Después de dos largos años de espera, la sentencia a los tres exjugadores del club de futbol Arandina, no ha caído del cielo. Es fruto de la lucha y la movilización en las calles de miles que hartas de sentencias machistas, salimos a las calles estos años para exigir un cambio de leyes y la depuración de este sistema judicial que no nos cree.

Tras ella, la reacción no se hizo esperar. Familiares y amigos convocaron varias concentraciones de protesta en apoyo de los violadores y difundieron audios privados de la chica, tal y como amenazaron que harían, lo cual es denunciable. A su vez, algunas personalidades del periodismo o de la política, contribuyeron con sus vergonzosas declaraciones, al linchamiento de la menor por las redes sociales.

No es un caso aislado.

El caso arandina es un ejemplo de la criminalización que sufren las mujeres que denuncian violencia sexual. Como afirman profesionales que trabajan para atenderlas, esto no es una excepción, sino que la doble victimización a la que se ven sometidas, suele ser sistemática.

Casi siempre se les culpa o se culpan por lo sucedido, se duda del hecho o no se les cree,sobre todo cuando son menores. La violación se trivializa y la respuesta de la sociedad ya sea a traves de familia, la justicia o los medios de comunicación,sigue siendo el silencio o la revictimización. Es por esto que la mayoría no denuncian y si lo hacen, a menudo el perpetrador o perpetradores no son condenados.

«Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía»

Es por esta connivencia, pasividad y complicidad de las instituciones y del propio Estado con los delitos sexuales hacia las mujeres que hoy son ya pandemia mundial y en su mayoría quedan impunes, que millones de mujeres en tantos países se han sentido identificadas con la performance que el grupo feminista chileno «Las Tesis» llevó a cabo el 25 de noviembre y que desde entondes ha dado la vuelta al mundo, adaptando además la letra a las distintas situaciones en cada país y convirtiéndose en un himno feminista.

Como dice Rita Segato, la antropóloga cuyos estudios y teorías inspiraron la letra de esta performance, en casi todas las culturas y en todas las religiones, la mujer es oprimida. La mujer es sospechosa moralmente, vulnerable al mal y la tentación. Distintos gobiernos, incluyendo aquellos que se dicen «democráticos», han utilizado la violencia sexual para sembrar miedo y que las mujeres no se expresen y ejerzan su derecho a protestar.

Aunque el feminismo atribuye esto al «patriarcado»,que se define como algo universal e inmutable, el origen de la opresión a la mujer, que es la principal forma de discriminación social que existe hoy día puesto que afecta a la mitad de la humanidad, va ligada históricamente a la aparición de las sociedades de clases y de la propiedad privada. Y su expresión ha ido variando en las distintas sociedades puesto que al igual que el resto de opresiones, siempre estuvieron al servicio de un determinado modo de producción y para mantener los intereses de la clase dominante. En el capitalismo decadente actual, esa clase dominante sigue siendo la burguesía, que en todo el mundo saca jugosos beneficios económicos por mantener a la mujeres en la discriminación y la desigualdad.

Aunque es importante luchar por medidas como una educación sexual científica y en valores de igualdad en la escuela pública o contra la cosificación de las mujeres en la publicidad o la pornografía, no vamos a acabar con la cultura machista y de la violación que nos culpabiliza de esta, sin destruir las bases económicas sobre las que esta ideología se levanta. Es por eso que desde Corriente Roja y la LIT llamamos a la juventud y a la clase obrera a organizarse con nosotros y nosotras en la lucha por una sociedad diferente, por una sociedad socialista que cree las condiciones para una verdadera emancipación de la mujer  

¡No podemos dejar que nos arrebaten lo ganado ni las calles. Por un próximo 8M, de clase y combativo!

Detrás del cuestionamiento de esta sentencia, está el discurso de la ultraderecha para el que mujeres o inmigrantes somos culpables,sólo por el hecho de serlo. Niegan o trivializan la violencia machista,desplazando el foco hacia las mujeres que se salen de su rancios cliches y estereotipos.

No podemos bajar la guardia ni permitir que quienes por activa o pasiva son cómplices de esta violencia, nos arrebaten las calles. Este próximo 8M sobran razones y motivos para exigir a los sindicatos la preparación y legalización de una verdadera huelga general de toda la clase trabajadora por los derechos de las mujeres, en la que entre otras varias medidas, exijamos al nuevo gobierno la destitución de todos aquellos jueces o juezas que dicten sentencias machistas. Porque aunque no creemos en su justicia heredera del franquismo y al servicio de los poderosos, queremos que violadores, feminicidas y abusadores estén presos y que sean ellos los que tengan miedo y no nosotras.