Con el 27-S a la vista, estamos viviendo un momento frenético de la vida política catalana. Un momento que nos está afectando de lleno al espacio CUP-Crida Constituent, del que Corrent Roig formamos parte.

El pasado 7 de julio Quim Arrufat intervino en el Parlamento con las siguientes palabras: «la clave del 27-S, si se quiere realmente convertir en referéndum limpio y claro, comprensible a todas luces, no pasa por acordar en dos semanas gobiernos de gestión interina de nada.(…) El 27-S se puede convocar con clave de ruptura democrática, sin partidos, cediendo el protagonismo a la gente, para contar netamente el apoyo del SI y convocar automáticamente y seguidamente elecciones constituyentes donde la CUP, obviamente, irá a confrontar proyectos de país.» Esto se instrumentaría de la siguiente manera: la lista civil independentista ganadora no elegiría presidente y al cabo de dos meses desde la primera votación fallida de investidura, el Parlament quedaría automáticamente disuelto y el president en funciones (Mas) convocaría nuevas elecciones (arte. 67.3 del Estatut).

Las declaraciones de Quim Arrufat se han convertido pronto en la gran noticia política y han descolocado a las bases de la CUP-Crida Constituent, justo en el momento en que empezaba el proceso de primarias y cuando no había habido ningún debate previo para modificar la posición de presentar candidatura propia.

No estamos ante una discusión menor. La CUP tiene una gran responsabilidad política ante las clases populares. La manera como se resuelva el actual debate será un factor relevante en el proceso político catalán y, a la vez, determinará el futuro de la CUP.

 

Renunciar a la candidatura propia sería un gravísimo error

Si la CUP acabara asumiendo la «lista civil» será un error político gravísimo. Significará, en primer lugar, renunciar a la candidatura propia basada en los siguientes compromisos:

  1. Compromiso con la ruptura del marco jurídico-político del Estado español a través de la independencia, que puede o no tomar la forma legal de la DUI, pero que en cualquier caso tiene que ser explícito.
  2. Compromiso con la apertura de un proceso constituyente unilateral de base popular que tiene que sentar las bases de la República Catalana.
  3. Compromiso con el despliegue inmediato de un plan de choque social que haga frente a la dramática situación de empobrecimiento generalizado de las clases populares (fin de los desahucios, alquiler social, renta mínima garantizada, pobreza energética, etc.) y la reversión de los recortes sociales y laborales, que necesariamente comporta el destino del dinero público: ningún pago de la deuda antes de que estén resueltas las necesidades de las clases trabajadoras.
  4. Compromiso con el despliegue del programa político de ruptura, con elementos centrales como revertir los recortes sociales y las privatizaciones que se han impuesto desde el inicio de la crisis; derogación de la reforma laboral y de las pensiones; salario y pensiones dignas; reforma fiscal; control público y democrático de los sectores estratégicos, incluyendo la nacionalización y socialización…

Asumir la «lista civil» es renunciar a una candidatura que ligue de forma inseparable la liberación social y la nacional; que deje en evidencia a los partidos “soberanistas” incapaces de romper con la legalidad española; y que haga lo mismo con aquellos que, escudados en el «Sí se puede», hablan del derecho a la autodeterminación sólo para negarlo en la práctica, mientras presentan un programa socio-económico descafeinado, adaptado a las pautas de la UE. Asumir la «lista civil» es renunciar a una candidatura que no sólo nos reforzaría entre los sectores más radicales y decididos del independentismo sino que nos permitiría identificarnos con claridad con las preocupaciones y reivindicaciones de la clase trabajadora.

 

Una «lista civil» ganadora que no rompería con la legalidad española

La justificación de la «lista civil» es la independencia. Pero la «lista civil» ni proclamaría la República catalana, ni haría ninguna declaración unilateral de independencia, ni rompería explícitamente con el marco jurídico-político español. Se limitaría a usar subterfugios legales (no investir presidente) para provocar la convocatoria de nuevas elecciones en el plazo de 3/4 meses. Todo «legal» y «pacífico», sin rupturas, como le gusta a CDC y ERC. De hecho Artur Mas, tan respetuoso de la legalidad española, ya ha salido diciendo: «¿si lo hacemos así y nos lo impugnan, que habremos hecho?»

Surgen preguntas clave: ¿si una lista mayoritaria por la independencia no es capaz de romper con la legalidad española y proclamar la República catalana, por qué lo tendría que hacer el siguiente parlamento? Otra: ¿Es posible un proceso constituyente sin romper con la legalidad española, una República catalana sin ruptura? Y las últimas: ¿qué pasaría en estos cuatro meses previos a las nuevas elecciones ? ¿Qué haría en este tiempo un gobierno en funciones en manos de Artur Mas?

 

Una lista con personajes neoliberales

Asumir la lista civil no significa únicamente renunciar a la lista propia sino pedir el voto a una lista «transversal» de notables en laque, junto a personalidades como Lluís Llach, inevitablemente se integrarán personajes del estilo de Sala Martin, Pilar Rahola o Sanchís…, neoliberales rabiosos del círculo de influencia de Mas y las patronales. Gente para la cual la independencia es cambiar la dependencia de Madrid por la de Berlín y Bruselas, con las mismas políticas contra la clase trabajadora y las clases populares. La «lista civil» no será una lista «del pueblo» y harán falta hígados para votarla.

 

«No es una lista, es un plebiscito». De verdad?

Se dice que no estaríamos ante una lista sino ante un plebiscito. Pero no es necesario que nos engañamos al solitario. No hay manera humana de separar la lista de sus componentes y cuando la gente vote lo hará con la lista muy presente.

Y no está escrito en ninguna parte que haga falta una lista civil única para contar votos. Es suficiente contar los votos de las candidaturas por la independencia. Alguien duda que los votos de una lista CUP-Crida Constituent son votos por la República catalana, por la independencia?

El mejor regalo que podría esperar «Catalunya en Comú»

Se ha dicho también que una de las virtudes de la lista civil independentista es que pondría contra las cuerdas a la candidatura «Catalunya en Comú» (Podemos, ICV-EUiA y parte de Proceso Constituent). Pero hace falta fe para creer esto. Todo el mundo sabemos que el apoyo de la CUP a la «lista civil» sería el mejor regalo que estas fuerzas nunca podrían imaginar: entregarles gratis la bandera del cambio social.

No podemos ceder a las presiones de las clases burguesas

Asumir la lista civil y renunciar a la lista propia significa ceder a las presiones de la llamada sociedad civil, que representa los intereses de las clases medias y burguesas catalanas. Y significa también ceder a otros el terreno de las clases trabajadoras. Quizás haciendo esto la CUP podría ganar más prestigio y un rincón en el corazón de las clases medias independentistas pero a expensas de convertirse en un elemento legitimador de una política ajena y de anularse cómo alternativa para el futuro. Una cosa es hacer unidad de acción con la derecha o el centro-izquierda independentista en todo aquello que efectivamente ayude al proceso hacia la República catalana y otra es hacer un «frente nacional» que lleve a la CUP a la ruina.

No sabemos qué pasará al final, puesto que incluso la propia convocatoria del 27-S está en el aire, según ha amenazado el presidente Mas. En cualquier caso, la CUP-Crida Constituent tiene que rechazar con claridad la propuesta de lista civil y afirmar la candidatura propia. Hay mucho en juego.