Además de por la pandemia, este 8M ha estado marcado por su criminalización. No sólo por la derecha como ya nos tienen acostumbradas, sino también por el Gobierno.En un salto de calidad para reprimir la lucha social, el delegado del gobierno prohibió las manifestaciones del 8M en Madrid con la excusa de tener una mayor incidencia de contagios. 

Ante este atropello democrático, el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Madrid dió la razón a la Delegación del Gobierno e igualmente el Pleno del Tribunal Constitucional rehusó levantar la prohibición.

Una prohibición que ha envalentonado a la derecha. El mural que homenajea a las mujeres en el barrio madrileño de Ciudad Lineal, amanecía ese mismo lunes con pintadas y tachones negros encima de la caras de las protagonistas. Pero no ha sido el único. La misma suerte han corrido más de una decena de obras reivindicativas en Madrid, Gandía o Huelva. Y en Sevilla, rompieron frente a la Diputación una pancarta feminista.

También la sede de Podemos, ubicada en el distrito de Ciudad Lineal, fue vandalizada con pintadas. En Sol, acudieron a la concentración un grupo de extrema derecha, en un intento claro de provocar y dos mujeres de este mismo grupo, increpadas por cantar «el cara el sol» sin mascarillas, terminaron agrediendo con una bolsa a una persona y con una patada a una de nuestras compañeras.
Sánchez se permitió decir este 8M que el principal adversario de las mujeres «se llama ultraderecha»
Pero es el Gobierno quien ha dejado a la deriva a las trabajadoras que perdieron el empleo en esta pandemia. A las migrantes en situación irregular o a las mujeres desahuciadas junto a sus hij@s, mientras regala ayudas multimillonarias a las multinacionales.

Es este gobierno el que sigue sin derogar las reformas laborales, responsable de nuestro paro y precariedad, sigue sin cerrar los CIES ni regularizar a las compañeras migrantes. Sigue sin garantizar Educación en igualdad ni acabar con los privilegios vergonzosos de la reaccionaria y misógina Iglesia Católica. Ni su flamante vicepresidenta ni sus varias ministras, nos están sirviendo de nada a las trabajadoras. Porque lo que define un gobierno no es la ideología ni el género de sus miembros, sino las políticas que aplican cuando llegan a él.

Es el gobierno de PSOE y Unidas Podemos, el que con sus medidas insuficientes, sus promesas incumplidas y sus vacilaciones, le abre a la ultraderecha las puertas de las instituciones. Es el gobierno el que ha prohibido el 8M en Madrid y el que con sus medidas represivas da cada vez más alas a ésta.

Como hemos dicho tantas veces, no es con discursos ni desde los sillones que vamos a combatir a la derecha, sino desde nuestros centros de estudio y trabajo y desde las calles, que es también el único lugar desde el que la clase trabajadora conquistó siempre sus derechos.

Por su parte, la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha asegurado que la prohibición de las concentraciones programadas para este 8M, son fruto de una campaña de “criminalización de la derecha al movimiento feminista». Pero también garantizó que cumpliría «al dedillo» las recomendaciones sanitarias y no acudiría a las movilizaciones del 8 de marzo. Mismos argumentos y de nuevo un esquizofrénico intento por parte de UP, de desvincularse de las decisiones del gobierno del que hace más de un año forman parte.
¡Menos multitudinario pero no menos combativo!
Este fue también un 8M menos multitudinario que otros años, por las necesarias restricciones a causa de la pandemia y por la prohibición del gobierno en Madrid, que fue acatada por muchas organizaciones feministas. Pero fue igualmente un 8M de clase y combativo en el que las trabajadoras salimos a pelear por nuestros derechos, codo a codo con nuestros compañeros, desde las organizaciones de clase.

Un 8M que tuvo como protagonistas indiscutibles a las trabajadoras de servicios esenciales y en especial, a aquellas que en esta pandemia han estado y siguen estando en primera línea contra la Covid. En el Estado español y en todo el mundo, este 8M estuvimos con las trabajadoras sanitarias y de los cuidados al frente, para exigir vacunas para todas y todos y más medidas sociales y sanitarias para combatir esta crisis y esta pandemia terrible. En defensa de una Educación y una Sanidad 100% públicas y de calidad, que se demostró necesitamos.

Ciudades de todo el Estado se han llenado de actos y protestas, con mascarillas y manteniendo todas las distancias de seguridad. Mucho menos numerosos que otros años, pero en los que se han vuelto a escuchar consignas contra el racismo institucional y la Ley de extranjería, que condena a nuestras compañeras migrantes a la cárcel de los CIES o de la exclusión social.

Para exigir más recursos contra la violencia machista, contra la brecha salarial y en pensiones, por la derogación de la reforma laboral o para denunciar la feminización de la pobreza que se ha extendido por los barrios obreros y que las ayudas miserables de los distintos gobiernos no sirven para erradicar.

Y fue también por desgracia, un 8M dividido por una parte del feminismo, en el que desde CR y la LIT.ci en otros lugares del mundo, salimos para dejar claro que las mujeres trans son también mujeres. Quienes desde la derecha o desde la supuesta izquierda, se empeñan en dividir a la clase trabajadora con sus rancios estereotipos y prejuicios y sus ideologías, que sepan que la clase trabajadora está despertando. Está tomando conciencia de que ella es una sola. Diversa y diferente, pero igualmente oprimida y explotada y cada vez más fuerte.
Corriente Roja en el 8M
Desde CR estuvimos en las calles desde primera hora de la mañana. En Cataluña, presentes en la manifestación estudiantil de Barcelona, para exigir Educación sexual y en igualdad como asignatura curricular, más recursos en las aulas para combatir la violencia machista y fuera jueces y juezas que protejan violadores y maltratadores. Estuvimos también en la manifestación de Sabadell y Vendrell por la tarde.

En Madrid, apoyando la concentración de las 12,oo horas en la Puerta del Sol, con el SE y las compañeras de Libres y combativas y para protestar contra la prohibición del 8M en Madrid y gritar ¡basta ya de criminalizar la lucha social! También participamos por la tarde en la concentración del barrio de Ciudad Lineal convocada por la Asociación de vecin@s, en rechazo al destrozo por parte de la ultraderecha del mural en homenaje a las mujeres.

En Galicia, donde hubo concentraciones y manifestaciones en más de 30 localidades, estuvimos en A Coruña y Santiago.

En Sevilla participamos con l@s compañer@s del sindicato Co.bas, en el acto unitario de la Plataforma «La Lucha está en la Calle», que se celebró por la tarde en la Plaza del Pumarejo. Un acto que contó con el testimonio de trabajadoras del SAD o de auxiliares de enfermería.También con el de otras mujeres, cuyo trabajo fue igualmente declarado esencial en esta pandemia, como es el caso de las jornaleras o el de las Kellys. Pero que pese a los discursos de los gobiernos, un año después de esta crisis, siguen siendo igual de precarias e invisibles para aquellos.