Actualmente existen muchos debates entre el activismo que lucha en escala internacional, especialmente sobre cómo enfrentar las crisis que impone el capitalismo. Llevamos casi dos años de una pandemia que está muy lejos de ser controlada y que demostró, una vez más, que quienes más sufren sus consecuencias son los países pobres y la clase trabajadora mundial.

Estamos ante la posibilidad de un colapso ambiental, donde la vida en el planeta está amenazada. Esto es producto de la anarquía de la producción capitalista, que mantiene una relación destructiva con la naturaleza. A eso hay que sumarle la gran desigualdad social, en la que unos pocos magnates controlan casi toda la riqueza mientras los pueblos son condenados a pésimos sistemas de sanidad, condiciones laborales precarias y hasta prácticas esclavistas.

Ante esta crisis permanente del sistema capitalista vemos centenares de procesos de lucha: contra el racismo en Estados Unidos; contra el machismo, con millones de mujeres en las calles; contra el saqueo imperialista de los recursos, y por la defensa del medio ambiente. En todo el mundo explotan huelgas, e incluso vemos resistencia armada y revoluciones que derriban dictaduras. Pero todavía estamos lejos de concretar una alternativa nítida, por la positiva, contra el capitalismo. La gran mayoría del activismo se declara anticapitalista, rechaza las transnacionales, repudia a los banqueros, exige el fin de la destrucción del medio ambiente. Pero no se ha logrado destruir el capitalismo y, así, en los últimos 30 años han empeorado todos los problemas económicos, sociales, políticos.

Desde la LIT tenemos conciencia de que no basta solo luchar. Debemos construir un proyecto revolucionario, socialista, y oponerlo al sistema capitalista. Un proyecto que destruya este sistema desde la raíz y pueda construir una sociedad donde la economía y la política estén al servicio de satisfacer la necesitades de la especie humana en una relación armónica con la naturaleza. Pero, para avanzar en ese proyecto nos parece que uno de los caminos es cuestionar la invencibilidad del capitalismo.

Nos parece que el activismo social y la militancia de izquierda deben estudiar las experiencias de lucha y las revoluciones, tanto las triunfantes como las derrotadas. Ese estudio encierra valiosas lecciones para comprender mejor el presente, no repetir errores, y estar más fuertes en el combate contra el capitalismo. Nos parece muy importante que estudiemos a fondo cómo funcionaron las sociedades que intentaron construir un modelo alternativo al capitalismo, como fue el caso del proceso que se inició con la Revolución Rusa de 1917. Hay que estudiar cómo aquellas surgieron, cuáles fueron sus instituciones, sus bases económicas, y los motivos de su destrucción.

Caída del Muro de Berlín 1989.

Queremos invitar al activismo que está en medio de procesos de lucha a que se acerque a conocer, desde una mirada marxista, es decir, totalmente crítica de la historia oficial, el surgimiento, la degeneración y la caída de la URSS y de los ex Estados obreros. Sin ese estudio, sin ese balance histórico a la luz de la experiencia posterior, estamos convencidos de que no es posible encarar los desafíos de nuevas revoluciones socialistas.

Las últimas tres décadas estuvieron marcadas por una propaganda sistemática de los Estados, las transnacionales de la comunicación y los partidos políticos burgueses, en la que se repite que el socialismo no es viable, que “fracasó” hace 30 años y que quedó relegado al basurero de la historia. Una de las falacias más comunes de esta campaña es sostener que Stalin y la burocracia que gobernó la URSS desde 1924 serían una “continuidad” de la obra y del legado militante de Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin y Trotsky. Gastan miles de páginas y horas de videos para afirmar que la falta de democracia dentro de los ex Estados obreros fue una consecuencia inevitable de la doctrina comunista. También argumentan que, entre 1988 y 1991, las masas de esos Estados salieron a las calles para exigir el “fin del comunismo” y la vuelta al sistema capitalista.

Este especial presenta a las y los lectores una selección de textos especialmente escritos para discutir el trigésimo aniversario de la disolución de la URSS, además de otras herramientas, como videos y materiales de archivo, a través de los cuales queremos, a luz de conceptos muy precisos, hacer un recorrido por la historia de la ex URSS y explicar cómo se fue degenerando.

A partir de los textos que se irán publicando en los próximos 30 días, intentaremos explicar primero qué fue el proyecto de la Perestroika y cómo la restauración capitalista fue hecha por la propia burocracia estalinista mucho antes de que las masas salieran a luchar contra la miseria a que habían sido llevadas. A partir de ahí, haremos una detallada explicación de lo que fue la burocracia estalinista, cómo surgió y cómo cambió el régimen de democracia obrera que había existido hasta la muerte de Lenin.

Haremos un recorrido sobre las implicancias de la doctrina del socialismo en un solo país, la mayor ruptura con el marxismo llevada adelante por Stalin y su camarilla, y veremos todas las repercusiones que esto tuvo en los procesos revolucionarios y en la Segunda Guerra Mundial.

Explicaremos por qué, en los primeros años de la URSS sí hubo un régimen de democracia obrera, en el que se dieron importantes conquistas sociales y democráticas; mostraremos cómo hasta 1924 el Estado Obrero estaba al servicio de la revolución mundial, dándole total prioridad a la construcción de la Tercera Internacional, que luego sería liquidada por la burocracia estalinista.

1917: Soldados marchan en Moscú con una manta que dice -comunismo-

Por otra parte, es muy importante mostrar la resistencia de las masas a esta burocracia. En ese sentido, analizaremos los procesos de revolución política, antiburocráticos, en los países del glacis soviético: Alemania Oriental, Hungría, Checoslovaquia y Polonia. También explicaremos en qué consistió el proceso revolucionario que recorrió Europa del Este hacia finales de la década de 1980 y que nosotros interpretamos como un fenómeno esencialmente progresivo, a diferencia de gran parte de la izquierda, en particular los actuales partidos comunistas.

Por fin, plantearemos algunas conclusiones para ayudar al debate. Por ejemplo, cuáles son los programas de los partidos comunistas actuales, que siempre reivindicaron el accionar de la burocracia. Haremos una caracterización sobre lo que es hoy el Estado chino, el cubano, y el actual gobierno de Putin en Rusia.

Por último, debatiremos sobre si la degeneración fue producto del estalinismo o del marxismo. Esto es fundamental para retomar el debate sobre la supuesta superioridad del capitalismo sobre el socialismo y, sobre todo, responder a la pregunta de si continúa o no siendo viable luchar por el socialismo.

Reiteramos, entonces, nuestra invitación a hacer este recorrido por la historia de la ex URSS y los ex Estados obreros.