¿Cómo es posible que el PSOE de la Reforma Laboral, Pacto de Toledo, Plan Bolonia o el artículo 135 CE, despierte ilusión?

Para entender porque esas expectativas o ilusiones se dan en algunos sectores de la clase obrera,  seríamos injustos con Unidos Podemos si el mérito se lo otorgásemos exclusivamente a Pedro Sánchez.

El partido que había irrumpido en la escena política para «acabar con el bipartidismo», «la casta» e imponer un cambio, ahora con su entrega sin condiciones a Sánchez en post de un «gobierno progresista», pone fin a un proceso de adaptación e imprime una ilusión en unos pilares del régimen del 78, como es el PSOE de Sánchez.  De nada le ha servido a IU su amarga experiencia en el gobierno Andaluz con el PSOE, presentándose de nuevo junto a sus socios de Podemos, nuevamente como las muletas del PSOE. Sin embargo, para justificar ante sus bases el giro y su propuesta de «gobierno de progreso», aluden al viejo falso dilema del bipartidismo basado en lo “menos malo”.  Esta engañosa dicotomía de la que se hacen eco los dirigentes de Unidos Podemos no solo no hace justicia, ya que fue el PSOE quien valiéndose de su barniz de izquierda introdujo las peores contrarreformas. Pero no solo genera confusión entre los sectores que tanto ansían un cambio, sino que además niega la posibilidad de un cambio real que responda verdaderamente a las necesidades de la población.

“Del 15 M”al “gobierno de progreso con el PSOE”

Uno de los momentos más agonizantes para el régimen del 78 fue la irrupción del movimiento del 15 M, donde la movilización unida a la denuncia de los aspectos antidemocráticos del mismo, desveló no solo las impurezas sino la esencia de un régimen gestado por los herederos del franquismo.  Las fricciones que la movilización abrió, cuestionando la esencia del mismo, provocaron no solo la crisis del gobierno de Zapatero sino también el cambio en la jefatura del Estado con la abdicación en Felipe VI. Sin embargo, en dicho escenario Podemos que se autoproclamaron como legatarios del movimiento 15M, pronto fueron cambiando las aspiraciones y reivindicaciones en nombre del «pragmatismo y la responsabilidad». Cuando llegaron a los Ayuntamientos optaron por cumplir la Ley de Montoro en contra de las aspiraciones populares y su propio programa. Por último se presentan como las muletas del régimen del 78. Para el giro y la adaptación cada vez más acelerada de Podemos ha sido central su papel en la desactivación de la movilización social, mostrándose al régimen como un partido de orden y responsable, mientras que hacia el interior de su partido, para neutralizar el descontento, apelan al discurso “de la gente no se mueve”.  De esta manera, Podemos como ya hizo el PCE durante la transición intenta reconducir al redil institucional el descontento social bajo la vara de mando del PSOE, lavando la cara a un pilar que había quedado herido de muerte y a que ahora resucitan al presentarlo como alternativa de gobierno.

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Construir una salida democrática y obrera desde la calles

Dirigir el descontento social a elegir entre “la opción menos mala”, aceptando las reglas existente del juego, representa una estafa a las aspiraciones de la clase obrera y sectores populares que venimos reclamando un cambio.

Desde Corriente Roja, no alimentamos ni la menor ilusión en que este gobierno puede lograr “reformas progresistas. Apostamos por no bajar la guardia, seguir organizando la resistencia y construir una oposición desde la calle que plantee una salida obrera y democrática. No es posible alentar expectativas de cambio alguno si no acabamos con las reglas actuales del juego, sustentadas en leyes electorales antidemocráticas, en instituciones heredadas del franquismo y en gobiernos  lacayos de la Unión Europea.