El 18 de mayo, un día después de la huelga general, rodeados de miles de manifestantes y con paros todavía en el transporte público, ferris y hospitales, los diputados de Syriza y de su socio de gobierno (“Griegos independientes”) han hecho votar al Parlamento griego el nuevo y brutal paquete de medidas exigido por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, FMI). De esta manera, el gobierno Tsipras podrá recibir 7000 millones de euros del segundo tramo del tercer «rescate» griego, con los cuales reembolsar la deuda que vence el mes de julio. Por supuesto, los fondos no van a ser para ningún gasto social o productivo; por el contrario, sólo servirán para seguir pagando a la troika una deuda incobrable y alimentando la rueda criminal del saqueo de Grecia, reducida a un estatus de semicolonia alemana.

 

Las medidas aprobadas

El paquete votado por Syriza tiene más de 100 medidas, buena parte de las cuales estaba incluida en la lista de exigencias que la troika mantenía desde 2010, sin que ningún gobierno se hubiera atrevido a aprobarlas hasta ahora. En realidad, como han denunciado los sindicatos griegos, lo que ha firmado Tsipras no es otra cosa que un cuarto memorando, sin que esta vez puedan siquiera alegar la excusa de un nuevo «rescate». El texto aprobado, “Suplemento al Memorándum”, lo deja bien claro: “el éxito del programa requiere la aplicación continuada en el tiempo de las políticas acordadas para muchos años”. Es la naturalización de la sumisión y del expolio.

El paquete incluye un nuevo hachazo a las pensiones públicas (¡y ya van 14!) que entrará en vigor en 2019. La reforma reducirá la cuantía global de las pensiones griegas en un 1% del PIB y eliminará definitivamente el EKAS, un fondo de ayuda de supervivencia a los 380.000 jubilados con menores ingresos. El diario “Público” narra el caso de Melina Kotsaki, azafata retirada de 73 años que cuando se jubiló cobraba una pensión de 2.200 euros y ahora, tras los sucesivos recortes, cobra 750, que con el nuevo tijeretazo se reducirán en un 18%. Menciona también el caso de Kostas Kekas, camillero recién jubilado con una pensión de 700 euros, que se verá afectado, como todos los pensionistas, en proporciones parecidas.

Una nueva reforma fiscal subirá los impuestos por valor del 1% del PIB a partir de 2020. Rebajará el mínimo exento de tributación, afectando de lleno a los sectores con menores ingresos, y aumentará también las contribuciones a los profesionales.

El paquete incluye nuevos recorte a las prestaciones sociales. “Ahorra” 259 millones a costa del subsidio a los parados y de la ayuda a las familias más pobres para pagar la calefacción o atender a los discapacitados. Otros 313 millones desaparecerán en dos años del sistema sanitario, ya gravísimamente golpeado, al haber perdido un tercio del presupuesto de 2009.

Los derechos laborales van a verse igualmente afectados al eliminarse trabas legales al despido colectivo. Los convenios seguirán sin ser reconocidos. Las convocatorias de huelga serán más difíciles pues quedarán condicionadas al voto favorable del 50% de trabajadores en un contexto marcado por el amedrentamiento patronal y las amenazas de despido. También se relaja la protección legal a los representantes sindicales.

El expolio del país a través del saqueo de los presupuestos, se completa con la venta forzada a precio de saldo del patrimonio público al capital extranjero, muy particularmente al alemán. El gobierno y el Fondo de Privatización (HRADF) ya le han entregado varios aeropuertos regionales, autopistas, el metro de Atenas o el puerto de El Pireo. Ahora, con las nuevas medidas, buscan hacer lo mismo con la compañía de aguas de Tesalónica y Atenas, la petrolera Hellenic Petroleum o la principal eléctrica Public Power Corp PPC. El nuevo memorando incluye también otro mecanismo de saqueo: el traspaso de los créditos morosos de los bancos griegos (100.000 millones) a “fondos buitre” extranjeros, lo que les permitirá hacerse con la propiedad de gran número de viviendas y negocios a precios irrisorios.

 

La Unión Europea (UE) al descubierto

El nuevo memorando, otra página negra en la historia de la infamia, nos muestra la verdadera cara de la UE, la de una máquina de guerra contra la clase trabajadora y los pueblos de Europa, un instrumento de los grandes bancos y multinacionales europeos para imponer un retroceso generalizado a los trabajadores y someter y saquear a países como Grecia.

La UE es el escudo en el que se apoyan los gobiernos europeos para su ofensiva antiobrera y antipopular y para su política exterior imperialista. Es un entramado antidemocrático, dominado por el capital financiero y el gobierno alemán, imposible de transformar ni de poner al servicio de los pueblos.

 

Las mentiras de Tsipras, el ejecutor de la Troika

Tsipras ha defendido el nuevo memorando diciendo que así despeja el camino para un «alivio» de la deuda griega. Ha añadido también que compensará los recortes con “contramedidas” sociales. Pero, de nuevo, miente descaradamente, como lo hizo cuando convocó el referéndum de julio de 2015 convencido de que lo iba a perder y así podría justificar la aceptación de las imposiciones de la troika (así lo confiesa Varoufakis en su reciente libro de memorias, Adults In The Room).

Las declaraciones de Tsipras sobre el alivio de la deuda son pura palabrería, en primer lugar porque Alemania se opone rotundamente y, en segundo lugar, porque la propuesta del FMI de cancelar una parte de ella no es, en realidad, más que un mecanismo para perpetuarla, sabiendo que Grecia no puede hacer frente a su actual deuda, cercana al 180% del PIB. En cuanto a las «contramedidas de alivio» (que, por lo demás, no cambiarían en nada la situación general), su margen de maniobra es también inexistente, pues el Eurogrupo ha condicionado cualquier «medida expansiva» a que el país supere los objetivos de superávit primario (3,5% del PIB) y tenga un crecimiento del 3,5% del PIB en los próximos años

Tsipras ha demostrado que si uno se somete a la Unión Europea y al Euro, por muchas promesas y discursos que haga en la oposición, en cuanto llega al gobierno se convierte en el ejecutor de sus planes.

Durante todo un tiempo, el grueso de la izquierda europea (Podemos, Izquierda Unida, el Bloco de Esquerda, el Front de Gauche o Die Linke) presentó a Tsipras y a Syriza como los grandes héroes de la izquierda y como modelo a seguir frente a una socialdemocracia entregada al neoliberalismo y en caída libre. Sin embargo, unos meses después, Syriza llegó al gobierno y se convirtió en el sustituto del PASOK y de la derecha griega, en el nuevo sicario de la troika, en el gestor de la política criminal de la UE contra los refugiados, invitado permanente a la cúpula de la socialdemocracia europea y socio y amigo de Israel. Todavía esperamos de los amigos de Tsipras una crítica y un repudio a su gobierno y su política.

 

La respuesta de la clase trabajadora griega

La respuesta al último memorando ha sido la sexta huelga general contra Tsipras y la troika. Pararon los ferrocarriles, el transporte urbano y marítimo, los controladores aéreos, los medios de comunicación, los hospitales públicos, los funcionarios y, en escala menor, los trabajadores del sector privado. Salieron a la calle por miles, junto a los pensionistas, jóvenes, parados, campesinos y sectores de la clase media arruinada.

La verdad es que no se le puede exigir más a un pueblo heroico que ha sufrido una devastación económica y social equivalente a la de una guerra; un pueblo que ha sido vilmente traicionado, primero por el PASOK y después por Syriza. No se le puede pedir más cuando la convocatoria era a una huelga de 24 horas, testimonial y aislada de una perspectiva estratégica de repudio del pago de la deuda, ruptura con la UE y el Euro, nacionalización de los bancos y toma de la economía en sus manos. No se le puede pedir más a una clase trabajadora que ha quedado aislada internacionalmente, abandonada por la burocracia sindical, la socialdemocracia y los amigos de Tsipras.

Es necesario construir una respuesta internacionalista

Es hora de levantar la solidaridad activa con la clase trabajadora y el pueblo griego, de ir construyendo una respuesta internacionalista a escala europea. Una respuesta apoyada en el sindicalismo combativo y en una izquierda que tenga claro que no hay salida sin enfrentarse de forma unificada a la Europa del Capital y sin abrir una vía de ruptura revolucionaria con la UE y el Euro, sobre cuya base construir la Europa de los Trabajadores y los Pueblos, los Estados Unidos Socialistas de Europa.