Reproducimos extractado el artículo de Érika Adreassy, de la secretaría de mujeres del PSTU de Brasil.

La muerte de Maradona, el pasado 25 de noviembre, sacudió no solamente a los hinchas de fútbol, sino que repercutió en el mundo entero, causando conmoción dentro y fuera del mundo deportivo. Genial en el campo, considerado uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos y extremadamente carismático, Maradona fue mucho más que un ídolo del deporte. 

Polémico e irreverente, nunca tuvo miedo de posicionarse políticamente. Tampoco se olvidó de su origen humilde. A lo largo de su trayectoria, defendió causas sociales y posiciones anti-imperialistas, y usó su prestigio internacional para apoyar movilizaciones y luchas como la causa del pueblo palestino, la lucha contra el ALCA o la legalización del aborto.

Pese a sus confusiones políticas, declaró que era completamente izquierdista: “de pié, de fé y de corazón”. Pero muy diferente al Ché Guevara, combatiente del socialismo que tenía tatuado en el cuerpo, es el significado del castro-chavismo que él apoyaba; defensores de dictaduras capitalistas disfrazadas bajo términos socialistas. 

Pero no sólo de gloria y carisma vivió el ídolo. Fuera de los campos, su vida fue marcada también por excesos y situaciones lamentables. El ex-jugador argentino tenía una historia de machismo y violencia contra las mujeres que no puede ser minimizada. Entre sus idas y venidas a clínicas por cuenta de su conocida adicción al alcohol y la cocaína, Maradona ocupó espacio en los medios por romances perturbadores, disputas legales con sus ex-compañeras, acusaciones de agresión e hij@s a quienes se negó a reconocer.

Machismo y violencia

En 2014, circuló en internet un vídeo de Maradona agrediendo a su entonces novia, Rocío Oliva. En la grabación, el ex-crack, visiblemente borracho, se levanta del sofá y se enfada al ver a su compañera usando su móvil. “¿Continúas mirando mi móvil?” repite Maradona, antes de descargar dos golpes contra Rocío. A pesar de la escena, el ex-jugador insistió en decir que no la agredió. “Sí, tiré el teléfono, pero juro que nunca levanté la mano a una mujer”, dijo en la época. En 2017, otra pelea de la pareja volvió a tornarse pública, cuando empleados de un hotel madrileño, donde ambos estaban hospedados, llamaron a la policía por denuncias de agresión.

Su ex-mujer y madre de sus hijas, Claudia Villafañe, también mencionó la violencia psicológica de Maradona durante el matrimonio, cuando todavía justificaba todas las actitudes y actos de infidelidad del crack, y alegó que las acusaciones recientes de desvío de dinero y robo de objetos, de lo cual fue declarada inocente por la justicia, habrían sido motivados por los celos y la persecución de Maradona, que comenzó después de que viera las fotos del entonces compañero de Claudia con su nieto en las redes sociales.

Maradona y Claudia vivieron juntos durante 13 años, hasta 1998, cuando ella pidió el divorcio y la custodia de las hijas. Años más tarde, en 2015, él la acusó de robo, fraude y malversación de fondos, porque en 2003 Claudia ganó el derecho de administrar bienes del jugador, como forma de garantizar la herencia de las hijas. El crack también cuestionó en la justicia la división de bienes tras la separación.

En un proceso civil por daños morales, en 2018, Claudia dijo que hacía tiempo que su familia asiste “con un dolor tremendo a un espectáculo mediático que no podemos creer: el de su madre expuesta a mofa, descalificación, difamación, humillación, insulto; y nada menos que por su propio padre”.

Maradona no pasó por alto que sus hijas se posicionaran en defensa de su madre. En 2018 él las incluyó en un proceso por robo impulsado contra Claudia, acusándola de influenciarlas. Más tarde, él también amenazó con desheredarlas por haber criticado su estado de salud.

Relaciones con menores

En marzo del año pasado, fotos donde aparecía abrazado a dos chicas desnudas, aparentemente menores de edad, aparecieron en internet. Su abogado, Matías Morla, lo defendió argumentando que se trataba de fotos antiguas de sus viajes a Cuba.

Su relación con Natalia Garat, que tendría como resultado el nacimiento en 2003 de Santiago Lara (el caso sigue en la justicia, pero antes de morir Maradona ya había coincidencia en el test de ADN), tampoco pasó desapercibido. Natalia murió en 2006 de cáncer, a los 23 años, cuando Santiago tenía sólo 3 años, pero según el abogado del niño, cuando Maradona y ella se empezaron a relacionar, ella tenía menos de 18 años.

Las relaciones del ex-campeón con mujeres mucho más jóvenes que él, no eran novedad. Verónica Ojeda, madre de su hijo Diego Fernando, es 20 años más joven que el ex-jugador. Su novia Rocío Oliva, 30 años más joven.

Paternidad irresponsable

La irresponsabilidad reproductiva es otra parte del vergonzoso historial machista de Maradona. El crack deja cinco hijos legalmente reconocidos. Dalma, Giannina, Diego Junior, Jana y Diego Fernando; dos de los cuales tuvieron que afrontar procesos judiciales para que él asumiera que era el padre biológico. Además de eso, se tramitan en la justicia otros seis pedidos de reconocimiento de paternidad a Maradona: los cubanos Javielito, Lu, Johanna y Harold, y los argentinos Santiago Lara y Magalí Gil, todos con edades entre los 19 y 24 años.

El hijo mayor, Diego Junior, tenía 29 años cuando fue reconocido. Maradona llegó a declarar que aunque la justicia lo hubiera obligado a cumplir sus obligaciones de padre, no podría obligarlo a querer al hijo italiano, fruto de una relación extramatrimonial con Cristina Sinagra. Él reiteró que “aceptar no es reconocer”, y que “las únicas hijas que tenía eran Dalma y Giannina”, de su matrimonio con Claudia Villafañe.

Lo mismo ocurrió con Jana, cuya madre es la argentina Valeria Sabalain. Nacida en 1996, fue reconocida sólo en 2013, nuevamente después de una larga disputa en los tribunales. En cuanto a “Dieguito” Fernando, el hijo más joven que él reconoció en Emiratos Árabes Unidos en el momento de su nacimiento, a pesar de tener desde el primer minuto el apellido del padre, debido a la relación problemática entre Maradona y su ex compañera Mónica Ojeda, el niño pasó varios años sin tener una relación próxima con el ex-campeón del mundo de 1986.

¿Digno de homenaje?

Algunos sectores cuestionan si ante su vida, marcada por episodios de machismo y episodios de violencia, por la irresponsabilidad frente a los hij@s “ilegítimos”, Maradona merecería nuestro homenaje como genio e ídolo del fútbol, con el cual se emocionan millones en todo el mundo, especialmente pobres y trabajadores.

Nuestra opinión es que, así como no juzgamos la obra por su autor, la parte por el todo ni el todo por la parte, en el caso de Maradona, si bien es digno de admiración y respeto por su genialidad como atleta, que tanta alegría y encanto nos trajo, o por su posicionamiento político en defensa indiscutida de luchas sociales, sus actitudes machistas y su conducta frente a las mujeres y los hij@s no pueden ser simplemente olvidados, sino vehemente condenadas.

Incluso, para combatir contundentemente su lado odioso y reprobable, no necesitamos y no debemos desconocer y dejar de reconocer el lado que realmente emociona a multitudes, especialmente jóvenes pobres, en todo el planeta.

Ídolos como Maradona y tantos otros tienen una responsabilidad mucho mayor por su conducta, pues ellas reverberan en toda la sociedad, para bien y para mal. Cuando un artista famoso o un astro del deporte se posiciona públicamente sobre determinada cuestión, su voz sirve de amplificador, y lo mismo ocurre con el silencio cómplice que a veces habla por sí solo. Pero sus actos no son menos importantes, así como un puño cerrado en un pódium olímpico tiene un simbolismo y significado que ninguna palabra puede describir, una actitud machista o un comportamiento racista y/o homófobo tienen la misma relevancia.

El machismo contra sus compañeras o la irresponsabilidad frente a los hij@s por parte de un hombre público como Diego Maradona no son sólo “errores y prácticas de un ser humano”, sino que tienen consecuencias que extrapolan su voluntad. Minimizar esos comportamientos o justificarlos bajo la alegación de que no han sido tan importantes en relación a lo que él representó para el pueblo, es naturalizar la opresión y la violencia contra las mujeres contra la cual tanto luchamos.

Hacer hij@s y sólo reconocerlos después de años de batallas judiciales y los escándalos mediáticos no pueden ser considerados simples detalles. Cuando recientemente, la buena relación del jugador con sus hij@s Diego Junior y Jana se estableció y pasó a ser celebrada, las personas se olvidaron de los años en los que él los mantenía a la sombra, mientras paseaba por todas partes con Dalma y Giannina, sus hijas “legítimas”, en una reproducción del machismo naturalizado que clasifica a l@s hij@s de acuerdo a la posición de la mujer con respecto al hombre, “esposa” o “amante”. Tampoco se acuerdan de la lucha de sus madres, que tuvieron que cuidar completamente de sus hij@s mientras él disfrutaba la vida.

Cuestionar a Maradona por sus actitudes machistas, por tanto, no es negar sus otros méritos, sino apuntar sus contradicciones y alertar a los que lo tienen como ídolo de que sus conductas frente a sus mujeres e hij@s no debe servir de ejemplo para nadie, sobre todo, para los hombres de la clase trabajadora.