Colombia recordará el 2020 no solo por la pandemia, también por los homicidios a manos de la policía. Si los luchadores del mundo ya lamentábamos la barbaridad de 64 activistas ambientales muertos durante 2019, a esto sumamos ahora más de una docena de muertes a manos de la policía durante el mes de septiembre.

Las protestas y paros por la brutalidad policial están lejos de terminar.

El 8 de septiembre moría Javier Ordoñez a manos de dos agentes de los Comandos de Atención Inmediata (CAI), un cuerpo policial que centra su actuación en las periferias urbanas. A Javier se le ha llamado el “George Floyd colombiano”, su muerte fue similar, con dos agentes descargando todo su peso encima de él, sometiéndolo contra el suelo con rodillas y pistolas taser. Llegó prácticamente muerto al hospital con nueve fracturas en el cráneo.

La respuesta no se hizo esperar, para el día siguiente había disturbios en varias ciudades del país que enfocaban su odio en las comisarías de los CAI, más de 50 fueron vandalizadas en la primera noche. Lejos de retroceder ni de intentar conciliar, la policía se despachó a gusto con l@s manifestantes. Murieron más de diez en los primeros días de protestas y tres mujeres denuncian violaciones a manos de los CAI. Recientemente, el 24 de septiembre, una mujer moría cerca de Cali, esta vez a manos de un militar.

A Claudia López, alcaldesa de Bogotá, gobernando en la ciudad donde murió Javier y donde se han dado las luchas más intensas contra el abuso policial, sólo se le ha ocurrido contestar la situación con una “jornada de perdón y reconciliación”. El cinismo es exagerado. Nuestros herman@s colombian@s no necesitan “perdonar” a los CAI ni “reconciliarse” con los asesinos de sus vecin@s y compañer@s, necesitan que termine inmediatamente la represión y la impunidad, que se desmantelen las unidades anti-disturbios, que se juzgue a los responsables de los abusos y muertes y que se ponga fin al uso de armas de fuego y letales contra civiles.

Desde las élites del país han habido varias escenas de “lo siento mucho, no volverá a ocurrir”, intentando que estos hechos parezcan algo fuera de lo normal o simplemente un error por el que disculparse. Lo que hay, es una política represiva consciente y un revanchismo de las fuerzas represivas colombianas, pues son muchos los ejemplos donde se ha respondido las protestas por muertes con más muertes. Estas mismas élites cuentan con la complicidad de sectores reformistas, que dirigen sindicatos o que tienen alcaldías en grandes ciudades y que se han dedicado a lo que mejor saben hacer: canalizar las protestas hacia callejones sin salida o, si no pueden, desmontarlas directamente.

Los problemas no vienen de uno en uno, y este episodio de represión se suma a las penurias que sufren l@s trabajador@s y el pueblo pobre, que se han comido una auténtica reforma laboral y de pensiones durante la pandemia. El 21 de septiembre las manifestaciones recorrieron toda Colombia en el marco de un paro nacional que unificó la lucha contra la represión y contra el paquete de medidas económicas del presidente Duque.

Este paro ha de ser un punto de partida para recuperar movilizaciones como las de finales del año pasado, el gran paro nacional del 21N, con las masas en una disposición de lucha por delante de los dirigentes de los aparatos. La disposición de lucha existe hoy. Mientras las grandes centrales sindicales están llevando una política de que cada cual convoque lo suyo, en la calle la gente se está uniendo en la lucha, e incluso en Bogotá se vio como concentraciones separadas acabaron unificándose en una gran manifestación. Ahora, es necesaria una fecha próxima para un gran Paro Nacional organizado democráticamente y con una amplitud que permita unir todas las luchas.

En Colombia como en toda América y como aquí, es necesario organizarse contra los abusos policiales y los paquetes de reformas que atentan contra el nivel de vida de l@s trabajador@s y del pueblo pobre. Sin dejarnos engañar por los conciliadores ni los reformistas que redirigirán nuestras luchas a callejones sin salida.

La autodefensa, por todos los medios necesarios, contra los abusos policiales es legítima, en Colombia, Estados Unidos, aquí y en todo el planeta. Ningún ojo menos, ninguna muerte más por luchar, fuera las medidas económicas de miseria para los pobres y la clase trabajadora. Sigamos organizando nuestras luchas para enfrentar la represión. Toda la solidaridad con nuestros herman@s colombian@s en lucha.