Cuando el pasado 24 de febrero amanecimos con las imágenes de una arrolladora invasión del segundo ejército más poderoso del mundo en territorio ucraniano, la abrumadora disparidad de fuerzas sugería que la “guerra relámpago” del Kremlin obtendría lo que quería en cuestión de días. Un mes después, aunque Putin asegure a los rusos que “todo marcha acorde al plan”, la realidad en el terreno muestra que el Ejército regular y el pueblo en armas, contra todo pronóstico, resisten con tal fuerza que los avances del invasor están siendo cada vez más lentos y costosos.

Aunque no es posible verificar, el gobierno de Ucrania asegura haber abatido 16.100 soldados rusos. La OTAN estima que Rusia sufrió entre 30.000 y 40.000 bajas, entre 7.000 y 15.000 muertos[1]. El 21 de marzo, el Komsomolskaya Pravda, periódico alineado con Putin, publicó una cifra de casi 10.000 soldados rusos muertos, pero borró la información en pocos minutos. Si ese dato fuera exacto, significaría que el Ejército ruso perdió, en menos de un mes, un número cercano a las 15.000 bajas sufridas por el Ejército soviético en nueve años de guerra en Afganistán durante la década de 1980[2]. Por parte del Kremlin, el último reporte oficial admite solo 1.351 muertos en combate.

Lo cierto es que la única ciudad importante que los rusos controlan efectivamente es Jersón, a orillas del mar Negro. Pero, incluso allí, las manifestaciones de la población local contra los ocupantes se suceden casi a diario. Tampoco el control de Jersón ha posibilitado, hasta ahora, progresos rumbo a la estratégica ciudad de Odesa, donde la población se prepara como puede para el asedio.

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Kiev, la capital de Ucrania, el objetivo político-militar más importante de Putin, no solo no ha sido tomada, sino que el asalto ruso, anunciado como inminente en varias ocasiones, ha sido detenido en las afueras de la ciudad. Las fuerzas ucranianas luchan en las localidades de Irpin, Bucha y Makariv, antesala de la capital, tratando desesperadamente de repeler al enemigo. El invasor, estancado, apela a constantes bombardeos sobre barrios periféricos, sin discriminar entre objetivos militares y áreas civiles.

En Járkov ocurre algo similar. La segunda ciudad más importante del país, en el norte, resiste bajo un intenso asedio y bombardeo por parte de los rusos.

Mariupol, en el sudeste, quizá sea el símbolo tanto de la saña de los rusos contra el pueblo ucraniano como de la resistencia desesperada de una nación que lucha por su derecho a existir. Casi desde el comienzo de su guerra de conquista, las fuerzas rusas mantienen un sitio sobre esta ciudad. A esta altura, la lucha en Mariupol es calle a calle. Los rusos, apoyados por tropas chechenas y mercenarios que combatieron en Siria, aseguran que controlan la mitad de la ciudad. Por otra parte, el empleo de esas tropas extrajeras indica la preocupación del Kremlin sobre el impacto que las bajas rusas pueden provocar en su propio país.

El drama de los civiles en Mariupol es desgarrador. Si antes de la guerra la ciudad contaba con más de 400.000 habitantes, ahora se estima que cerca de 100.000 civiles siguen atrapados en el cerco ruso, sin calefacción, agua potable, comida, medicinas ni condiciones de enterrar dignamente a sus muert@s, que son arrojados a toda prisa a fosas comunes o, simplemente, yacen en las calles. Las imágenes de la destrucción de la ciudad y la situación desesperada de la población de Mariupol, bombardeada por los rusos incluso en periodos de evacuación previamente acordados, puede compararse, sin temor a exagerar, con el sitio de la Alemania nazi a Leningrado entre 1941 y 1944.

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Ante las dificultades para avanzar sobre el terreno, que obedecen ante todo a problemas logísticos de toda índole y la sorprendente resistencia ucraniana, Rusia parece concentrarse en bombardeos a mansalva –por aire, mar y tierra– contra centros urbanos, incluso apelando a modernos misiles supersónicos.

Hasta ahora, se estima que más de 10 millones de personas, una de cada cuatro en Ucrania, han abandonado sus hogares. La mitad de la población de Kiev ha abandonado la ciudad. Del total de desplazados, 3,7 millones se han refugiado en el extranjero desde el inicio de las hostilidades. La ONU asegura que se trata del éxodo más rápido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Entre l@s refugiad@s, la mayoría son mujeres y niños. De hecho, cerca de 4,3 millones de niñ@s ucranian@s, es decir, la mitad de la población infantil, tuvieron que dejar sus casas. Ucrania denuncia que 135 niñ@s han muerto y otros 184 resultaron herid@s por ataques rusos. El bombardeo salvaje al hospital materno infantil de Mariupol y el ataque al Teatro Dramático de esa misma ciudad, en el que la palabra “niños” estaba escrita dos veces en el suelo para alertar que, en ese recinto, se resguardaban civiles, muestra el grado de barbarie de la agresión rusa contra Ucrania. Se estima que más de mil civiles se encontraban dentro del Teatro, de los cuales murieron al menos 300 personas.

Ucrania resiste. Pese a las bombas, el sitio de sus ciudades y penurias de todo tipo. Las ciudades no se rinden. Hace pocos días, Putin dio un ultimátum a Mariupol, pero l@s ucranian@s lo rechazaron de plano. En Kiev y otras urbes, además de los problemas de calefacción y abastecimiento, la población se encuentra exhausta, hacinada en los abrigos antibombas, en los que ni siquiera puede dormir por los ataques o el terrible ulular de las sirenas antiaéreas. Pero Ucrania resiste.

Millones de ucranian@s lo han perdido todo y deben huir de su país

En el terreno diplomático tampoco hubo avances. Putin dejó más claras sus intenciones exigiendo la neutralidad de Ucrania, esto es, su no ingreso en la OTAN; la aceptación oficial de la anexión rusa de Crimea; y el reconocimiento de la independencia de las “Repúblicas” de Donetsk y Lugansk, ocupadas por facciones separatistas prorrusas en 2014 y reconocidas por el Kremlin pocos días antes su ofensiva contra Ucrania.

El gobierno de Zelenski, profundamente neoliberal y proimperialista, hasta ahora no ha cedido territorio ucraniano. Sí lo ha hecho sobre su entrada en la OTAN, admitiendo que Ucrania no será uno de sus miembros. En la cuestión del reclamo ruso del Donbás, la descomunal movilización del pueblo ucraniano contra el invasor presiona al gobierno local a no capitular groseramente, al menos por ahora. Aunque en ocasiones, Zelenski emitió señales de estar dispuesto a hacer concesiones más duras, pero cubriéndose las espaldas, diciendo que cualquier acuerdo deberá estar avalado por un referéndum.

El pueblo ucraniano, que ha demostrado tener la fuerza social para enfrentar el segundo poder militar del planeta, no tiene motivos para confiar su suerte al gobierno burgués y fantoche del imperialismo de EEUU y la Unión Europea (UE) que preside Zelenski.

Tarde o temprano, el gobierno de los oligarcas ucranianos capitulará ante Putin, probablemente cediendo, en el mismo acto, a las presiones del imperialismo estadounidense y europeo.

El último mes, por otra parte, ha mostrado que la hipocresía del imperialismo no tiene límites. Más allá de la retórica de “apoyo” y “solidaridad” hacia Ucrania, lo concreto es que esta nación oprimida, invadida por todas partes, no recibió ningún tipo de armamento con el peso y la tecnología capaces de enfrentar seriamente la superioridad rusa. Ucrania, a pesar de insistentes pedidos, no recibió un único avión de combate. Por el contrario, mucho del material militar enviado por los gobiernos de EEUU y Europa, como lanzamisiles y ametralladoras, es considerado inútil en esos países imperialistas. Por eso, la exigencia a todos los gobiernos, imperialistas o no, de un envío incondicional de armas pesadas a Ucrania es una tarea central en este momento[3].

En este contexto, cuando se cumple un mes de la bárbara invasión rusa a Ucrania y de la heroica resistencia de la nación oprimida y agredida, es vital fortalecer la campaña de solidaridad efectiva para el pueblo ucraniano. El movimiento obrero y de masas, así como cualquier organización que se reivindique socialista y hasta demócrata, debe ubicarse en la primera línea de apoyo a la Ucrania ocupada por las tropas de Putin. Solo desde el apoyo a la resistencia ucraniana se puede combatir y desenmascarar a la OTAN, EEUU, la UE y al propio gobierno burgués de Zelenski, incapaz de encarar la lucha contra el agresor ruso hasta las últimas consecuencias.

Desde esta posición debemos acudir al llamado de Yuri Petrovich Samoilov, presidente del Sindicato Independiente de Mineros de Krivoy Rog (región de Dniepropetrovsk, Ucrania), que convoca a la clase trabajadora mundial a solidarizarse con la resistencia de su país, empeñada en ganar una “guerra por la independencia de Ucrania”[4]. Los sindicatos, partidos y organizaciones que se reclaman de la clase trabajadora deben difundir ampliamente el pedido de ayuda internacionalista de los mineros ucranianos.

En el frente y en la retaguardia, el pueblo ucraniano se organiza y combate al agresor

Hay que organizar colectas de fondos para ayuda humanitaria urgente. Hay que organizar charlas para disipar las confusiones y explicar el carácter de esta guerra y cómo esto afecta los intereses de la clase trabajadora ucraniana, rusa, europea y mundial. En ese sentido, es ineludible la polémica con los partidos estalinistas que apoyan a Putin y con un amplio arco de organizaciones pacifistas que se oponen a la guerra, pero sin decir que el fin de la guerra y “la paz” pasa, concretamente, por la derrota de Putin y por manifestar un apoyo explícito a la resistencia ucraniana.

Debemos impulsar, como viene ocurriendo en Europa y otros lugares del mundo, movilizaciones de apoyo a la resistencia ucraniana. En esas manifestaciones, como planteamos en nuestra última declaración es necesario “…exigir de los gobiernos (en especial de los países imperialistas) que entreguen a la resistencia ucraniana las armas y todos los materiales necesarios (municiones, alimentación, medicamentos) de modo directo y sin ninguna condición. Estamos totalmente en contra de la entrada de la OTAN en el conflicto, y exigimos su disolución. También llamamos a combatir las medidas de ‘fortalecimiento’ de los ejércitos que la componen (como acaba de anunciar el gobierno alemán), porque son una amenaza para todos los pueblos del mundo. Lo que decimos es que hay que exigirles a esos gobiernos que entreguen las armas a la resistencia ucraniana directa e incondicionalmente”[5].

No es posible prever cuanto más durará la guerra contra Ucrania. Un análisis estrictamente militar indicaría una victoria rusa como escenario más probable, principalmente debido a su superioridad en todos los terrenos, aunque a un costo muy alto. Putin tiene prisa, porque cada día que pasa sin que él pueda presentar una “victoria” incide en el aumento de la indignación de la propia población rusa, sometida a los caprichos de una dictadura infame. Los últimos informes indicaban que más de 10.000 personas habían sido arrestadas por protestar contra la guerra, un “delito” penado con hasta 15 años cárcel en Rusia.

Pero la victoria militar rusa no significaría, necesariamente, el fin de la resistencia ucraniana ante el ocupante extranjero. Mucho menos borraría el heroísmo demostrado hasta ahora por l@s ucranian@s, que emociona el mundo. La tarea, en este momento, dentro y fuera de Ucrania es cerrar filas ante la guerra de conquista de Putin contra una nación oprimida y más débil. Ucrania resiste un mes después de haber sido invadida. Eso es lo importante y sobre este hecho debe apoyarse una fuerte campaña de solidaridad de clase, internacionalista, hacia el pueblo ucraniano.

¡Trabajador@s del mundo, uníos en apoyo a la resistencia ucraniana!

Notas: 

[1] Ver: <https://www.france24.com/es/europa/20220324-guerra-en-ucrania-otan-rusia-ucania-guerra-informativa>.

[2] Ver: <https://www.dw.com/es/peri%C3%B3dico-pro-kremlin-publica-cifra-de-casi-10000-soldados-rusos-muertos-y-luego-lo-borra/a-61215527>.

[3] Ver: <https://litci.org/es/armas-para-la-resistencia-ucraniana/>.

[4]  Ver: < https://litci.org/es/entrevista-con-yuri-petrovich-samoilov-dirigente-minero-ucraniano/ >.

[5] Ver: <https://litci.org/es/por-una-gran-campana-internacional-de-apoyo-y-solidaridad-con-la-resistencia-ucraniana-por-la-derrota-de-la-invasion-del-ejercito-ruso-no-a-la-otan/>.