El próximo 29 y 30 de junio se celebrará en Madrid, la próxima Cumbre de la OTAN. Un evento en el que el Gobierno español gastará 37 millones de euros y que servirá para trazar la hoja de ruta de la Organización en los próximos años.

La invasión de Putin; responsable del fortalecimiento de la OTAN y el mejor pretexto para el rearme imperialista.

La guerra de agresión a Ucrania ha servido para dar a la OTAN -una entidad que estaba muy desprestigiada y cuestionada entre la población de varios de sus países miembros- una credibilidad social que no tenía y fortalecerla.

Putin ha dado el pretexto social para que Suecia y Finlandia, históricamente neutrales, hayan decidido unirse a la OTAN. El miedo a un ataque futuro por parte de Rusia ha derribado su tradicional postura no alineada. Si hace medio año, únicamente un 20% de la población finlandesa, (cuyo país comparte más de 1.300 kilómetros de frontera con Rusia) estaba a favor de la adhesión, hoy 3 de cada cuatro finlandeses apoya entrar en la Organización Atlántica.

En esta cumbre, EEUU volverá a pedir a sus aliados el aumento del presupuesto militar hasta el 2% del conjunto del PIB. Algo a lo que el presidente Sánchez ya se comprometió en el acto por el 40 aniversario de la entrada de España en la OTAN. Putin ha proporcionado a los países miembros, un pretexto de oro, para incrementar en miles de millones los presupuestos militares de los países imperialistas; lo que es una gran noticia para las ganancias de los fabricantes de armas https://rebelion.org/para-los-fabricantes-de-armas-la-guerra-en-ucrania-es-un-gran-negocio/

Esto ha supuesto un giro drástico de Alemania desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en su política armamentística. Berlín ha decidido un fuerte incremento de 110.000 millones de dólares (100.000 millones de euros) de su gasto militar y un aumento permanente masivo a más del 2,5% del PIB, sobrepasando a Gran Bretaña, que el año pasado fue el segundo país de la OTAN y el tercero del mundo en gasto militar. La UE por su parte, aprobó una compra conjunta de armas de 500 millones.

La invasión de Putin ha desencadenado, por tanto, una carrera armamentística general. No estamos hablando solo de Alemania, sino de toda la UE, de todas las potencias imperialistas y de China. Japón también está hablando de adquirir armas nucleares.

La OTAN no salvará a Ucrania

Las atrocidades de los rusos en Ucrania han hecho que buena parte de los pueblos de Europa crean, equivocadamente, que formando parte o fortaleciendo a la OTAN, o a sus propias fuerzas armadas nacionales, estarán más seguros. Desde 2014, con la guerra del Donbass y la ocupación de Crimea, se fue extendiendo en sectores enteros de la población ucraniana, la sensación de que Ucrania podía ser invadida por Rusia. Tras la invasión de Putin, la ubicación estratégica de Ucrania ha obligado a las potencias imperialistas agrupadas en la OTAN, a llegar más lejos de lo que quisieran y ofrecer, así sea con cuentagotas y acotado, ayuda militar a Ucrania.

Son esos hechos, el largo historial del chovinismo ruso y la genocida intervención que hoy vivimos, lo que alimenta su esperanza en una intervención “salvadora” de la OTAN o la ONU. Entendemos esas ilusiones, pero no las compartimos.

Ni siquiera el 1 % del material militar de la OTAN está siendo utilizado para ayudar a Ucrania. Que el imperialismo alemán ha decidido convertirse en una superpotencia militar, no se ha traducido en proporcionar a la resistencia ucraniana la ayuda necesaria. En realidad, pese a los discursos de apoyo de las potencias imperialistas, ningún país ha enviado todavía tanques modernos de fabricación occidental a Ucrania. Nada de aviones de combate ni misiles de largo alcance.

La OTAN, creada por las grandes potencias imperialistas en 1949, tiene un historial de agresiones militares, ocupaciones y asesinatos, que en nada tiene que envidiar al ejército de Putin. De Iraq a Afganistán, de Vietnam a Siria, los pueblos del mundo pueden atestiguar sobre tan sanguinario currículum. Podríamos preguntar a los habitantes de Srebrenica, como les «protegieron» la OTAN y la ONU, cuando después de casi tres años de asedio, un 11 de julio de 1995, el general serbio Ratko Mladic ordenó el ataque final contra 40.000 civiles de esa ciudad bosnia, zona declarada “protegida por la ONU».

Al mismo tiempo, reafirmamos nuestra exigencia a todos los países que dicen defender el derecho de los ucranianos/as a su soberanía, que envíen más armas a Ucrania sin condición alguna. Porque no se puede parar la invasión únicamente con palabras y porque el pueblo ucraniano tiene derecho a determinar su política, su economía, su cultura y su forma de vida, que han sido violentamente sacudidas.

Es necesario volver a explicar que esto, no tiene nada que ver, con apoyar la política de rearme que impulsan los gobiernos imperialistas. Son cosas distintas. Para enviar armas a Ucrania, no hace falta llevar a cabo una carrera por el aumento del presupuesto militar ni el rearme y el reforzamiento de la OTAN. Exigimos armas para la resistencia ucraniana, no para fortalecer el poder militar de los Estados imperialistas.

A tres meses de la invasión de Putin, nuestra confianza sigue puesta en la heroica resistencia de los y las trabajadoras y el pueblo ucraniano. Sólo la acción independiente de la clase obrera llevará al triunfo la guerra de liberación nacional. Esta debe tomar en sus propias manos las tareas de defensa y la victoria sobre los ocupantes, organizarse independientemente y avanzar hacia el establecimiento de su propio gobierno de los trabajadores y el pueblo explotado.

¿Qué hay detrás del rearme imperialista y de los planes de la OTAN?

Los verdaderos objetivos de la OTAN nunca fueron otros que defender los intereses imperialistas de los estados miembros en sus respectivas zonas de influencia. La OTAN nunca estuvo al servicio de la paz sino de proteger los intereses geoestratégicos de sus respectivas burguesías. Es a este objetivo a lo que responde el anuncio de Sánchez y la ministra de Defensa Margarita Robles, de plantear en la cumbre un refuerzo y despliegue de la OTAN en su flanco sur frente a África.

La guerra ha agravado la crisis económica del capitalismo y como parte de esta crisis, la disputa feroz interimperialista por el control de los recursos que ya existía.

Pese a la aparente unidad de la OTAN, Alemania que depende del gas y el petróleo ruso, se rearma en alianza con el imperialismo francés y arrastrando a la UE detrás de ellos para tratar de ubicarse de forma independiente frente a China y EE. UU. y jugar su propio papel imperialista en el conflicto entre ambos.

La actuación de los países imperialistas y de la OTAN, dejan muy claro, que no pretenden destruir a Putin, sino pararle los pies en su intento de buscar un mayor control de la producción, la distribución y la comercialización del gas y el petróleo. En ese marco, el envío de armamento a cuentagotas, poco y malo, no es para que Ucrania gane la guerra sino para forzar a Zelensky a llevar a cabo una salida negociada.

La clase trabajadora y los pueblos del mundo, no estamos más seguros y protegidos sino más amenazados, por esta alianza militar. El rearme militar supondrá además un mayor endeudamiento de los países que se traducirá en más recortes sociales y miseria para la población.

Por eso en ocasión de esta Cumbre, ¡seguimos exigiendo la reducción drástica de los gastos militares, el desarme nuclear y la destrucción de las armas de destrucción masiva¡, ¡Disolución de la OTAN y de todas las alianzas y pactos militares y el desmantelamiento de sus bases militares en el exterior! ¡Alto a las intervenciones imperialistas en el extranjero!

Igualmente, estamos por la disolución de los ejércitos profesionales y su sustitución por un ejército basado en el principio del pueblo en armas.