La juventud en nuestro país se ha visto acechada por el paro y la precariedad desde hace unos años, dejándonos como una de las primeras generaciones en vivir peor que sus padres. Cuando empezábamos a pensar que no podíamos estar peor, la pandemia del coronavirus azotó en el Estado español.

Millones de personas se vieron afectadas por los ERTEs y por despidos masivos. Sin duda alguna, y viendo la tasa del 40% de parad@s de esta generación, la juventud hemos sido de los que más nos hemos visto afectad@s en el mercado laboral.

Chaval@s que este año hemos querido incorporarnos al mercado laboral, nos hemos topado con mil trabas para obtener cualquier tipo de trabajo: falta de estudios superiores, falta de experiencia; incluso para un simple puesto de reponedor en una tienda de deportes, te piden una carrera, o al menos que la estés estudiando en ese preciso momento.

Antes, hace unos 30 años, siempre conocíamos a alguien que tenía una tienda o un bar donde nos dejase trabajar; en cada barrio o pueblo periférico había varias industrias donde podías entrar a trabajar sin ningún tipo de experiencia laboral, aunque fuese para apretar tuercas. Pero hoy en día la realidad es otra, el pequeño comercio desaparece y las industrias se van al extranjero para conseguir mano de obra aun más barata y con menos derechos laborales. Nuestra economía se está centrando única y exclusivamente en el turismo y en la sociedad de consumo.

Las ofertas de empleo que te encuentras por las aplicaciones de trabajo, son completamente surrealistas, buscan gente de 20 años con 2 años de experiencia. Pero ¿cómo voy a conseguir esa experiencia si todas las empresas la requieren? ¿Cómo voy a conseguir experiencia si ninguna empresa me da mi primer empleo? Es la pescadilla que se muerde la cola.

El gobierno tampoco nos da ningún tipo de facilidad o alternativa para que no nos veamos obligad@s a tener que trabajar mientras estudiamos. Si estudias y trabajas para poder pagar un alquiler, gasolina o la comida, prepárate para alimentarte a base de comida basura, porque las becas y las ayudas no llegarán a ti aun siendo una necesidad. Si quieres una beca debes sacar las mejores notas, para ello necesitarás un espacio de estudio tranquilo, pero si te ves obligado a vivir en un piso pequeño y compartido con otras tres personas, no tendrás ese espacio, no obtendrás buenas notas, con lo que te puedes despedir de esa beca.

Por ello, l@s jóvenes nos vemos casi en la obligación de hacernos autónomos y ser explotad@s por empresas como Glovo, Delivery o UberEats, cobrando una miseria por horas y horas de trabajo, sin vacaciones ni días libres, sin derecho a baja laboral aun jugándonos la vida por llevar el pedido a su destino a tiempo. Nos intentan convencer de que de esta manera somos más independientes y podemos trabajar las horas que queramos, nos intentan pintar que somos nuestro propio jefe, pero la verdadera realidad es que somos su mano de obra barata.

Por eso debemos organizarnos, en cada barrio y en cada territorio, para exigir más trabajo y unas condiciones laborales dignas, porque no podemos permitir ser la generación del paro, la generación de la precariedad, la generación Glovo, pero más importante, no podemos permitir ser la generación sin futuro.