El 8M involucra a la juventud estudiantil en la lucha por los derechos de las mujeres y el colectivo LGTBI, afectado directamente por la ideología machista.

Esta lucha por nuestros derechos se ve ligada a la lucha por la defensa de la Educación Pública pues es en este espacio donde desarrollamos gran parte de nuestra vida social y donde construimos nuestra proyección laboral. El 8M tenemos motivos de sobra para vaciar las aulas y salir a la calle con reivindicaciones estudiantiles que conciernen al estudiantado más oprimido, como el LGTBI.

Gracias a los acuerdos de la Santa Sede de 1979, la religión católica está presente en todos los centros públicos, otorgándole a la Iglesia un espacio en el que imponer sus visiones machistas y LGTBIfóbicas sobre la sexualidad y el género. El 8M debemos exigir la laicidad de la educación para protegernos de los prejuicios divulgados y perpetuados por el catolicismo.

Pero no sólo los acuerdos de la Santa Sede imponen el ideario católico en nuestras aulas, la última reforma educativa en educación secundaria (la LOMCE), además de hacer la asignatura de religión católica puntuable en el expediente, despoja de recursos a los centros públicos, cediendo espacio a la educación concertada, regentada en su mayoría por la Iglesia. Además, esta ley no sólo cede espacio a la educación concertada, si no que la promueve directamente mediante financiación (el 70% de los recursos de la educación concertada son públicos) incluso subvencionando a centros que segregan a sus alumnos por sexo, imponiendo al estudiantado estereotipos machistas con respecto al género.

También debemos salir a la calle para exigir más recursos en Educación. Los recortes sistemáticos que venimos sufriendo imposibilitan la implantación de una educación sexo-afectiva en valores de igualdad que forme y sensibilice a alumnos y profesores sobre nuestras realidades como estudiantes LGTBI. Es en los centros de estudio donde iniciamos nuestro desarrollo social y donde pasamos gran parte de nuestro día. Es imprescindible que allá donde estudiamos existan recursos para combatir el machismo y la LGTBIfobia pues es un derecho del estudiantado LGTBI disponer de una educación pública en la que pueda desarrollar sus capacidades sociales e intelectuales sin las trabas de la opresión.

Varios estudios de investigación sobre la situación del colectivo LGTBI en las aulas nos constatan que más del 50% del alumnado que se declara LGTBI ha sufrido acoso escolar de algún tipo. Las cifras que arroja el profesorado de secundaria entrevistado son alarmantes: entre un 40% y 60% afirma percibir de forma cotidiana amenazas, exclusión y burlas hacia el colectivo y un 20% respondió que las agresiones físicas también se dan regularmente hacia el colectivo.

Pero no sólo son los propios alumnos los que discriminan, un 27% del alumnado LGTBI encuestado reconoce haber sido tratado con desaprobación por parte del profesorado.

A pie de calle los datos siguen siendo desalentadores, más teniendo en cuenta que el 80% de las agresiones LGTBIfóbicas no se denuncian: el 43% de las denuncias por agresión en Catalunya durante el 2018 se debieron a agresiones LGTBIfóbicas y en la ciudad de Madrid se registraron 300 denuncias de este tipo.

Ante estas cifras resulta urgente la implantación de protocolos contra la violencia LGTBIfóbica en los centros de estudio y formación tanto a alumnos como profesores para sensibilizar y combatir la opresión a nuestro colectivo. Para esto necesitamos más inversión en Educación: sólo desde 2010 la educación pública ha perdido 2.600 millones de euros en recortes.

Debemos luchar por una Educación Pública que cuente con recursos para combatir nuestra opresión. Si nuestros centros de estudios no son espacios seguros y no cuentan con recursos para nuestra formación las trabas que encontremos en las aulas se multiplicarán de cara al mercado laboral, perpetuando la discriminación y precarización del colectivo.

Por todas estas razones, las y los estudiantes del colectivo LGTBI debemos salir a luchar este 8M, no sólo para defender nuestros derechos como mujeres y estudiantes, sino para que no se vulneren los derechos de los sectores más oprimidos de la sociedad, como el LGTBI, afectado también por la ideología machista, pues somos los más perjudicados y desprotegidos ante los recortes y medidas de austeridad de los gobiernos.

¡Recursos para el combate al machismo y la LGTBIfobia en las aulas! ¡Protocolos contra la violencia machista y LGTBIfóbica!

¡Fuera la Iglesia de nuestras aulas! ¡Ni un euro público a la concertada!

¡Presupuesto para formación afectivo-sexual en valores de igualdad!

¡Por una Educación Pública en la que podamos sentirnos seguras/os!