El 8M volvió a ser una grandísima jornada de lucha con huelga, paros y movilizaciones por todo el territorio estatal, incluso donde nunca se habían dado. Un 8 de Marzo masivo, que volvió a ser referencia mundial. Y aunque la participación era muy heterogénea, las y los estudiantes, en especial de secundaria, volvieron a llenar las calles, destacando también la presencia de trabajadoras jóvenes de los sectores más precarizados.

Pero para que esta gran jornada de lucha no acabe convirtiéndose únicamente en un día festivo y de desahogo social, estamos obligadas a abrir un debate que nos permita señalar sus límites y peligros y cómo superarlos.

¿Hacia dónde camina la «Huelga feminista»?

Es cierto que los paros tuvieron amplio seguimiento en algunos sectores laborales y una minoría secundó la huelga de 24 horas.Pero salvo en estudiantes, no podemos afirmar que hubo Huelga General y se paralizó la producción, que es lo que las mujeres hubiéramos necesitado.

Tampoco hubo Huelga feminista. Muchas mujeres no se sintieron interpeladas a parar, ya que pese a la convocatoria y cobertura legal existente, no se las llamó a asambleas en sus lugares de trabajo donde debatir la huelga, ni se prepararon en serio los piquetes que caracterizan toda huelga general.

Esta Jornada de lucha no puede ser un día donde a las acciones de protesta se sumen miembros del gobierno y representantes de instituciones, o que incluso las acaben encabezando. Tampoco servir para que empresarios y empresarias, cómplices de nuestra explotación, aprovechen el día para hacer caja. Por eso no es exagerado decir que si se continúa por este camino, hay un riesgo real de que el 8M se acabe convirtiendo en otro 28J, Día del Orgullo Gay, en el que gobiernos e instituciones aparecen como gobiernos democráticos y tolerantes con la diversidad sexual ese día, mientras las empresas aprovechan para obtener pingües beneficios económicos.

En cuanto a la Huelga de cuidados, que era otro de los ejes, tiene sentido y es correcto llamar a los hombres a organizarse y encargarse de los cuidados y las tareas domésticas ese día, para facilitar el paro femenino y que las mujeres estuviésemos a la cabeza de la jornada. Pero creemos que realidad, en cada lucha habría que reorganizar esas tareas para lograr una participación e implicación igual de hombres y mujeres. Desde CR peleamos para que las organizaciones políticas, sindicales o estudiantiles de clase, se doten de mecanismos permanentes para asegurarlo.

Llamar a las mujeres a parar los cuidados para pedir una mayor «distribución y responsabilidad social del mismo» nos parece insuficiente porque no va a la raíz del problema.Necesitamos levantar reivindicaciones políticas y económicas concretas, que atenten contra las estructuras del poder político y el sistema económico que vivimos, que legitiman esta división social injusta del trabajo.La huelga, que supone un gran esfuerzo para quienes la llevan a cabo, es una herramienta de la clase trabajadora, en este caso con las mujeres a la cabeza, para exigir a gobiernos e instituciones y a la patronal, medidas sociales y laborales concretas y necesarias.

Por todo ello, pensamos que es necesario dar continuidad a un debate que está instalado en el movimiento feminista: existe un amplio acuerdo sobre la necesidad y legitimidad de esta huelga. Pero no lo hay sobre quién, cómo y por qué tiene que salir a la huelga el 8 de Marzo. Consideramos equivocado creer que si SOLO las mujeres paramos, se para el mundo.Porque entonces ni los gobiernos se sienten interpelados, ni la patronal siente el golpe, ya que a ellos sólo les duele su bolsillo y no la vida de las mujeres

¿Y ahora, cómo continuar la lucha?

El 8M,que es expresión de la lucha de clases actual, ha logrado unificar la lucha entre distintos sectores y poner encima de la mesa tareas clave y reivindicaciones, que son DEL CONJUNTO de la clase trabajadora.

No hay salida a la violencia machista y a la desigualdad, sin lucha obrera y sin cambiar las reglas del juego que nos impone este sistema capitalista y este régimen antidemocrático.

Acabar con la brecha salarial y en pensiones, con nuestra mayor tasa de paro, precariedad y pobreza, con el aumento de la violencia machista y la impunidad frente a ella o poner en marcha Servicios públicos y Políticas de igualdad exige:

-Derogar las reformas laborales y en pensiones del PPSOE

– Depurar este sistema judicial lleno de jueces y juezas machistas y no sólo cambiar las leyes

– Ruptura del Concordato para una verdadera separación Estado-Iglesia y el fín de los privilegios de esta institución que justifica y legitima nuestra opresión.

– Derogar el art 135, suspender el pago de la Deuda pública hasta garantizar las necesidades sociales y enfrentar el ajuste al déficit que nos impone la UE,