de Rosa Luxemburgo y de los marxistas revolucionarios. Hoy cuando no tienen cómo negar la amenaza que para la humanidad supone el cambio climático que su modo de producción ha generado, frente a nuestra “utopía” y nadando en el cinismo, se aferran a su distopía, es decir a su sociedad ficticia indeseable en sí misma pero… capitalista.
“Las soluciones del mercado” no están funcionando
Un reciente informe del FMI sobre el cambio climático, señala cómo este afecta a los resultados económicos y “… los daños esperados causados por el cambio climático no mitigados serán altos y la probabilidad de eventos de riesgo catastrófico no depreciables”. Sin embargo “El documento del FMI observa con tristeza que `las soluciones del mercado´ para solucionar el calentamiento global no están funcionando”, afirma el reconocido economista Michael Roberts.
Hay que tomar medidas urgentes, claman expertos, mientras se suman al griterío algunos gobiernos y se hacen solemnes reuniones internacionales que no pasan del efecto propagandístico.
“La crisis climática es expresión de la barbarie a la que conduce un sistema social de producción, el capitalismo. Un sistema basado en la producción para la ganancia, cuya base es la explotación y la opresión de la mano de obra (los seres humanos), precarizándola o esclavizándola en no pocos lugares del mundo y el saqueo de la naturaleza. Los capitalistas llevan actuando desde siempre como si la biosfera fuera un espacio inagotable” (declaración del sindicato co.bas)
Y efectivamente ese es el telón de fondo que convierte en utopía reaccionaria o distopía, como quieran llamarla, todo intento de acometer la lucha contra el cambio climático sin querer tocar el modo de producción capitalista que es la causa de esta amenaza a la humanidad.
Abrir nuevas vetas de negocio con el cambio climático
Son ya numerosas las instituciones, entidades y revistas internacionales orientadas a facilitar las inversiones privadas relacionadas con el cambio climático. El pasado mes de enero la agencia Bloomberg publicaba algunas de las respuestas de una encuesta a 7.000 grandes empresas del mundo sobre cuáles son los “riesgos y oportunidades” ante el calentamiento global.
Algunas multinacionales farmacéuticas veían en el cambio climático y sus consecuencias una veta de negocio. Por ejemplo, en la medida que la actual catástrofe climática conlleva un mayor riesgo de diabetes, dicen, podría incrementarse la demanda de fármacos que tratan esa enfermedad. Otra de las farmacéuticas veía en la “expansión del mercado para los artículos relacionados con enfermedades tropicales, incluidas aquellas que se transmiten por el agua”.
Según la encuesta citada, las empresas españolas creen que existen oportunidades “cambiando el modelo de negocio”. Por ejemplo la empresa de Amancio Ortega, Inditex, ve los beneficios en utilizar fibras que consumen poca agua; la cadena de hoteles NH, ve la veta en el crecimiento de los edificios verdes; el BBVA la encuentra en las opciones que deparan los 700.000 millones de dólares anuales necesarios hasta 2030 para crear infraestructuras sostenibles; e Iberdrola subiéndose al barco de las energías renovablesii.
Son pues muchos los empresarios y grandes multinacionales que ven negocio en el cambio climático. Esto explica la aparición de empresas como el Global Adaptation Institute (GAI) propiedad de la multinacional de inversiones en hidrocarburos Natural Gas Partners Energy Capital Management, que asesora a gobiernos y empresarios cómo adaptarse y aprovechar el cambio climático y de cuyo consejo asesor forma parte el ex presidente José María Aznar, “un político que pasó de negar el cambio climático a ganar dinero con él”iii.
El GAI elaboró un atlas que ayuda a las empresas inversoras a calibrar las posibilidades de negocio así como el grado de facilidades que dan los gobiernos para tales inversiones. Esta herramienta “aspira a convertirse en el equivalente a las agencias de clasificación de riesgos en la adaptación al calentamiento (…) de los negocios climáticos”iv
Poner el zorro a cuidar el gallinero
El PSOE acaba de presentar por boca de Pedro Sánchez y de la Ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, las propuestas para un “gobierno progresista” de “emergencia climática”. Para decirlo en palabras de las organizaciones ecologistas con las que se entrevistaron Sánchez y Ribera: “Con esto no llegamos a cumplir el Acuerdo de París”; “Falta de concreción y ambición”. Es bueno recordar “el paquete de medidas para colocar a España en la senda de un “progreso sostenible” y que “garantiza la solidaridad”, haciendo frente al cambio climático”, presentado en el mes de abril sin que se tengan noticias de él. Recordar las promesas de Zapatero, incluida la cumbre de presidentes autonómicos para coordinar una “estrategia general de lucha contra el cambio climático”, cumbre que nunca se celebró. Quien presumió ante la ONU de compromiso en la lucha contra el cambio climático fue el mismo Zapatero que bajo sus dos legislaturas (2004-2011) en el Estado Español (2007) aumentaron las emisiones de gases de efecto invernadero más del 52% desde 1990 triplicando el 15% de aumento permitido por los acuerdos de Kyoto para el periodo 2008-2012v. La llegada del gobierno Rajoy acabó destacando por ignorar todo lo referido al cambio climático.
Pero basta pasar revista a la actuación de los diferentes gobiernos del PSOE y del PP en políticas de construcción, de costas, de transporte, de energía… para ver que hablamos de gobiernos al servicio de las multinacionales y los bancos, de sus petroleras, industrias automovilísticas, energía, cementeras petroleras, etc…
La explicación no es nada compleja. Baste ver a dónde van los Presidentes de Gobiernos, ministros/as, diputados, cargos públicos, directores generales… cuando formalmente terminan su mandatos. Felipe González acabó en Gas Natural Fenosa; José María Aznar en Endesa; el ex ministro de Interior y ex secretario general del PP, Ángel Acebes acabó en Iberdrola; la ex ministra de Economía Elena Salgado lo hizo en Endesa; Josep Borrell, tras dejar en su etapa anterior el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente y la presidencia del Parlamento Europeo recalaba en Abengoa; el ex ministro de economía Pedro Solbes recaló en Enel; el ex ministro de Administraciones Públicas Jordi Sevilla lo hizo de asesor de PriceWaterhouse Cooper. Tampoco faltan en la lista los “nacionalistas”, como Roca Junyent que recaló en Endesa o Juan María Atutxa, ex consejero del Interior del País Vasco con el PNV, que lo hizo en Iberdrola Ingeniería y Construcción o el ex ministro del Interior Josu Jon Imaz (PNV) en Repsol. Se hace interminable la lista en la que no faltan tampoco los representantes del entorno empresarial franquista.
Esperar medidas resueltas “concretas y ambiciosas”, por emplear el término de los colectivos ecologistas, de cualquier gobiernos burgués, del PSOE, PP o coaliciones con ellos es sembrar falsas ilusiones que se acaban pagando caras, porque no se pude dejar el zorro al cuidado del gallinero.
i1 Miguel Ángel García Vega, colaborador habitual en «El País Negocios» escritor y jefe de redacción de la revista «Mi Cartera»
ii2 Cambio climático: el planeta ajusta cuentas con las empresas. M.A. García Vega El País 19/05/2019
iii3 Los Negocios del cambio climático. Jesús M. Castillo
iv4 Ídem
v5 Ídem