«Aquí no pasa nada», se titulaba una obra de teatro de Darío Fo

Un general retirado que encabezó una carta al rey de 73 mandos en la reserva contra el gobierno que consideran «social comunista» (¡vaya «social comunistas bolivarianos» que dan asilo a un opositor de extrema derecha venezolano!), plantea que para resolver los problemas del Estado Español, «hay que repetir la historia» y fusilar a 26 millones de «hijos de puta».

El Rey como jefe del todos los ejércitos todavía no ha dicho esta boca es mía, el gobierno a otra, puesto que no ha adoptado ninguna medida contra esos militares retirados, y la oposición de extrema derecha o en silencio (PP y Cs), o reivindicando la carta y a sus autores (Vox).

Muchos pueden pensar que es un exabrupto de unos militares jubilados que no tienen otra cosa que hacer; en vez de ver obras en construcción, como todos los jubilados, y cómo la pandemia nos tiene en casa, se dedican a escribir cartas al rey y a lanzar amenazas contra la mitad de la población española.

Pues va a ser que no. Estos generales y oficiales no hace mucho tiempo, tenían bajo su mando unidades militares, y lo que es obvio es que ese golpismo incipiente no surgió tras su jubilación… lo eran ya cuando mandaban sobre esas unidades. ¿No será que están hablando en nombre de otros, todavía en activo, que piensan lo mismo, pero no lo dicen, como ellos no lo dijeron en los años que también estuvieron en activo? La sospecha es más que obvia.

Porque hay otra pregunta, más grave todavía: ¿cómo es posible que en un ejército de un régimen democrático decenas de altos mandos no sólo añoran el pasado, sino que deseen repetirlo? ¿Será que las bases democráticas de ese régimen en realidad son muy débiles, y están bajo vigilancia de los nostálgicos del pasado?

«La guerra es la política por otros medios», y el ejército es la institución del Estado diseñado para hacer la guerra; por lo que lo que digan militares son una indicación de cuáles son sus inclinaciones políticas.

No vamos a adular ningún régimen occidental, pues todos ellos son burgueses e imperialistas; pero habría que ver la reacción de algunos ejércitos de otros estados europeos. Sería interesante ver qué pasaría en Alemania o Italia si 73 militares enviaran una carta al Presidente Federal en el tono de la dirigida al rey, y que en un chat de altos mandos se dijera que «hay que repetir la historia» nazi / fascista, fusilando a la mitad de la población. Sería inaudito.

Mientras, aquí la población sigue como si no fuera con ella la amenaza de gente armada. Porque hay que señalar que en un momento del chat se habla de utilizar la violencia «legal o ilegal» contra el independentismo catalán. ¿Remember los GAL?

La tragedia del Estado Español es que la conquista de la democracia fue a medias, como todo por aquí; se basó en un pacto entre las fuerzas de la clase obrera y los pueblos con el aparato de Estado franquista, donde este aparato conservó toda la parafernalia de la guerra civil y se convirtió, en los hechos, en el administrador de esa democracia. El rechazo profundo de las fuerzas políticas de la derecha a levantar los 120.000 cadáveres que todavía se esparcen por todo el territorio estatal es el símbolo de su «victoria».

Las libertades fueron conquistadas con «la sangre, el sudor y lágrimas» de cientos de miles de antifranquistas, asesinad@s, pasead@s, detenid@s, torturad@s y encarcelad@s; pero el pacto, la gran canallada de ese pacto, fue que se cimentó no sólo en olvido y perdón de los jerarcas franquistas (Ley de Amnistía / punto final), sino, sobre todo, el endulzamiento de lo que la segunda gran dictadura fascista (ONU dixit), tras la Alemania Nazi. La Italia de Mussolini no se acercó ni de lejos a la brutalidad del franquismo.

Este endulzamiento de la dictadura y mentira de cómo se conquistaron esas libertades -presentadas como una «concesión» del régimen franquista y el rey «emérito»- ante la población, especialmente la más joven, es la que permite que hoy unos militares se atrevan a hablar de un verdadero genocidio, de fusilar a 26 millones, de «volver al pasado», y la población no salga masivamente a la calle para exigir, de entrada, la inmediata depuración de todo esos cargos, quitándoles todos sus privilegios y pensiones.

La defensa de las libertades democráticas es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos, no ya de los que las odian, sino de los que desde el gobierno no adoptan las medidas para protegerlas de unos militares; que si por ellos fuera,  resolverían la crisis fusilando a 26 millones. No se puede hacer como el avestruz, esconder la cabeza ante un ataque a las libertades como el que supondría una «vuelta al pasado».