Lo que es increíble de España, es que con una clase política tan inepta todavía exista el país” (von Bismarck)

  • El PP es distinto, es un partido sin ideología ni proyecto político. Es el partido de la burguesía nacida al calor de la corrupción del franquismo, es el partido de la iglesia, de la burguesía centralista y “castiza”.
  • La impunidad de los corruptos (y los corruptores, que tras todo “político” corrupto hay un empresario corruptor) actuales solo es equiparable a la impunidad que tuvieron bajo el franquismo.
  • Cientos de sindicalistas son amenazados con penas de cárcel, hay miles de multados administrativamente por defender el derecho la vivienda, titiriteros detenidos por una obra, … y la Ley Mordaza cae duramente sobre todas aquellas personas que salen a las calles a defender los derechos sociales.
  • Esperanza Aguirre dice que son solo dos “ranas” las corruptas, nosotros opinamos que es toda la charca la que esta corrompida; y que es necesario vaciarla para hacer una nueva.

La dimisión de Esperanza Aguirre tras el registro de la sede del PP de Madrid la pasada semana llegó después de la imputación/investigación de todos los concejales populares de Valencia capital, menos a su “jefa”, Rita Barbera, bien parapetada tras su cargo de senadora y sus cortinas. En la comisión de investigación de la Asamblea de Madrid,  a preguntas de un diputado, Aguirre espetó: “de los 500 cargos que he nombrado, solo dos “han salido rana”. Vaya dos, el “gerente” del PP Madrid y el Secretario General, Granados, ya en la cárcel.

Por Roberto Laxe

La Sra. Aguirre, haciendo como hacen los políticos españoles, individualiza el problema, a “ella” solo le han salido dos “ranas”, del resto del PP ni palabra; pero la Sra. Aguirre es dirigente desde hace años, de un partido en el estado español que tiene aproximadamente -cuando se escribe este articulo- unas 1000 “ranas”. Pero no “ranas de a pie”, sino jefes: los tres tesoreros, toda una comunidad, el PP de Valencia, calificada por el mismo juez como “organización criminal”, prácticamente todos los ministros de Aznar; en todas la comunidades hay casos de corrupción del PP, menos La Rioja. No será que esas “ranas” individuales, en realidad son la punta de un iceberg de corrupción que atraviesa al PP de arriba abajo.

¿De dónde viene el PP?

Para muchos el PP es el partido democrático de la derecha española surgido de la Transición, que por la vía de las elecciones se sucedió en el gobierno con el PSOE, en lo que se dio en llamar “el bipartidismo”; concepto al que, por cierto, redujeron interesadamente el de “régimen” para disolver el verdadero régimen en una de sus manifestaciones… Pues bien, aunque algo de esta reducción sea cierta, hay que aclarar primero que el bipartidismo no fue tal cual nos lo quieren vender; el PP se fundó en 1990, cuando el proyecto político que desde la derecha abanderó la Transición, la UCD de Suárez, había desaparecido. El PSOE “compitió” primero con la UCD y después con el PP.

La UCD se construyó con los sectores del franquismo reformistas, aquellos que eran conscientes de que había que “cambiar todo para no cambiar nada”, y gobernó desde 1977 hasta el 82. Este año es el del “cambio” de Felipe González y el PSOE, convenientemente edulcorado en el congreso de Suresnes; mientras la UCD agoniza y desaparece. Por su parte, el llamado “bunker”, es decir, la extrema derecha franquista -si dentro del franquismo cabe este concepto político- se agrupa alrededor de figuras de la dictadura, como Fraga Iribarne y ex ministros de Franco, un partido minoritario dentro de la burguesía, que en el 77 solo saca 16 diputados. Enarbolan, frente a la UCD que busca el pacto con la oposición, la “dureza” en la defensa de los Principios del Movimiento Nacional, es decir, del franquismo.

En 1982, cuando el capital español y europeo ve que es preciso dar el salto de la política, se habian acabado las grandes movilizaciones sociales que se habían dado a lo largo de la década anterior, a la economía, abandonan la UCD y promueven el “cambio” a través del PSOE. Dicho de otra forma, el programa del PSOE era trasladar la derrota política del movimiento de masas a la economía: la derrota política fue la imposición de la Constitución Monárquica a base de miedo a las amenazas de golpe militar (23F de 1981) y pactos “contra natura” entre el PCE, el PSOE y los reformistas de la dictadura (UCD), que supuso su integración en el nuevo régimen; la derrota económica era la reconversión industrial para entrar en la CEE (actual Unión Europea).

La década de los 80 fue aquella en la que la clase obrera española que luchara contra el franquismo desde los grandes polos industriales, que había construido las CCOO, fue derrotada y desmantelados prácticamente todos los baluartes obreros: desde la siderurgia hasta la industria química, desde el naval hasta la minería; no hubo ningún sector que se librara de la reconversión industrial y el desmantelamiento, desorganizando a la clase que había sido el motor de la lucha antifranquista.

A finales de la década, el 14D del 88, la UGT rompe con el PSOE y se convoca una huelga que será histórica por la capacidad de convocatoria, pero que a la postre fue el canto del cisne de esa clase obrera.

En toda esta década la burguesía española apuesta por el PSOE, que se convierte en “su” partido. Pero la burguesía española “castiza” siempre los consideró “advenedizos”, ejecutores de lo que ellos, por su pasado franquista no podrían haber hecho (entrada en la CEE, en la OTAN y reconversión industrial) sin provocar un gran levantamiento popular. El PSOE fueron los “indivil y mandonio” de la burguesía española dentro de la clase obrera.

Pero en el fondo su partido era otro, eran los restos del franquismo que se iban reagrupando en torno a la Alianza Popular de Fraga. Tras la HG del 14D el PSOE comienza a desfondarse y a desprestigiarse por sus enfrentamientos con la clase obrera, el GAL y la corrupción, la burguesía ve llegado el momento de retomar sus viejos proyectos de “contra reforma” de lo conquistado en la Transición, y constituye el PP. Con la clase obrera derrotada por el PSOE, el País Vasco aislado por la política del terrorismo de Estado y la dinámica enloquecida de ETA, con el marco mundial girando hacia la derecha y al neoliberalismo más salvaje (restauración del capitalismo y primera guerra de Irak), la burguesía ve llegado el momento de recuperar la manija del gobierno a través de “su” partido, el de los franquistas de siempre, el PP.

El PSOE es burgués, el PP es el partido de la burguesía “castiza”, franquista

Es importante señalar esta diferencia para entender el verdadero carácter del PP… El PSOE es un partido burgués democrático, afectado como todos por la corrupción, que durante la dictadura fue un pequeño partido obrero ilegal y perseguido. En el Congreso de Suresnes da un giro de 90%, y el PSOE se aleja del “marxismo” para avanzar al keynesianismo. Trás el 30 Congreso,  la dimisión de González y su vuelta “exitosa” a la secretaria general, se abandona oficialmente el marxismo y se transforma en un partido burgués, con votantes obreros, y un programa keynesiano (burgués) que poco a poco convertirá en neoliberal.

El PP es distinto, es un partido sin ideología ni proyecto político. Es el partido de la burguesía nacida al calor de la corrupción del franquismo, es el partido de la iglesia, de la burguesía centralista y “castiza” que vive del aparato del estado como fuente de riqueza, lo que une a todos su sectores, es la “casa común” de lo que se ha dado en llamar “el franquismo sociológico” que en ningún momento abandono la nostalgia de la “placidez” de la dictadura (Mayor Oreja dixit). Es el partido de un régimen, el franquista, que institucionalizó la corrupción como medio de enriquecimiento.

Dado que la burguesía española no era capaz de competir con la inglesa, la francesa, la alemana ni tan siquiera la italiana, en productividad del trabajo ni en calidad del producto ni en nada (la inexistente “marca España”), su único medio de enriquecimiento era ser parte del aparato del estado, saquear la riqueza social generada por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo a través de las subvenciones estatales a todos los niveles, desde el más simple ayuntamiento hasta la jefatura del estado, convirtiendo la corrupción en un mecanismo estructural de acumulación de riqueza individual a través de las “mordidas” para obras y servicios municipales de todos conocido, el 3% de los políticos catalanes, etc.

Las empresas que crecen, salvo excepciones muy concretas, son aquellas que viven del estado, en un proceso que se ve agudizado tras el desmantelamiento industrial de los años 80. El capital “castizo” es la fracción dominante de la burguesía en el estado español, y dentro de ese capital “castizo” entran de lleno los bancos que viven de la venta de sus participaciones industriales y las medidas que les favorecen desde el estado, vía subvenciones, vía exenciones de impuestos, vía otorgamiento de obras e infraestructuras a las grandes constructoras que controlan: el desmadre de construcción de infraestructuras en el Estado Español con el irracional AVE como mascarón de proa, fuente de la corrupción actual, es hijo directo de este carácter “sanguijuela” del capital español: los 50 mil millones de euros que el estado se ha gastado solo han servido para llenar las arcas de las grandes constructoras, como OHL, ACS, Acciona, etc., etc.

Por decirlo gráficamente: el PP es la inercia en el régimen del 78 de la corrupción del franquismo.

¿Es posible acabar con la corrupción sin acabar con el PP?

Es un dicho en el periodismo que no se formulen preguntas con respuesta obligada, pero hay ocasiones que la pregunta y la respuesta tiene la misma formulación. Es como preguntar si es posible acabar con la explotación capitalista sin acabar con el capitalismo. Sin embargo esta pregunta tiene otro sentido, porque la fracción dominante dentro de la burguesía española, la heredera del franquismo no solo tiene la PP como “defensor” de sus intereses.

En la Transición, ante la inexistencia de un partido burgués procedente de las entrañas del régimen, bajo los golpes de la movilización obrera y popular, la burguesía tuvo que montar uno a las carreras, la mencionada UCD, y tenía que dar la imagen de que con la muerte del Franco, no había vacío de poder: que todo estaba “atado y bien atado”. Posteriormente, cuando las aguas volvieron al cauce tras los años 80, se reagruparon en el PP. Pero durante 14 años gobernó un partido que se decía republicano, con unas tensiones nacionales, sobre todo País Vasco de aquella, que no cejaban, y la clase obrera que a lo largo de los 80 siguió luchando, en ocasiones ganando, como cuando tras la HG del 14D el gobierno se ve obligado a retirar el Plan de Empleo Juvenil que la había provocado…

En todo este periodo, gobernara la UCD o gobernara el PSOE, había unas instituciones que garantizaban que el transito era “sin rupturas”, que se basaban en el “consenso” de todos, que no había «vacío de poder»; unas instituciones que nacían de las entrañas del régimen corrupto del franquismo: el poder judicial, el ejercito y principalmente el rey (Casa Real), como sucede ahora con las negociaciones para formar gobierno, garantizan que no hay “vacío de poder”. Son unas instituciones que no han sido elegidas por nadie, que vienen de la misma matriz que el PP, al que le unen multitud de vasos comunicantes sociales, el régimen corrupto del franquismo, del que han venido intactas.

Por ello es posible hablar en un sentido de “bipartidismo”, porque en realidad en el estado español desde 1977, bajo el nuevo régimen de la Constitución del 78, han gobernado dos partidos burgueses, o el neofranquismo bajo sus diferentes formas (UCD, PP) o el PSOE. Por este motivo hay que afirmar claramente, no es posible acabar con la corrupción sin acabar con el PP, y con él, con el régimen del 78 (las instituciones que lo caracterizan), pues son parte del mismo problema.

Volviendo a los orígenes

El franquismo era la corrupción hecha régimen, muchas de las fortunas de los capos del régimen se hicieron con el “estraperlo” (contrabando); la semiesclavitud de la clase obrera o la esclavitud directa de miles de presos republicanos cimentaron empresas y capitales. La burguesía hacia literalmente lo que quería, y contaba con todo el aparato del estado, desde el TOP (Tribunal de Orden Publico, ahora conocido como Audiencia Nacional) hasta la Brigada Político Social (policía política) para imponerlo.

En la Transición pareció que esto cambiaba, pero la política de la oposición democrática, del PCE y el PSOE, y después el gobierno del PSOE del 82, permitieron que el gen franquista de la burguesía española sobreviviera: las políticas basadas en el enriquecimiento a costa del aparato del estado. Cuando el caldo de cultivo lo permitió, ese gen se reactivó a gran escala, provocando la burbuja que estalló en el 2007. Aznar, su gobierno y la ley de suelo fue el primer aviso, solo frenado por la movilización obrera y popular: pero fue el estallido de la crisis y los últimos gobiernos de ZP y, sobre todo Rajoy, los que nos han devuelto a los años 70.

La impunidad de los corruptos (y los corruptores, que tras todo “político” corrupto hay un empresario corruptor) actuales solo es equiparable a la impunidad que tuvieron bajo el franquismo: o ya nos hemos olvidado de los miles de afectados (800 muertos) por el “aceite de colza”, de la desaparición de miles de litros de aceite en Redondela y la muerte por “suicidio” en la cárcel del único encausado, etc. etc., Mientras, cientos de sindicalistas son amenazados con penas de cárcel, hay miles de multados administrativamente por defender el derecho la vivienda, titiriteros detenidos por una obra, … y la Ley Mordaza cae duramente sobre todas aquellas personas que salen a las calles a defender los derechos sociales y políticos de la población trabajadora. Los mismos jueces del régimen que tardan años en encarcelar, si lo llegan a hacer, a un corrupto -aunque nunca a un empresario corruptor-, no dudan ni dos días en enviar a prisión a dos titiriteros.

El gen corrupto sobrevivió en los 70 gracias a una Ley de Amnistía / Punto Final, que además de perdonar los crímenes políticos de los franquistas, se amnistiaban los saqueos, los robos y la apropiación de propiedades expropiadas a los republicanos, sobre las que muchos falangistas y demás franquistas construyeron sus fortunas. Esta supervivencia se manifiesta en el régimen del 78, en sus instituciones fundamentales, de las que el PP es su cara “publica”; por ello, para acabar con la corrupción es preciso enfrentarlo luchando por una asamblea constituyente que, entre otras medidas, derogue la Ley de Amnistía / Punto Final, decrete una amnistía total para todos los sindicalistas, estudiantes, titiriteros y personas que luchan por los derechos sociales y laborales, y encarcele a todos los políticos y empresarios corruptos, expropiándoles sus riquezas y propiedades.

Esperanza Aguirre dice que son solo dos “ranas” las corruptas, nosotros opinamos que es toda la charca la que esta corrompida; y que es necesario vaciarla para hacer una nueva.

Galiza, 15 de febrero de 2016