Este 1 de febrero se cumple un aniversario doloroso para nosotros y nosotras. Hace 40 años, un comando fascista parapolicial asesinó a sangre fría a Yolanda González. Yolanda era una joven vasca, de sólo 19 años recién cumplidos, que estudiaba y trabajaba en Madrid. Era trotskista, militante del PST, partido que está en el origen de Corriente Roja.

En 1980, la movilización obrera y popular que había marcado el final de la dictadura aún seguía muy viva. La nueva “democracia” no había cumplido las reivindicaciones sociales, y la clase trabajadora, la juventud y las nacionalidades seguían teniendo muchos motivos para luchar. A pesar de que el franquismo formalmente ya había acabado, estos años estuvieron marcados por una intensa violencia fascista, amparada desde los cuerpos represivos del Estado.

Yolanda era una destacada dirigente de la intensa lucha estudiantil del momento, y por ello, fue señalada como objetivo. Ella fue una víctima más entre las muchas asesinadas por luchar, pero su crimen fue de una brutalidad fuera de lo común. Yolanda fue secuestrada en su domicilio, torturada y finalmente asesinada a bocajarro. Su asesinato fue parte de la represión, fue un golpe a la movilización. Quien se moviera, sabía que estaba también en la diana. Intentaba esparcir terror y parálisis entre la joven generación de luchadores/as que habían enfrentado al franquismo y seguían organizados.

Su asesinato fue ordenado por el partido fascista Fuerza Nueva, con la colaboracion de elementos ultraderechistas de los cuerpos represivos. El principal autor material del asesinato fue Hellín Moro, quien sólo pasó 14 años en la cárcel, tras una dura batalla plagada de obstáculos en su proceso judicial. Y ello porque una investigación periodística destapó el retiro dorado en la dictadura de Stroessner en Paraguay, al que escandalósamente le habían permitido fugarse. Aún recientemente, este sicario seguía recibiendo favores desde el aparato del Estado, desempeñándose en laborales judiciales y de asesoriamento a las fuerzas policiales durante años. Por ello, facturó un mínimo de 140.000€. Esto, de nuevo, descubierto sólo por la labor periodística. En el asesinato también estuvieron implicados otros militantes de Fuerza Nueva y miembros de la policía y la Guardia Civil.

El nuevo gobierno de coalición ha incluido en su acuerdo programático un apartado sobre reparación de las víctimas del franquismo. Es el momento de que Yolanda sea reconocida de una vez como víctima del terrorismo, y sobre todo de aclarar definitivamente quiénes y por qué desde dentro del aparato judicial y policial han beneficiado al asesino de Yolanda.

En este 40º aniversario se sucederán numerosos actos de recuerdo y homenaje. A pesar de que han transcurrido tantos años, sus compañeros y compañeras de militancia y su familia nunca han dejado que su recuerdo se apague. Tampoco el fascismo la ha olvidado, y han atacado repetidas veces la placa que con su nombre rotula unos jardines de Aluche, no lejos de donde fue secuestrada.

Yolanda murió luchando por las banderas de la revolución y el socialismo. Luchó por la clase trabajadora, la juventud, los derechos de la mujer y de las nacionalidades. Son las mismas banderas por las que Corriente Roja continuamos luchando hoy. Incluso quienes no pudimos conocerla llevamos a Yolanda con nosotros y nosotras cada día que militamos en el camino que ella abrió antes de nosotros/as.

Yolanda, mientras tu partido siga luchando, tu legado será presente.

Yolanda, gogoan! ¡No te olvidamos!

Para saber más sobre Yolanda, recomendamos el libro de Caros Fonseca “No te olvides de mí” (pincha aquí) y el documental de Isabel Rodríguez “Yolanda en el país de lxs estudiantes” (pincha aquí).