Llerena era (y sigue siendo) una población eminentemente obrera de la provincia de Badajoz. El latifundio dominaba la tierra. Sólo 12 propietarios poseían la mitad del municipio. Al otro lado, una gran masa de jornaleros malvivía entre el paro y el duro trabajo en el campo, con salarios de verdadera miseria. El PSOE y la UGT eran las organizaciones obreras dominantes.

La historia de los trotskistas de Llerena empieza cuando un joven socialista (Luis Rastrollo), estudiante de derecho en Madrid, es ganado por el dirigente trotskista Fersen. Rastrollo sería desde 1931 uno de los tres miembros del Cté Ejecutivo de la Oposición Comunista de España (OCE), y miembro de la redacción de sus publicaciones “El Soviet” y “Comunismo”. Rápidamente, Eduardo Mauricio, funcionario de justicia, se une.

En sus vacaciones de verano, Rastrollo aprovecha para dar una serie de charlas sobre la Revolución Rusa en la Casa del Pueblo local, ganando a un grupo de jóvenes socialistas. En agosto de 1932, se funda el núcleo (“radio”, se llamaba en esa época) trotskista de Llerena con 38 miembros. En ese proceso, jugó un papel importante Grandizo Munis, relacionado familiarmente con Llerena. De hecho, las publicaciones serían impresas en el negocio de su tio,

Pablo Fernández Grandizo, otro destacado izquierdista local conocido por haber proclamado la República desde el balcón del Ayuntamiento. Otros miembros de ese primer núcleo eran Carlos Llarza, Regino Marín, Félix Galán o Jose Martín.

De la propaganda a la acción

Tras esos primeros pasos de propaganda, los trotskistas pasaban a la acción. En diciembre de 1931 impulsaron la huelga general provincial en su localidad y las aledañas. Pero la gran prueba de fuego llegó en marzo de 1932. Debido a la situación de verdadera hambre que vivían los jornaleros, estos exigían que la patronal se hiciera cargo de su alojamiento durante 15 días. Los patrones sólo ofrecían 10. Mientras había una reunión de las partes con el alcalde, los obreros bloquearon el Ayuntamiento secuestrando a los patrones dentro. Mientras, saquearon sus casas. Y los patrones se vieron obligados a ceder. Durante los disturbios hubo 30 detenidos. Y hasta que no fueron puestos en libertad, la representación obrera no firmó el acuerdo. Excepto Rastrollo, el estudiante trotskista que ahora era el líder de los obreros en huelga, que quedó preso hasta junio. Durante ese año, otros 9 militantes trotskistas fueron detenidos por robar ganado a los patrones.

A raíz de esta huelga, los obreros abandonaron la UGT y se fundó bajo dirección trotskista la “Federación Local de Sindicatos Obreros”, nuevo sindicato mayoritario.

En agosto de 1932 se celebró en Llerena una gran manifestación impulsada por la OCE y el PSOE contra el golpe de estado de Sanjurjo. Para octubre, volvía el conflicto obrero. Con 800 jornaleros en paro, los trotskistas impulsan una huelga general para pedir aumento de salarios. El gobierno, prevenido por la experiencia anterior, la declara ilegal por considerarla “revolucionaria” y llena de guardia civiles el pueblo. La UGT se desvincula de la huelga. El 6 de octubre comienza la huelga con un gran impacto. Duraría hasta el día 15, y se conformarían mesas de negociación con la patronal. El gobierno nombró un juez especial para estos acontecimientos, que ordenaría la detención del comité de huelga y cerraría el local de los trotskistas. Estuvieron presos hasta mayo del 33 (cuando también re abrieron un nuevo local). Se les pedía 17 años de cárcel.

Para esas alturas, los trotskistas llerenenses habían ganado a pulso una amplia reputación y el PCE intentó

neutralizarlos intentando subordinarlos al partido. Hay que recordar que la OCE aún intentaba re-ingresar al PCE para “enderezarlo”. Se realizó un debate público al respecto entre Grandizo Munis, Llarza y Galán con representantes del PCE, que a pesar de las buenas palabras no aceptaban que el grupo entrara manteniendo sus posiciones políticas trotskistas. Este acto fortaleció políticamente a la OCE en su base obrera, frente a la postura burocrática del PCE

A pesar de ello, en las elecciones de aquel año hubo un representante trotskista (Pedro Corraliza) en la candidatura del PCE en Badajoz, y la OCE pidió el voto para el partido. Los trotskistas hicieron una amplia campaña electoral, organizando un acto en Llerena y yendo al del PSOE a debatir. También participaron en diversos mítines del PCE por la provincia. Los resultados dan imagen de la fortaleza de los trotskistas llerenenses. Obtuvieron el 11% de los votos, mientras que la media del PCE en la provincia no llegó al 1%.

Tras la victoria electoral de las derechas, bajo impulso de los trotskistas se conformó la Alianza Obrera, que unía a todas las fuerzas obreras. En febrero se realizó un gran mitin antifascista, y del 5 al 14 de junio se impulsó la huelga general, que tuvo en Llerena uno de sus centros más activos y violentos de todo el país. Hubo 400 detenidos en esas jornadas, 40 de ellos trotskistas. A pesar de que la huelga fue un fracaso a escala estatal, la ferocidad con la que los troskistas llerenenses se batieron hizo que un grupo de militantes del PSOE se uniera a ellos.

En 1935 el grupo se conforma como uno de los núcleos más importante de lo que ya era la Izquierda Comunista de España, nuevo nombre del grupo al constituirse como un partido definitivamente independiente del PCE, decisión que los hizo debatir duramente con Trotsky. Rastrollo, el principal dirigente, abandona el pueblo para construir la ICE en Galicia. Eduardo Mauricio queda como el principal dirigente, siendo nombrado miembro de la dirección del POUM cuando este se funda en septiembre. Grandizo Munis se opuso a dicha fundación.

Ejemplo de la importancia del núcleo de Llerena, a los que Juan Andrade calificaba como “la base obrera más fuerte del partido”, es que el mismo Andreu Nin intentó ser candidato del Frente Popular por Badajoz, aunque el resto de partidos no lo aceptó. En esta época, “La Batalla”, el periódico de POUM, se vendía más del doble que cualquier otro periódico obrero en la localidad.

En esta época el POUM consiguió 12 fanegas de tierra, que fueron explotadas de forma cooperativa por los jornaleros. Para julio de 1936, cuando los generales dan el golpe, el POUM sumaba 230 militantes en Llerena. Días antes su sindicato se había fusionado con la UGT, poniéndolos al frente de manera completa del movimiento obrero.

Guerra y Revolución

La última página de la historia de los militantes de Llerena es la más heroica. Como respuesta al golpe estalla la Revolución Social. Se conforma un nuevo gobierno renombrado como “Comité Antifascista” que ante la huida o boicot de la burguesía local, toma el control de la economía. Los derechistas locales son encarcelados (nadie es

fusilado). Además, se expropia todo el armamento para organizar las milicias de defensa. El 5 de agosto, las tropas del ejército de África, que van en dirección a Madrid desde Sevilla, se concentran en Llerena la roja. El asalto es brutal, aunque las milicias se defienden hasta el fin. Los últimos milicianos se atrincheran en la torre de la iglesia y se niegan a la rendición. Las tropas pegan fuego a la iglesia con los milicianos dentro.

En Llerena, como en toda España, hay un verdadero exterminio. Compañeros como Félix Galán o Jose Martín caen en el combate. Hay decenas y decenas de fusilados, a quienes obligan a cavar su propia fosa. Entre ellos Pablo Fernández Grandizo, que muere atado por las muñecas a otro fusilado. Rastrollo es también fusilado en Santiago de Compostela. Eduardo Mauricio pudo a escapar a Francia. Grandizo Munis, que siempre respaldó las posiciones de Trotsky en su polémica con sus compañeros llerenenses, estaba en México cuando comenzó la guerra civil volvió inmediatamente a España. Fue encarcelado por el gobierno del Frente Popular, y dejado en una celda de castigo del Castillo de Montjuic (por organizar a los presos revolucionarios encarcelados) para que fuera allí capturado por los franquistas, aunque pudo escapar en el último momento. Tomó la palabra en el funeral de Trotsky y fue una de las personas claves en el juicio contra su asesino.

La historia de los trotskistas de Llerena es el mejor ejemplo de cómo un pequeño grupo comenzando desde cero, puede llegar a dirigir una revolución, a condición de soldarse al movimiento obrero. Grandizo Munis, el mayor dirigente trotskista español, a pesar de que vivió intensas polémicas con ellos, no dudó en autoinculparse para exonerar a sus compañeros, cuando fueron perseguidos por el gobierno del Frente Popular. En el siguiente número de Página Roja abordaremos la polémica con el POUM, pero no lo podíamos hacer antes de dar a conocer la historia de los militantes trotskistas de Llerena.

Hacemos nuestra la dedicatoria que Munis brindó a sus compañeros, vecinos y amigos en el libro “Promesas de victoria, jalones de derrota”:

A mis camaradas Luis Rastrollo, Félix Galán, José Martín, recios e inteligentes luchadores de la revolución socialista, asesinados por el verdugo Franco; a mi tío, Pablo Grandizo, asesinado por el mismo; a todos los muertos por la revolución durante las batallas de España, nobles representantes de una generación que supo emplear su vida.

Esta dedicatoria no es sólo un cálido recuerdo. En ella va la tenacidad combativa de quienes hemos quedado en pie. ¡Vosotros, los caídos generosamente: salvaremos vuestro esfuerzo con nuestro esfuerzo o con vosotros iremos a disolvernos a la tierra!”