El triunfo del PP de Ayuso ha sido tan incuestionable como previsible para quien quisiera ir más allá de tópicos y eslóganes vacíos. Dijimos antes de las elecciones «No es «la gente», son las clases sociales» y no se puede explicar el fenómeno Ayuso y su victoria sin la base social y clientelar que ha ido convirtiendo Madrid en un feudo electoral de la derecha, sin el descontento social con las erráticas políticas ante la pandemia y la creciente bronca contra el gobierno de Pedro Sánchez.

Ayuso es la presidenta de un gobierno burgués decadente y dependiente de la inversión especulativa, el turismo y las migajas de «Europa« y sobre esa base material y ese modelo productivo, de un Madrid de bares, hoteles, comercios y aparato administrativo del Estado, es sobre el que reina la faraona de la libertad. Sí, la libertad de horarios comerciales, de bares abiertos a todas horas, de invasión de terrazas en las calles; de libertad empresarial para respetar o no los escasos derechos laborales. Esa es la base social de este gobierno reaccionario al que no le faltan los apoyos de militares, funcionarios de raigambre, policías, profesionales acomodados o lúmpenes. Incluso en esta ocasión arrastró a un sector de l@s trabajador@s del comercio o la hostelería.

Los discursos de Ayuso no han tenido antes, durante y después de la campaña otros destinatarios que esa base social trabajada durante décadas de gobiernos mayoritarios del PP que ahora se disputa con VOX, fanatizada a golpe de eslóganes multiusos. Esa pequeña burguesía sacudida por la crisis, que encuentra en la xenofobia y el racismo la explicación de sus desgracias, que quiere salvarse pisando las cabezas de los que están por debajo y se envuelve en la monárquica bandera de España.
A esa base social, Ayuso le añade una Ley electoral heredada del franquismo, unos medios de comunicación monopolizados por las grandes empresas de la comunicación y una oposición que ha brillado por su ausencia primero y se ha presentado como los cónsules del gobierno de Pedro Sánchez queriendo repetir en Madrid lo mismo que éste en todo el Estado. ¿Es tan sorprendente entonces el resultado?
Que la realidad no te estropee un buen titular
Los de las fichas azules, como en el parchís se han comido una y quieren contarse 20. De nuevo con eslóganes multiusos los bardos de la Faraona de las tabernas prosiguen la campaña: Madrid se tiñe de azul; la derecha gana en los feudos obreros…

Los datos objetivos desmienten esas afirmaciones. En distritos obreros de Madrid como el Puente de Vallecas el “bloque de izquierdas” sigue superando con creces a los de azul y verde juntos. Lo mismo sucede en otros distritos obreros como Villaverde, Usera, Villa de Vallecas o Vicálvaro o en pueblos del cinturón industrial como Coslada, Fuenlabrada, Getafe, Leganés o Rivas Vaciamadrid.

Ahora Ayuso magnifica su triunfo, pero tiempo al tiempo para que la admiradora de Trump siga el mismo camino de su maestro. Porque lo cierto es que el PP no alcanzó a recuperar los diputados del 2011 y en muchos lugares, especialmente los barrios obreros, ni siquiera recuperar el número de votos que obtuvo entonces.
Apostaron por rescatar al PSOE… y fracasaron con él
En medio de la polarización política que se vive en todo el Estado, Ayuso movilizó a su base social, mientras la “izquierda” intentaba hacer lo propio confrontando a ésta con otro modelo: repetir en Madrid el gobierno de coalición. Lo que logró fue sumar a la canasta de Ayuso toda la creciente bronca contra el gobierno de Pedro Sánchez.

Con ese proyecto lejos de entusiasmar a lo más que se llegó es a movilizar en los barrios obreros para ir a «votar con la nariz tapada», «votar al mal menor» o «lo que sea para parar a la extrema derecha».
Ahora queda como recurso el manido y desclasado recurso de culpar a la gente. Cuando se niegan la lucha de clases, las desigualdades sociales y el carácter de clase de todo gobierno, luego no queda más remedio que culpar «a la gente» y recurrir al reaccionario dicho de que «cada pueblo tiene el gobierno que se merece».
Valga de muestra la enésima pedantería de Monedero: “Los que ganan 900€ no me parecen Einstein. Cuando tienes una conciencia falsa de la realidad y votas a tus verdugos, te estás equivocando”. ¿Y votar, en directo o en diferido, al PSOE es una conciencia verdadera, es votar a tus salvadores? .

El PSOE es un partido burgués, el de la banca y las multinacionales, el defensor de la Europa de los mercaderes, de la OTAN, el del desmantelamiento industrial, el del rescate a los bancos, el que auspició las privatizaciones de la sanidad y de la educación, de los servicios públicos, que luego el PP solo tuvo que continuar; el que prometió retirar la Reforma Laboral, la de la precarización del empleo, los salarios de miseria y los despidos, y no la derogó; el que anunció la derogación de la Ley Mordaza que ahí sigue para, entre otras, seguir metiendo raperos en la cárcel; el de las reformas de la pensiones y el Pacto de Toledo. Y todo el proyecto alternativo de la izquierda ha sido: vota al PSOE o a nosotros para gobernar con el PSOE. Esa es la oposición que ha tenido Ayuso.
Siempre es más sencillo explicar las cosas por la estupidez de los demás y llamarlos idiotas, que pararse a explicar cómo se pasa de querer asaltar los cielos, a acabar con el régimen del 78 y su Constitución, a asaltar las poltronas parlamentarias, entrar en gobiernos patronales y hacer de la Constitución del 78 su programa.
Han hecho la campaña como devotos del Gobierno de Sánchez obviando la penosa gestión de la pandemia, los despidos, ERTEs y EREs de quien gobierna hoy el país, obviando los planes que ya se están aplicando o se anuncian al dictado de la UE, su cobardía frente a las farmacéuticas para liberar las patentes y así se la han puesto a Ayuso como se las ponían a Fernando VII.

El modelo de país de Bares y Hoteles, de desindustrialización y turismo, el de las privatizaciones de los servicios públicos, no es patrimonio de Ayuso, es el mismo en el que llevan décadas instalados los gobiernos del PSOE y el PP y ahora el de coalición. Para ese modelo Ayuso se las pinta sola. De la mano del PSOE solo se puede hacer política de derechas y puestos a eso la opción en muchos casos no es otra que votar por el original o por la mala fotocopia.

No han podido entusiasmar porque no se entusiasma a base de eslóganes vacíos. Pese a la elevada participación, son los barrios obreros, los de menor renta per cápita, como Usera, Puente de Vallecas, Villaverde y Carabanchel las únicas áreas de la capital que la abstención superó el 30%. Y son en esos barrios y pueblos obreros donde el PSOE, el del Gobierno de coalición, pierde masivamente los votos, hasta algo más de 176.000.
La lucha sigue
Hoy en el mundo, como demuestra en estos días Colombia, ante la debacle de este sistema capitalista en donde las desgracias y la miseria recae siempre en l@s mism@s mientras las grandes fortunas y la burguesía aumentan sus beneficios, la creciente desconfianza de la juventud en las organizaciones tradicionales y la enorme debilidad de una opción revolucionaria con peso en la clase obrera y l@s oprimid@s, se han puesto al día las explosiones sociales.

A esa explosividad social es a lo que tienen terror Ayuso y todos los gobiernos. Como en aquella explosión social del 15M, seguiremos diciendo que la organización y la lucha es el único camino. Seguiremos luchando todos los días para construir sindicatos de clase y combativos, organizar a l@s estudiantes… y levantar una organización revolucionaria con la clase obrera y la juventud, que diga que no hay cambio sin un verdadero programa anticapitalista, socialista revolucionario, que llame a la clase obrera a combatir al sistema, al régimen monárquico y los gobiernos burgueses.
El pasado día 1 de mayo estuvimos en la calle con el sindicalismo de clase y en estos días l@s trabajador@s contratados en fraude de ley y amenazados con perder su trabajo vuelven a las calles, al igual que l@s pensionistas y l@s much@s trabajador@s que se están enfrentando a los despidos y cierres de fábricas.
Y nos tocará luchar junt@s, apoyar esas luchas GOBIERNE QUIEN GOBIERNE.