El Acuerdo de París, de 2015, prevé que el límite de seguridad para el calentamiento global es de 1,5° a 2°C en relación con los niveles preindustriales. En el año 2019, los datos

[1] de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentados en la COP25, en Madrid, muestran que será el segundo o tercer año más caliente, desde 1850. Actualmente, la temperatura media en el planeta está aproximadamente 1,1 grados Celsius por encima del registrado en el período preindustrial y 0,2 grados Celsius arriba de 2011-2015. Además, las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, que alcanzaron un nivel récord de 407,8 partes por millón en 2018, continúan subiendo en 2019 y llegarán a 410 partes por millón.

Esas informaciones preliminares del año 2019 fueron presentadas el segundo día de la COP25, que se está realizando en Madrid, en el Estado español, con la presencia de representantes de cerca de 200 países. Una vez más, los datos de las organizaciones científicas muestran que la Tierra camina hacia el caos climático sin que los gobiernos y las autoridades, que deberían estar preocupadas con la situación, hayan tomado providencias para preservar el planeta y la vida en él.

No es la primera vez que las organizaciones científicas presentan los datos catastróficos en relación con el calentamiento global. En el último período, todos los años se informan esos números y las previsiones son más catastróficas. En caso de que las emisiones no sean reducidas en 7% al año, el mundo camina hacia un aumento de temperatura de 3,2°C en relación con los niveles preindustriales hasta el año 2100.

Las consecuencias se presentan también en 2019

El nivel de los mares subió en la última década cuatro milímetros por año. Eso amenaza las zonas costeras, donde hasta 2050 vivirán más de mil millones de personas. Además, el dióxido de carbono que va para las aguas oceánicas provocó un aumento de 26% de la acidez del agua desde el inicio de la era industrial y continúa aumentando, provocando la degradación de los ecosistemas marinos.

Hubo un aumento de las precipitaciones en algunas áreas y profundización de las sequías en otras. También, claro, de las olas de calor que afectaron a varios países, principalmente de Europa, donde los cuatro últimos años fueron los más calientes ya registrados en el planeta.

Julio de 2019, cuando varias olas de calor afectaron a Europa, fue el mes más caliente de la historia. Las temperaturas llegaron a 46°C en Francia; 42,6°C en Alemania; 38,7°C en el Reino Unido, 41,8°C en Bélgica; entre otros países que experimentaron temperaturas nunca vistas.

Fenómenos extremos están cada vez más presentes dijo el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, en la presentación del informe en la COP25: “En el día a día, los impactos de los cambios climáticos ocurren por medio de condiciones meteorológicas extremas y ‘anormales’. Y, una vez más, en 2019 los riesgos relacionados al tiempo y el clima son altos. Olas de calor e inundaciones que acostumbraban ser eventos que ocurrían ‘una vez por siglo’ se están tornando más regulares. Países, de las Bahamas al Japón y Mozambique, sufrieron el efecto de ciclones tropicales devastadores. Incendios forestales barrieron el Ártico y Australia”[2].

Todo eso se concreta con consecuencias en la salud y en la seguridad alimentaria y las migraciones de poblaciones. El informe de la OMM dice también que después de diez años en que venía disminuyendo el hambre en el mundo, esta comenzó a aumentar nuevamente.

“La variabilidad climática y eventos climáticos extremos son algunos de los principales factores que explican el reciente aumento del hambre en el mundo. En 2018, llegó a más de 820 millones de personas. En 26 de los 33 países afectados por crisis alimentaria en 2018, la variabilidad climática y eventos climáticos extremos agravaron la situación”[3].

Solo entre enero y junio de 2019 hubo más de diez millones de desplazamientos internos de población, siendo que de acuerdo con el mismo informe, siete millones fueron provocados por eventos de riesgo como ciclones y huracanes. Como fue el caso del ciclón Idai en el sudeste de África, el ciclón Fani en el sur de Asia, el huracán Dorian en el Caribe, y las inundaciones en Irán, en las Filipinas y en Etiopía.

¿Tiempos de actuar?

La COP25 adoptó el lema “Tiempo de actuar”. Y el secretario de la ONU, António Guterres, afirmó en el discurso de abertura que es preciso interrumpir “nuestra guerra contra la naturaleza”. Dos frases que nuevamente no pasan de la intención de provocar efecto.

Hace más de 40 años, ya se advertía sobre la utilización de los recursos naturales de forma desenfrenada por el capitalismo. Y ya son 25 años de la realización de Cúpulas Ambientales en que dicen que están discutiendo estrategias de desarrollo económico, considerando la preservación del medio ambiente y el uso consciente de recursos naturales. Ya pasaron cuatro años desde el Acuerdo de París, donde se discutió un compromiso internacional con el objetivo de minimizar las consecuencias del calentamiento global.

Nada fue hecho por los gobiernos, autoridades y grandes empresas que se dicen los grandes representantes de la humanidad y responsables por su desarrollo, nada cambió en la ganancia de más y más lucros. O mejor, cambió para peor. Las irresponsabilidades quedan cada vez más visibles y el sufrimiento de la población pobre del plantea con las consecuencias de la crisis ambiental se profundiza.

Entonces, ¿alguien todavía cree que va a haber alguna actitud por parte de los dueños del gran capital y de los gobiernos que los sirven? ¿Se puede creer en ese lema “Tiempo de actuar” adoptado por la COP25?

Además, el secretario de la ONU dijo que es preciso interrumpir “nuestra guerra contra la naturaleza”. ¿A quién se refiere? ¿A los trabajadores y trabajadoras, pueblo pobre, población indígena y a la juventud que han estado en las calles luchando para defender el planeta y una vida digna?

Lo que sabemos es que de toda la riqueza generada en el mundo, 82% queda en manos del 1% más rico del planeta. Según la Oxfam, “La fortuna de los billonarios del mundo aumentó 12% en 2018, o U$S 2.500 millones por día, mientras la mitad más pobre del planeta vio su riqueza reducida en 11%”.

Esos datos por sí solo muestran quiénes son los responsables por la crisis climática y, al mismo tiempo también nos dicen que no existe ninguna posibilidad de que ese 1% más rico del plantea, que ha acumulado tanta renta, va a tomar medidas para cambiar el curso de la crisis ambiental. O incluso que los gobiernos que son representantes directos o indirectos de ese 1% van a tomar medidas que se enfrenten con sus amos.

Cualquier medida, que no sea solo distracción, significa enfrentarse con el sistema capitalista, basado en la explotación y en la ganancia.

La salida es continuar en las calles, profundizar las luchas y derrotar el sistema capitalista

Aunque no haya tenido espacio en los medios de comunicación como la huelga general por el clima que se realizó en setiembre, el último 29 de noviembre varias movilizaciones también se extendieron por el mundo en la que fue denominada cuarta huelga por el clima.

Con la juventud al frente, el reclamo por medidas que garanticen las condiciones de vida para las próximas generaciones tomó las calles en los últimos dos años. “El mundo despertó frente a la emergencia climática” fue el lema de la protesta realizada el 6 de diciembre en Madrid.

El único camino es la lucha, su ampliación. Es preciso unificar la pauta ambiental con las insurrecciones contra los gobiernos y regímenes que están ocurriendo en varios países del mundo, con la juventud que lucha en las barricadas, con los trabajadores/as, las poblaciones indígenas y el pueblo pobre que toman las calles y enfrentan a la policía contra la explotación y la opresión.

Las condiciones necesarias para una vida de calidad solo puede ser garantizada por aquellos que, dentro de los países y en nivel mundial, sufren con la pérdida de vidas, el hambre, la falta de agua y de vivienda, provocados por las catástrofes ambientales y por las medidas económicas de ajuste.

Es preciso derrotar este sistema de opresión y explotación, el sistema capitalista, y construir otro sistema social y económico donde los rumbos de la sociedad sean definidos democráticamente por los de abajo. Esa sociedad solo puede ser la sociedad socialista.

Fuentes: https://g1.globo.com/natureza/noticia/2019/12/02/comeca-a-cop-25-conferencia-do-clima-da-onu-em-madri.ghtml

[1] La declaración final sobre el Estado del Clima, con datos completos de 2019 será publicada en marzo de 2020.

[2] http://climainfo.org.br/2019/12/03/2019-conclui-uma-decada-de-aquecimento-global-excepcional-e-clima-de-alto-impacto/
[3]  https://www.agenciasinc.es/Noticias/El-ano-2019-cierra-una-decada-de-calentamiento-global-sin-precedentes

Traducción: Natalia Estrada.