Elecciones generales 28 de AbrilBajo la Constitución del 78 y los dictados de la UE, votes lo que votes, no habrá cambio para la clase trabajadora, la juventud y las nacionalidades

Entendemos la angustia de tantas trabajadoras/es que se enfrentan otra vez al dilema del «mal menor» y del «voto útil». Este sentimiento es aún mayor ante el surgimiento de Vox y la posibilidad de un pacto de las derechas en La Moncloa.

No hace falta extenderse sobre las barbaridades que podemos esperar de un gobierno tripartido de las derechas. Es igualmente claro que un gobierno PSOE-C’s, si bien evitaría las medidas más truculentas, mantendría intactas las reformas laborales, si no las profundizaría; lanzaría una nueva ofensiva contra las pensiones; sería abiertamente beligerante contra Cataluña, y aplicaría sin reparos nuevos recortes.

Pablo Iglesias nos dice que votemos a Unidos Podemos (UP) porque así Sánchez no se irá con C’s y podrá incluir algunos ministros de UP en el gobierno del PSOE. Pero ¿podemos esperar de un gobierno PSOE-UP cambios dignos de tal nombre o sería otro «mal menor»?

El Congreso y el Senado se basan en una ley electoral antidemocrática que precedió a la propia Constitución con el fin de asegurar la supremacía de las fuerzas reaccionarias, cargándose el principio de una persona, un voto y primando escandalosamente las zonas rurales.

Bajo las reglas de juego de la Constitución del 78 y de los dictados de la UE no es posible ningún cambio de verdad a favor del pueblo trabajador

La Constitución del 78, a cambio de legalizar libertades que el pueblo ya había arrancado en la calle, acató la monarquía restaurada por Franco, aceptó la impunidad de los crímenes del franquismo, asumió la continuidad de sus aparatos de Estado (militares, jueces, policías…), preservó los intereses económicos de las grandes familias y amarró la «unidad indisoluble de la nación española».

Mientras la Constitución de 1978 esté vigente, no podrá haber cambios reales en favor de la clase trabajadoras, la juventud y las nacionalidades. Las condiciones establecidas para su reforma (Título X) son tales que hacen absolutamente imposible un reforma progresista. Solo permiten reformas reaccionarias como la del artículo 135, que PSOE-PP impusieron para fijar que el pago de la deuda pública a los banqueros fuera «prioridad absoluta» del Estado.

Y junto a la Constitución, tenemos las reglas de la UE y del Euro. Acatarlas significa que el próximo gobierno va a aplicar nuevos recortes a cuenta del déficit presupuestario, mientras se pagan íntegramente los intereses de la deuda pública. Significa entregar el gas, la electricidad, los servicios ferroviarios, correos y telecomunicaciones a las grandes empresas privadas. Significa desmontar el sistema público de pensiones y mantener y ahondar las reformas laborales. Significa millones para la banca y migajas para Dependencia, Sanidad, Educación, políticas de igualdad y medidas contra la violencia machista.

Bajo estas reglas, cualquier gobierno, incluido un gobierno del PSOE-UP, será un gobierno sometido al Ibex 35 y a los dictados de Bruselas y Berlín, un gobierno lacayo de la monarquía y defensor de la unidad de España a la fuerza.

Por eso, para comenzar a solucionar los problemas son necesarias unas Cortes Constituyentes, electas en base a una ley electoral democrática, en las que la constitución monárquica deje de regir y no se reconozcan los dictados y normas de la UE, donde el pueblo tenga potestad para cambiar de raíz las reglas de juego, librarse del rey, depurar radicalmente los aparatos de estado, reconocer el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades, quebrar el poder de los grandes empresarios del Ibex y blindar «el pan, el trabajo, el techo y la igualdad». Lograrlo exigirá una enorme movilización social y una amplia organización democrática del movimiento.

Nuestra posición el 28 de Abril

Corriente Roja no vamos a presentar candidatura en estas elecciones generales. La legislación electoral, cada vez más antidemocrática, nos obliga a recoger muchos miles de avales para poder concurrir, al mismo tiempo que nos niega cobertura en los medios públicos de comunicación. En estas condiciones, hemos optado por no presentarnos.

Si lo hiciéramos, sería para defender un programa de ruptura con el régimen monárquico y con la UE y la reconstrucción del movimiento obrero frente a la burocracia sindical. No vemos ninguna candidatura con un programa así a la que llamar a votar. Sabemos que muchos compañeros/as con los que luchamos codo a codo vais a votar a la candidatura que consideráis el «mal menor», algunos con la nariz tapada. Sólo os queremos decir que, votéis lo que votéis, vamos a seguir luchando juntos y os llamamos a construir con nosotros una alternativa revolucionaria, de clase y de ruptura.