Con esta reglas del juego, para la clase trabajadora, la juventud y las nacionalidades……votes lo que votes, no habrá cambio

Pese a dos días de sonados debates televisados entre los cuatro candidatos; a los esfuerzos denodados de la Comentocracia (el ejército de tertulianos/as), por repartir victorias y derrotas de los candidatos sin más criterio objetivo que aquel de “no dejes que la realidad te estropee una buena noticia”; y pese a una campaña que ha pasado por el mismísimo calvario, no parecen terminar de resolverse la indiferencia en unos casos o la angustia en otros, de tantas trabajadoras/es que son bombardeados una y otra vez con el dilema del “mal menor” y del “voto útil”. Una presión que se hace aún mayor ante el surgimiento de Vox y la amenaza de un pacto del llamado trío de Colón.

No hace falta extenderse sobre las barbaridades que podemos esperar de un gobierno tripartido PP-C´S-Vox. Basta oírles compitiendo en anunciar disparates mayúsculos sin la menor credibilidad. El trío de Colón ha competido entre sí como si sus tres “espadas” fueran unos de esos novelescos personajes lunáticos empeñados en la representación de la estupidez y la falsedad. Se han empeñado en intentar torcer lo que las encuestan les auguran: que el PP cae en picado mientras sus barones abandonan el barco ; que Vox sube, como lo que es, un riñón del PP; y que ni sumando a los tres llegan a los Diputados que el PP y C´S tienen hoy juntos. Su discurso solo tiene un hilo conductor, el rancio nacionalismo español, el de la España de charanga y pandereta, la del odio a los catalanes y la pasión por la disputada “clase media” y la “España profunda”.

Pedro Sánchez se presenta como “el único que puede parar a la derecha”, pero sobre él pesa el larguísimo legado de los gobiernos de su partido y su tan breve como incumplidor gobierno. Pedro Sánchez ha sido el gobierno de donde dije digo, digo Diego, como tantas veces hicieron los «socialistas». Sabe que la variante altamente probable es que tras el 28A el gobierno que surja será de coalición o tendrá que pactar y el IBEX 35 y la plana mayor de la burguesía hacen ojitos a un gobierno PSOE-C´S, por más que el acelerado Rivera diga no y como Mary Poppins  siga sacando pergaminos, fotos o tarjetas sanitarias de su bolso sin fondo.

El Gobierno Sánchez, solo con apoyos o en coalición con C´S, si bien evitaría las medidas más truculentas, mantendría intactas las reformas laborales, que prometió derogar y luego se tragó; lanzaría una nueva ofensiva contra las pensiones públicas a golpe de variantes de la “mochila austriaca” o de beneficios fiscales a las privadas; sería en esencia lo que ya es: un gobierno burgués, patronal, de los banqueros, el IBEX 35 y lacayo de UE. Sánchez se ha juramentado contra el derecho de Cataluña a decidir; ha sido, como siempre el PSOE, servil con la Iglesia, cobarde con la Memoria Histórica, cómplice de las cloacas del Estado y del recorte a las libertades democráticas. Baste recordar, su Ley de Partidos o su renuncia a derogar la Ley Mordaza. El gobierno de Sánchez sería un gobierno “solidario” que cambiaría las concertinas de Ceuta y Melilla por más vallas y más altas, mientras sostiene la Ley de Extranjería.

El cuarto en disputa, Pablo Iglesias, es posiblemente quien despierte entre muchos trabajadores/as más simpatías. Iglesias en los debates se hizo eco de reclamos que están en la calle, desde las pensiones, a la lucha contra las reformas laborales, desde la lucha de los/as taxistas contra la uberización, a la de las mujeres contra la violencia machista. Su discurso suena más próximo a los de abajo. Hasta su tono más comedido llamando maleducado e impertinente al anaranjado Repelente Niño Vicente, le canjeó a Iglesias una imagen de “gran estadista” y “hombre moderado”.

El problema es que el eje del programa de Iglesias fue la defensa de la Constitución. Iglesias ha convertido la Constitución en su programa y blandió el librito de la Constitución del 78 como si de la mismísima Biblia se tratara, al viejo estilo de Julio Anguita. Y es ahí donde Iglesias se mostró como el político que ha hecho la pirueta más grande. En apenas 4 años ha pasado de liderar la lucha contra el “bipartidismo”, de representar el grito de la calle de “PSOE-PP la misma mierda es”, a la pertinaz insistencia a Sánchez para gobernar juntos; de encabezar la lucha contra el régimen del 78, a ser el defensor más acérrimo de la Constitución del 78. Iglesias se presentó para asaltar los cielos y acabó abriéndose hueco entre la casta y reclamando sitio en el gobierno de uno de los partidos del bipartidismo.

Este viraje frenético del dirigente de Podemos es propio de un aparato electoral, lo que siempre fue Podemos, y puede que la gestualidad de «estadista» y «persona educada» canjee algunos votos, pero no deja de ser un paso más para vender al diablo el alma del 15M.

La Constitución es precisamente la ley de leyes del régimen del 78, es la que legitima la Monarquía; la unidad indisoluble de España; la preservación de las instituciones centrales del franquismo; la Ley Electoral antidemocrática; y por encima de todo el libre mercado, es decir el sistema capitalista, donde manda la banca y los especuladores. Es esa Constitución la que garantiza la sumisión a esa máquina de guerra social contra los trabajadores/as y los pueblos que es la Unión Europea, la Europa del capital. Es esa Constitución la que garantiza que sigamos pagando la deuda de banqueros y especuladores.

¿Con esos mimbres son con los que quiere Iglesias construir un gobierno que aplique medidas “progresistas”?

Iglesias cita, casi siempre a medias, los párrafos de la Constitución que hablan de trabajo, de vivienda, de sanidad y educación, de pensiones… pero por más que se empeñe ninguno de esos artículos son taxativos. Todos esos «derechos» se rigen por ese principio básico del derecho burgués: la legalización de la hipocresía. Eso que vienen a llamar el derecho positivo, en donde el reconocimiento de un derecho no implica la realización del derecho mismo. ¿Puede un trabajador/a demandar al Estado o al Gobierno de turno porque está sin trabajo?; ¿Puede un/a joven hacer lo propio porque no tiene vivienda? ¿Qué clase de ley es entonces esa Constitución que dice reconocer un derecho que no se cumple ni se puede reclamar legalmente? Y esa ley es la base del programa de Unidas-Podemos  ¿Y votar  eso es el cambio? ¿Y eso es lo radical?

No se puede hacer tortilla sin romper los huevos, y querer cambios a favor de la clase obrera, en activo, parados o pensionistas, de la juventud, de los pueblos sin tocar las vergonzosas reglas del juego de la Constitución del 78, de una Ley Electoral antidemocrática y de los dictados de la UE eso es una utopía reaccionaria. No hay cambio sin garantizar pan, trabajo, techo, igualdad y derecho a decidir y eso exige un nuevo 15 M de los trabajadores/as y el pueblo que defienda  elecciones a unas Cortes Constituyentes, electas en base a una Ley Electoral democrática, en las que la Constitución monárquica deje de regir y no se reconozcan los dictados y normas de la UE, donde el pueblo tenga potestad para cambiar de raíz las reglas de juego, librarse del rey, depurar radicalmente los aparatos de estado, reconocer el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades, quebrar el poder de los grandes empresarios del Ibex y blindar “el pan, el trabajo, el techo y la igualdad”. Lograrlo exigirá una enorme movilización social y una amplia organización democrática del movimiento. Una tarea difícil, muy difícil sin ningún género de dudas pero la resignación nunca consiguió cambios ni defendió derechos.

Este 28A, nosotros/as no votamos

Corriente Roja no hemos presentado candidatura en estas Elecciones Generales. Ante la legislación electoral cada vez más antidemocrática, el apagón mediático que la acompaña y los recursos económicos exigidos, hemos optado por no presentarnos.

Si lo hiciéramos, como si esperamos hacerlo en las Elecciones Europeas y en algún Municipio, sería para defender un programa de ruptura con el régimen monárquico y con la UE y la reconstrucción del movimiento obrero frente a la burocracia sindical.

Como hemos explicado antes, no vemos ninguna candidatura con un programa así, ni parecido, a la que llamar a votar. Sabemos que muchos compañeros/as con los que luchamos codo a codo vais a votar a la candidatura que consideráis el “mal menor”, algunos/as probablemente  con la nariz tapada.

Respetamos, como no puede ser de otra manera, esa decisión así como pedimos respeto para quienes optamos por no votar. Acusar a los que no queremos votar en esta ocasión de «permitir que venga el trifachito» es tan poco objetivo y tan poco respetuoso como acusar a los trabajadores/as que votan al PSOE de querer las reformas laborales, las pensiones de miseria y la corrupción en Andalucía.

Sólo os queremos decir que, votéis lo que votéis, vamos a seguir luchando juntos/as. En la calle y en la lucha nos seguiremos viendo y os llamamos a construir con nosotros/as un Partido que sea alternativa revolucionaria, de clase y de ruptura.