Sabadell es uno de los muchos municipios que este 18 de mayo no ha podido pasar a la fase 1 del desconfinamiento. A pesar de que a muchos y muchas nos hubiera gustado saltar de fase, la realidad es que hubiera sido un escándalo por la grave situación que ha vivido el municipio los últimos dos meses y el impacto devastador del COVID-19 en la ciudad.

Hasta el 6 de mayo 331 han sido las víctimas mortales en Sabadell (teniendo en cuenta, sólo, las defunciones en el hospital del Parc Taulí). El mismo 6 de mayo seguíamos teniendo ingresados en Taulí, en planta y UCI, 158 personas contagiadas de COVID-19, a pesar de que la cifra más alta de ingresos ha sido de 631 el 3 de abril. Además de la pandemia, el Estado de Alarma ha costado el trabajo a 14.700 sabadellenses a través de 2.306 Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTEs) y, la mayoría de l@s afectad@s, todavía no han cobrado la prestación de paro.

Para Corriente Roja la organización popular tendría que ser la clave para asegurar las medidas de confinamiento y desconfinamiento. Igual que se han impulsado redes de apoyo en barrios y poblaciones para asegurar que la población más vulnerable tenga el apoyo que necesita, podríamos organizar comités vecinales, rechazando los «policías de balcón», que asuma la organización de las restricciones y empiece a organizar la defensa de los derechos sociales y políticos en peligro.

Hablamos con Edgar Gandia, activista de la Red de Apoyo de Sabadell y de la Cruz Roja y miembro del Centro Social la Obrera y la PAHC.

¿Qué es la Red de Apoyo de Sabadell y por qué empezaste a participar? ¿Y en la Cruz Roja?

La Red de Apoyo nació como una iniciativa para suplir las carencias de la administración en cuanto al suministro de necesidades básicas, incluyendo mascarillas y guantes. Enseguida llegaron noticias de que no había suficientes para cubrir la demanda y era evidente que el gobierno no estaba haciendo una gestión suficientemente efectiva. Además, con el confinamiento, miles de personas mayores a quienes los hijos o las hijas les hacen la compra, tenían que ir por su propio pie sin material de prevención, o directamente no podían por ser demasiado mayores.

Yo empecé casi al principio, cuando todavía se estaban formando. Voy ofreciéndome en el edificio donde vivo para hacer las compras de la gente mayor y enseguida supe que se estaban impulsando iniciativas parecidas en otros edificios y barrios. Encontré la gente que estaba formando la Red de Apoyo e impulsamos una en mi barrio.

Después la cosa ha ido creciendo y hemos acabado haciendo incluso mascarillas para el Taulí con la ayuda de colectivos como Sabadell por la República, que llegó a repartir centenares de mascarillas y decenas de pantallas protectoras al personal del hospital, o con el Centro Social la Obrera, desde donde hacemos reparto de material escolar, ordenadores y tabletas. Al final las necesidades han crecido y se han diversificado tanto que la colaboración entre diferentes iniciativas ciudadanas se ha dado de manera natural y necesaria.

Por ejemplo, actualmente también recogemos y repartimos comida para aquellas personas a las que la administración, servicios sociales y Cruz Roja no llegan, que no son pocas. En este sentido también hemos empezado a colaborar con colectivos como Autogestión de la PAHC de Sabadell en el reparto de comida. Incluso se ha creado una Red de Apoyo contra la Violencia Machista, que durante el confinamiento ha crecido en un 80%, con la ayuda de la plataforma Recuperamos el Norte. Incluso existe una red de Asesoramiento Laboral impulsada desde el sindicado COS.

En la Cruz Roja participo desde hace menos tiempo, puesto que a pesar de que me ofrecí hace semanas, están colapsados incluso para gestionar voluntariado. Esto también es una buena señal, quiere decir que mucha gente se ha ofrecido.

Desde el inicio de la COVID-19 la Cruz Roja impulsó el plan «Cruz Roja Responde». Que pretende hacer seguimiento de cerca de 600.000 personas en estado de vulnerabilidad, ayudar en lo posible a las autoridades sanitarias y colaborar en el reparto de comida, entre otros.

En estas semanas sobre todo hemos estado recibiendo llamadas de personas en situaciones extremas que piden cualquier tipo de ayuda por pequeña que sea, personas que se encuentren en las mismas situaciones que las que atendemos en las Redes de Apoyo: gente en infra-viviendas, que no puede pagar la comida, que la han echado del trabajo, que ha sido afectada por un ERTE y todavía no ha cobrado nada, que el propietario del piso la amenaza de echarla… Desde el local de Sabadell recibimos llamadas de todo el Estado Español, donde estos días nos llegan entre 50-100 llamadas diarias, además del seguimiento de las 600.000 que ya se hace. Curiosamente (o no tanto) el lugar de donde más se reciben es des de Madrid.

En Sabadell la Cruz Roja colabora también con el Rebost Solidari y, en general, con el reparto de comida.

¿Cuál es el panorama que has visto siendo activista en la Red de Apoyo y en la Cruz Roja? ¿Cuáles son los barrios más afectados y/o que más ayuda están necesitando?

Creo que en general no se sabe ni la mitad de lo que está pasando. Los diarios alertan de la crisis en la que caeremos cuando todo esto pase sin insistir demasiado en las miles de personas que ya están pasando por esta crisis.

En el barrio de la Creu Alta el apoyo se ha limitado a repartir mascarillas y guantes y hacer la compra a gente mayor. Es un trabajo muy necesario, pero si el ayuntamiento no ha tenido en cuenta ni a la gente mayor de un barrio como la Creu Alta, imagina cómo es la situación en barrios que ya hace años que están abandonados por el ayuntamiento.

La situación aquí no tiene nada que ver con la de los barrios del Norte o del Sur, donde no solo ha golpeado más fuerte la COVID-19. En barrios como Creu Alta la gente tiene ahorros, pero en la Creu de Barberà las vecinas viven al día. Aquí la realidad es que, o han tenido que seguir trabajando y contagiándose, o han perdido el trabajo y tienen que escoger entre pagar el piso o la comida.

La Cruz Roja, a pesar de que cubre una gran demanda y hace muchísimo trabajo, está bastando colapsada, lógico con la situación que tenemos. Nos encontramos gente que necesita comer y que tarde o temprano nos la volvemos a encontrar en las Redes de Apoyo.

Lo mismo pasa con Servicios Sociales. Mucha gente acude a la Cruz Roja diciendo que desde Servicios Sociales les han dicho que vengan a pedir aquí, esto es porque trabajamos conjuntamente, pero a pesar de que la Cruz Roja da cobertura a decenas de miles de personas, y a cada vez más gente, no son pocas las que nos dicen que ya es la tercera o cuarta vez que llaman pidiendo ayuda y, después de días o semanas, nadie les ofrece ninguna solución. Igual pasa con mucha gente que no recibe ninguna ayuda porque no está empadronada. Esto Atención Ciudadana lo niega, pero es una realidad, tienen que comprobar que viven en el municipio y mientras lo hacen o no los tempos para recibir ayudas se alargan todavía más. Si no fuera así no se habría tenido que habilitar una medida como el Padrón Social, que te permite empadronarte en el contenedor de la esquina.

Hay mucha de esta gente que acaba en las Redes de Apoyo o Bancos de Alimentos porque están pasando hambre hasta que entran al circuito, y a veces pueden ser días o a veces pueden ser semanas, y Atención Ciudadana parece que esté desconectada de esta realidad. Su visión es que están atendiendo a todo el mundo, y es cierto, pero no es lo mismo atender que dar soluciones y no entro en si se culpa de una carencia de recursos, de personal, o lo que sea, es muy seguro que hacen muchísimo trabajo, pero no se puede negar esta realidad.

Aun así, cuando les hacemos conocedores de estas realidades la actitud es casi de enojo, de que estas cosas Red de Apoyo y Autogestión no las tendríamos que estar haciendo porque si no la gente se aprovechará de recibir diferentes ayudas, que todo esto tendría que estar regulado, cuando es esta regulación la que alarga tantísimo los tiempos. Es una respuesta que hace pensar que no son conscientes de la cantidad de gente que pasa hambre mientras entran o no al circuito institucional y que todo esto no lo montamos por gusto, sino porque empezamos atendiendo a una persona, después a dos, después a quince y después a doscientas, cuando la gente que lo está pasando mal se entera de que hay alguien que sí que está dando soluciones inmediatas. Es exactamente lo mismo que pasa con la gente que viene a la PAHC por temas de vivienda.

¿Cómo valoras la gestión del gobierno municipal de Sabadell? ¿Han cubierto las necesidades sociales derivadas de la crisis sanitaria y económica?

Completa y absolutamente nefasta. El gobierno del PSC se ha dedicado a hacer el paripé, a gastar miles de euros en traer el ejército, en fotos y campañas, cuando en realidad no están haciendo prácticamente nada. Su partidismo llega hasta el punto que recientemente nos hemos enterado de que, sin haber mencionado nunca las Redes de Apoyo y el trabajo de los barrios, han intentado infiltrar 4 militantes de las Juventudes del PSC en las Redes, donde somos más de 200, que se han dedicado a robar información de casos de demandas de ayuda y después han salido al Diario Sabadell como si fuera el ayuntamiento quien estuviera impulsando esto.

Desde la escuela La Románica y el SSB (Servicios Sociales Básicos) han contactado directamente con las Redes de Apoyo por qué los alumnos no tienen material para acabar el curso desde casa (ordenadores, tabletas, etc.) y el ayuntamiento no sabe nada de las 3.000 tabletas que tenía que enviar la Generalitat. También hemos tenido que impulsar una campaña de recogida para cubrir esta necesidad. En mi bloque llevo meses compartiendo wi-fi con la vecina de delante porque no tienen internet y las niñas se conectaban al wi-fi desde la escala, que es el único punto donde les llegaba.

Ya desde el principio no se cubrieron las necesidades en cuanto a materiales de protección y hoy en día seguimos siendo nosotr@s quien cubre buena parte de esta demanda. Ayer se repartieron cerca de 200 mascarillas infantiles en el barrio de Covadonga. Ahora reactivan el curso escolar y los niños y niñas no tienen material para conectarse desde casa y hacer los deberes.

Apenas ahora se activan dispositivos como el de la Feria de Sabadell, que junto con la Cruz Roja pretende establecer un centro permanente de reparto de comida que atienda cerca de 800 familias solo la primera semana, pero aquí tampoco puede acudir cualquiera, solo quién haya entrado en el circuito y pasado por todas las fases hasta llegar aquí.

Desde el ayuntamiento, todo lo que se ha propuesto es un supuesto Plan de Choque que destina un millón a emergencia social y cinco a la reactivación económica, y todo proyectado para cuando la emergencia por la COVID-19 acabe, demostrando que definitivamente dejan a la suerte de cada uno lo que nos pase durante la crisis sanitaria.

Hace poco leía una noticia donde la misma Marta Farrés decía: «el Ayuntamiento es la primera frontera, y a mí me gusta estar en primera línea». Supongo que se tiene que agradecer la sinceridad por primera vez: efectivamente, el ayuntamiento es una frontera que solo interpone trámites y burocracia a las personas más vulnerables y a menudo los retrasa tanto que o acuden a las iniciativas ciudadanas o acaban en manos de mafias. En cuanto a esto de «estar en primera línea», yo colaboro en Cruz Roja, en la Red de Apoyo de Sabadell, en la PAHC y en el Centro Social la Obrera, y todavía no he visto nunca a la alcaldesa en persona.

¿Qué papel crees que tendrían que jugar tanto el gobierno municipal como los diferentes partidos con representación en el consistorio?

El de cubrir estas carencias. Es su obligación. Gente como Marta Farrés hacen de la política un negocio, las acciones sólo se llevan a cabo si comportan beneficios, y se esconde bajo la alfombra todo aquello que pueda evidenciar la pésima gestión que están haciendo. Si buscas artículos sobre la situación en los barrios no encontrarás demasiados, incluso la distribución de los distritos se está haciendo para enmascarar datos, mezclando rentas de barrios altos con barrios pobres. Es absurdo pensar que el ayuntamiento tiene la más mínima idea de saber cuál es la realidad de la ciudad, ni tampoco que tengan intenciones.

Quizás esta entrevista es una de las pocas que explica más detenidamente la situación de Sabadell a nivel general, pero ni siquiera el Diario de Sabadell está dedicando poco más de unas líneas a hablar de esta situación, y el ayuntamiento sigue con la máxima de «Si no le hago caso, no es real».

Es significativo el caso de las personas sin techo. En Sabadell llevamos muchos años pidiendo que se habilite un albergue para más de un centenar de personas sin techo que duermen en las calles de la ciudad. No sólo no se ha hecho, sino que el único espacio parecido que existe es un «hostal» privado, es decir, un servicio externalizado, que genera muchos más gastos para la ciudad.

Si bien el ayuntamiento se ha hecho eco de haber habilitado un espacio para ellas durante el confinamiento, el hecho que lo hayan montado en un colegio es muy significativo, quiere decir que cuando todo esto acabe este espacio va fuera, y muchas personas sin techo se tendrán que buscar la vida de nuevo. Las utilizan para ganar rédito político acogiéndolas durante el confinamiento para dar la imagen de que todo va bien, y después se niegan a construir un albergue para no perder los votos del barrio donde lo emplacen.

Creo que mucha parte de la administración no conoce la realidad de las calles. No entienden que el tiempo que pasa entre que se atiende a una persona y que se le da una ayuda es tiempo que se pasa en una situación muy extrema, a menudo con niños y niñas pequeñas. Las iniciativas ciudadanas no nacen por gusto si no para cubrir una necesidad que no se está cubriendo desde la administración, y no es un cúmulo de gente marginal que se niega a acceder a los circuitos institucionales, estamos hablando de centenares de personas, cada día. Y la actitud, lejos de ser acercarse a nosotr@s y conocer estas realidades, saber qué está pasando, por qué esta gente está necesitando ser atendida por alternativas, es de decir que todo tendría que estar oficializado y que esto puede provocar que la gente reciba más de una ayuda y se aproveche. Es una actitud sumamente clasista.

Las Redes de Apoyo estamos para cubrir una necesidad inmediata, pero somos muy conscientes que el trabajo que estamos haciendo lo tendría que estar haciendo el ayuntamiento, y a través de él, proponer soluciones reales, no de la Cruz Roja. ¿Si los organismos de voluntariado están cubriendo toda la demanda social de la ciudad, para que sirve la institución? Un ayuntamiento tendría que ser mucho más que un edificio desde donde se asignan obras públicas para hinchar todavía más la burbuja especulativa.

La situación actual ha dejado patente que el sistema capitalista no funciona o, como mínimo, que solo funciona para una minoría de la población. Uno de los aspectos que ha desnudado la crisis de la COVID-19 es que la privatización y los recortes a la sanidad pública matan. ¿Cómo crees que esto se ha visto reflejado en la gestión pública-privada del *Taulí?

Creo que la mayor evidencia es el hecho que se haya tenido que montar un hospital de campaña en la pista cubierta de atletismo. El ayuntamiento lo ha vendido como una victoria, obviamente, pero es la evidencia más grande de qué el Taulí no podía garantizar una cobertura suficiente.

Pero sería un gran error pensar que esta carencia viene derivada del aumento de pacientes por la COVID-19. Con los recortes de 2011 se perdieron 58 camas y otras 150 de manera provisional y se echaron cerca de 260 trabajador@s.

Entre 2010 y 2015 se han recortado cerca de 1.170 camas en Cataluña y se echaron casi 2.000 trabajador@s. En 3 años solos se han recuperado 74 camas en todo el territorio y no se ha sabido nada de las 250 nuevas contrataciones que anunció el gobierno el 2018.

Durante el 2015, trabajador@s del hospital denunciaron que se habían cerrado plantas enteras del Taulí para derivar pacientes a las clínicas privadas, reduciendo un 12% la transferencia de pacientes hacia el SCS y el Taulí, y aumentando un 15% la de centros privados (Como la Clínica del Vallès o el Hospital General de Cataluña).

Una vez llegada la crisis de la COVID-19, todo esto se ha traducido en urgencias saturadas y en un déficit de camas de entre 700-800 respecto de la media catalana. Y nos ha dejado estampas como pacientes siendo atendidos en los pasillos, o en boxes al doble de su capacidad.

En los centros de asistencia primaria la emergencia se ha atendido con una reducción de cerca de 70 profesionales médic@s y enfermer@s, y unas condiciones gravemente precarias para el personal del hospital (todo mientras la dirección cobra cerca de 150.000 € anuales). A todo esto, se tiene que sumar que a finales de abril el número de profesionales contagiados era de 125, por si no fueran suficientes los que se han echado desde la administración.

En diez años se han recortado cerca de 800 millones de euros a la sanidad catalana, y esto quiere decir que la capacidad de gasto económico de los hospitales está muy limitada ante imprevistos como la pandemia actual.

El hospital de campaña no es resultado de una gran gestión del ayuntamiento y el gobierno, es el resultado de un hospital colapsado, con plantas enteras cerradas y con recortes de personal y a la financiación, es el resultado de unas políticas de austeridad impuestas por el BCE y muy cómodamente acogidas por los políticos españoles y catalanes, que han visto un gran negocio en los tratos con la sanidad privada.

La Red de Apoyo y la Cruz Roja aparecen ante la necesidad de cubrir las necesidades básicas de muchas familias de la ciudad. A pesar de ser imprescindibles, creemos que hay que tejer organismos unitarios y de lucha para luchar por la implementación de un plan de choque social y que esta crisis no la paguemos los de siempre. ¿Qué opinas?

Creo que es un período específicamente complicado para la reclamación de mejoras sociales. La última crisis nos dejó un recorte millonario en servicios públicos, si ésta es peor que la anterior, las medidas de austeridad irán en aumento, y no en descenso. Hará falta que la lucha en las calles sea más intensa que nunca, puesto que la lucha por parte del estado también lo será. Lo más probable es que durante los próximos meses (e incluso años) experimentemos un fortalecimiento del estado capitalista, que si no da la talla ante el poder económico, el mismo poder lo sacará a la fuerza para dejar espacio a gobiernos más autoritarios como VOX. No podemos pretender que una simple manifestación en la calle durante un rato, por muy masiva que sea, resulte en nada efectiva. Tenemos que estar preparad@s para ir más allá.

De todos modos, creo que al final cosas como el Plan de Choque son tiritas, muy necesarias, pero tiritas. No me mal interpretes, estoy a favor de cualquier lucha para la mejora de las condiciones de los trabajadores y las trabajadoras, pero creo que es fundamental que se impulsen desde una perspectiva estratégica de cambio radical. Si no es así acabamos entrando en el mismo «tira y afloja» de siempre, donde una generación, en un período, consigue unas mejoras sociales, y cuando la clase política calcula que ya se ha olvidado las va sacando despacio. El cambio es que ahora es la misma generación que ha visto la mejora la que experimenta el empeoramiento.

Mejoras sociales, sí, pero con perspectiva revolucionaria. No existe un «capitalismo benevolente» donde se puede combinar enriquecimiento sin límites y derechos sociales. El capitalismo se basa en la explotación de un@s hacia los otr@s, en que unos sean ricos a expensas de que otros no. El sistema está cogiendo cotas de acumulación que son absolutamente incompatibles con los derechos sociales y, por lo tanto, cualquier intento de mejora sin pretensión de derribar el sistema será un paso más que el estado capitalista dará hacia la extrema derecha.

Parece que ya estamos en un momento de desconfinamiento, pero todo apunta que la crisis económica se profundizará. ¿Qué crees que podemos hacer en la llamada “nueva normalidad”?

Luchar. No queda otra. La crisis que nos viene encima seguramente será mucho peor que la de 2008, y ha quedado muy claro qué clase social tuvo que pagar el pato por el capitalismo en aquel período. La COVID-19 ha acelerado una nueva crisis que ya llevaba mucho tiempo deslumbrándose, y tocará llegar hasta donde no llegamos con las protestas del 2011.

Hace falta que nos olvidemos de partidos que supuestamente surgen para canalizar la protesta ciudadana, como Podemos, que no son más que mecanismos de perpetuación del sistema, e impulsar contrapoderes que ya se están creando a raíz de fenómenos de autogestión y solidaridad como son las Redes de Apoyo o las diferentes iniciativas ciudadanas, que se dan cuenta que algo no funciona.

Nos tenemos que hacer a la idea que, si bien lo que hacemos lo tendría que estar haciendo la administración, nunca lo hará esta administración. Una clase política que sólo piensa en beneficios, y en perpetuar un sistema que crea grandes riquezas a base de generar grandes pobrezas, no puede tener interés en asegurar una cobertura social efectiva porque nunca será su prioridad.

La lucha y la protesta colectiva pueden conseguir mejoras sociales, pero del mismo modo que las Redes de Apoyo tienen que tener presente que no tendríamos porqué estar haciendo esto, que lo tendría que estar haciendo la administración, también tenemos que tener en cuenta que, si bien la lucha por las mejoras sociales es necesaria, no tenemos que olvidar que nunca conseguiremos eliminar las profundas desigualdades que fundamentan el sistema capitalista si no salimos de este sistema.

Creo que el nuevo ciclo de protestas que se pueda iniciar una vez finalizado el desconfinamiento tiene que tener muy presente esta realidad. Cada vez más gente es consciente de que el sistema que tenemos no funciona. Imaginar un modelo diferente puede dar mucho miedo, pero a medida que nos vayamos hundiendo más en las contradicciones del capitalismo más nos daremos cuenta de que la única solución posible pasa por la destrucción de éste. Es un sistema que apenas se consolidó hace 300 años y que desde entonces ha provocado más destrucción en el planeta que ningún otro, y cuanto más avanza, más desigualdades genera.

Los humanos llevamos más de 300.000 años en el mundo y tenemos sociedades complejas desde hace cerca de 6.000. Es absurdo pensar que el capitalismo es el modelo definitivo, mucho menos que es el más efectivo, y conforme más avance, más evidente se hará.

El testigo de Edgar deja patente la ineficiencia de estos gobiernos, tanto el Gobierno de la Generalitat y como el Gobierno municipal de Sabadell, que lejos de ser parte de la solución, son parte del problema, y de las consecuencias sociales de esta crisis que golpea nuestra ciudad.

Por eso, desde Corriente Roja creemos que los que más estamos pagando esta crisis, somos los que tenemos que coger el mando de la sociedad para resolver esta crisis sanitaria, convertida en una lucha de clases. Ante la situación de urgencia actual, es necesario reforzar la lucha contra los desahucios a través de la PAHC, mostrar toda la solidaridad con l@s trabajador@s del Taulí, trabajar por la construcción del sindicalismo alternativo en la ciudad, las Asociaciones de vecinos, y muchas más. Hace falta que cojamos el timón de la situación a través de la organización en aquellas entidades obreras y populares para construir un cambio real.

Además, se vuelve imprescindible unificar las luchas de los sectores que expresan las consecuencias de esta crisis. Una unidad de acción construida en torno a los movimientos y organizaciones de Sabadell, para materializar un programa conjunto real y revolucionario, que dé respuesta a las necesidades de urgencia social.

Creemos que, más que nunca, hace falta una alternativa real de los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad y dar una respuesta contundente a los ataques que vendrán por parte del Gobierno, bancos y patronal y que no dudamos que el Gobierno municipal del PSC y Podemos aplicará.