Los estudiantes universitarios, especialmente los hijos de la clase trabajadora, llevamos sufriendo las terribles consecuencias del Plan Bolonia desde hace dos largas décadas. Eso sí, el objetivo del plan se cumplió; evitar por todos los medios que la clase trabajadora pueda acceder a la educación universitaria, relegándola a un segundo plano y a empleos mucho más precarios.

Por si esto fuera poco, en Galicia, Ñuñez-Feijóo, el presidente de la Xunta lleva tramando con las entidades bancarias autóctonas, la creación de universidades privadas desde finales del año pasado. Esto fue el primer paso, tímido pero demoledor para el sistema público universitario gallego que, ya de por sí se encuentra extremadamente precarizado, sin relevos de nuevos profesores y un rectorado que por norma general no atiende las peticiones del alumnado con más necesidades.

El gobierno de Feijóo pretendía aprovechar la crisis del Covid-19 para dar un giro de tuerca más en el desmantelamiento de la pública. Así, esta semana anunció públicamente que las universidades tendrán menos de 2 años para implantar un modelo de docencia telemático. De ninguna manera se trata de una medida de seguridad sanitaria, sino de una jugada por parte de la Xunta para desmantelar completamente y de un solo golpe todo el sistema público universitario.

En el propio borrador que ofrece la Xunta apenas se concreta el altísimo presupuesto que tendría que invertir este modelo con las garantías necesarias para que los alumnos, independientemente de su situación económica, pudieran acceder en igualdad de condiciones. Por supuesto, ahí está la trampa.

La Asamblea de Investigadoras de la USC (Universidad de Santiago de Compostela) o AIC, quien fue la primera en ofrecer los datos concretos sobre este impune ataque a la educación pública en Galicia, ironiza al decir que justamente en Galicia, donde 1 de cada 3 familias no tienen acceso a internet en sus domicilios será uno de los primeros territorios en instaurar este modelo no presencial.

A dos días de la salida del borrador, el rechazo masivo de la comunidad universitaria obligó a la Xunta a retirar este primer borrador. Desde luego, no podemos más que alegrarnos de haber frenado la intentona de Feijóo. Sin embargo, no podemos relajarnos.

La única forma de retomar el curso en plenas condiciones de igualdad para todo el estudiantado pasa por un plan de rescate a la educación pública.

El movimiento estudiantil gallego, junto con el resto de la comunidad educativa de todo el estado, debemos reagrupar nuestras fuerzas y prepararnos para enfrentar los planes de ajuste que puedan derivar de la crisis del Covid-19.

¡Ni un paso más en la privatización de la universidad!

¡No al pago de la deuda pública!

¡Reversión de los recortes educativos y el plan Bolonia!

¡Universidad 100% pública y gratuita!