Desde hace tres años el CIS ha dejado de preguntar en sus encuestas sociológicas sobre la Monarquía. No parece casualidad, visto el creciente número de actos de desafección como los estudiantes excelentes que se niegan a ser recibidos por el Rey, la escoba ofrecida al monarca en Mallorca, el abucheo en el acto contra el terrorismo de Barcelona o la concentración de las Marchas de la Dignidad y otros colectivos en los premios Príncesa de Asturias. Incluso el Parlamento de Navarra se ha pronunciado a favor de un referéndum sobre la continuidad de la institución

Precisamente son varios los referéndums populares que se están organizando para fechas cercanas. El primero ya fue en Vallecas el pasado 23 de junio, participando 7.270 votantes. El próximo 29 de noviembre habrá el siguiente en la Universidad Autónoma de Madrid. Un referéndum apoyado por más de 60 profesores, investigadores y personal de las universidades españolas y que se fundamenta en que “casi dos terceras partes de la población que hoy tiene derecho a voto no pudo participar en el referéndum de 1978 que aprobó la Constitución española y que ampara la Monarquía”. Y por último el 2 de diciembre se votará en hasta 7 distritos de Madrid y 5 municipios de la Comunidad.

Desde Corriente Roja apoyamos el impulso de dichos referéndums, y animamos a todas las fuerzas políticas, sindicales y sociales a extender las consultas. La Monarquía, reinstaurada a dedo por Franco, es la negación misma de las libertades democráticas más elementales. Una institución que lejos de ser sólo “simbólica”, ha intervenido directamente contra el derecho a decidir del pueblo catalán sumándose al “a por ellos”, pero permanece inmutable cuando se saquea a la clase trabajadora. Una institución que es la clave de bóveda del capitalismo español, con un miembro de la Casa Real en prisión por corrupto, y con el Rey emérito habiendo amasado una amplia fortuna con mordidas, testaferros y paraísos fiscales (ninguna investigación judicial pondrá la lupa en esa fortuna al ser el rey inviolable). Una monarquía sin problemas en hermanarse con la dictadura teocrática de Arabia Saudí, que nada tiene que envidiar al Daesh, con tal de que prosperen los negocios. Un Rey al que, como en la Edad Media, si lo insultas puedes acabar en prisión.

Ya es hora de decidir si queremos Monarquía o República. De si queremos mantener el status quo o queremos abrir un proceso constituyente, de protagonismo obrero y popular. Que elija unas Cortes Constituyentes para una nueva Constitución que blinde el pan, trabajo, techo e igualdad, las pensiones, los derechos sociales y las libertades democráticas. Que permita a los pueblos como Cataluña decidir su futuro, donde el poder judicial se elija también democráticamente, que depure a los represores de los aparatos del Estado, que separe de manera estricta Iglesia y Estado, que libere a los presos políticos y donde las elecciones sean en reales condiciones de igualdad entre candidaturas.