En toda Europa, el terrible impacto de la segunda ola aceleró los planes de vacunación. Reino Unido ha sido el primer país en implementarla y para acabar con las reticencias de la población, la primera candidata, fue una nonagenaria.

En el Estado Español, el gobierno pondrá en marcha un plan de vacunación estatal, por el que, según el ministro de Sanidad, «probablemente al final del próximo verano, estará vacunado el 70% de la población», siguiendo unos criterios de prioridad. Para ello se anunciaron 13.000 puntos de vacunación, que «coinciden» con los centros de salud y dispensarios públicos que hay en concreto 13.122.

Aunque Sanidad asegura que «tenemos razones reales para confiar en la capacidad de nuestro sistema sanitario para realizar la vacunación», la Atención Primaria que tendrá que seguir llevando a cabo los diagnósticos de Covid, así como los rastreos, sigue saturada. Además de planificación y de que se acabe con los contratos precarios que son la norma, los sanitarios reclaman refuerzos técnicos y de personal, sobre todo de enfermería, para acometer un plan de vacunación estatal de esas características e inédito en nuestro país.

¡Un inmenso negocio y un sálvese quien pueda!

Desde Corriente Roja pensamos que la vacuna es un gran avance porque como hemos dicho muchas veces, es la clase trabajadora y el pueblo pobre quien más sufre con la pandemia, se contagia y muere. En este contexto de persistencia de la pandemia, incluso una vacuna de efectividad parcial es mejor que ninguna.

Pero eso no nos impide denunciar que la carrera contra la vacuna se convirtió en primer lugar en un inmenso negocio, después que una montaña de dinero público fue transferida desde los gobiernos, a los laboratorios y empresas farmacéuticas para la investigación y compra de las mismas. Según algunos analistas, los nueve mayores fabricantes de las vacunas más avanzadas y con más peso en el negocio en Europa y EE. UU., lograrán unos beneficios en los próximos dos años, de al menos 48.000 millones de dólares

Y mientras los países ricos, con el 13% de la población, han comprado de manera anticipada el 53% de las vacunas más adelantadas, los más pobres se limitan a ser espectadores. ¡Esto significa que al menos una quinta parte de la población mundial podría no tener acceso a la vacuna hasta 2022! Muchos países no pueden llegar a un acuerdo directo con farmacéuticas y carecen incluso de la infraestructura necesaria para almacenarla y asegurar su administración eficaz. Si una de las consecuencias de la gestión capitalista de la Covid-19, es el aumento brutal de la pobreza y desigualdad en todo el mundo, el desigual acceso a las vacunas deja al descubierto la brecha entre países. Europa ha adquirido unos 1.400 millones de dosis, fundamentalmente de los laboratorios Pfizzer y Moderna, de las que a nuestro país les corresponden un 10% y para las que el gobierno tiene prevista una partida de mil millones de euros.

La OMS ha puesto en marcha COVAX. Una plataforma con el objetivo de reunir 20.000 millones de dólares que permitan proporcionar unas 2.000 millones de dosis para finales de 2021, a poblaciones de alto riesgo en todo el mundo. España aporta a Covax, pero al mismo tiempo sigue en la estrategia de otros países de intentar acaparar las primeras vacunas que salgan. Algunas ONGs piden a las compañías «que abran sus registros y libros de contabilidad» y naciones como India o Sudáfrica, están intentado lograr exenciones de propiedad intelectual (no cobrar  por las patentes). Algo que los países ricos no parecen dispuestos a permitir. La historia se repite: Treinta años después, la pandemia del SIDA continúa propagándose y millones de personas siguen sin acceso a los tratamientos.

La población como conejillos de indias

Después del brote del coronavirus del SARS en 2002, ya podría existir una vacuna contra el Covid-19, desarrollada con todo rigor científico. Pero en ese momento no interesaba investigar porque sólo afectó a una parte de Asia y no daba ganancias suficientes para los grandes laboratorios. Ahora las burguesías necesitan desesperadamente una vacuna que pueda ser de aplicación masiva. En el mundo hay más de 250 proyectos de investigación de vacunas, de las que sólo 11 están en fase final.

En los próximos meses se administrarán a millones de personas sanas, dosis de estas vacunas, cuando hay detalles que desconocemos, con lo que quedaremos a merced de la “buena voluntad” de las farmacéuticas. Es por eso que algunas no están indicadas a menores, personas mayores, embarazadas o con determinadas dolencias y tratamientos. Y aunque no parece haber riesgo de efectos secundarios graves, los porcentajes de efectividad ofrecidos son en realidad estrategias de marketing. Porque no hay forma de saber su efectividad real, hasta que pasen al menos dos años. Igualmente, la vacuna se ha convertido en una importante campaña propagandística de los gobiernos, para mantener su legitimidad pese al desastre en la gestión de esta pandemia

Es por todo eso que las empresas están negociando con los gobiernos algún tipo de fórmula legal, que les exonere de responsabilidad en caso de fallos de seguridad no detectados.

Tampoco sabemos si las vacunas se administrarán en los plazos previstos, si surgen problemas de algún tipo y además las vacunaciones se harán de forma escalonada. Esto significa que millones de personas seguirán en riesgo alto de contagio y muerte. Según la OMS es necesario vacunar al menos al 70% de la población mundial, para lograr lo que se llama “inmunidad de rebaño». Pero en 2021 el objetivo es alcanzar un 20%.

Por todo ello y hasta que la pandemia se encuentre completamente bajo control, es IMPRESCINDIBLE, seguir exigiendo las medidas estructurales y de protección necesarias que nuestro gobierno y todos los gobiernos, siguen sin llevar a cabo. Porque las medidas restrictivas aisladas de una política global de combate serio a la pandemia acaban siendo estériles.
Para enfrentar la pandemia, proteger la salud y llevar a cabo un plan de vacunación efectivo, exigimos:

  1.  ¡Inversión masiva en salud pública con refuerzo técnico y de personal suficiente!
  2. ¡Vacunas gratuitas y para tod@ la población, empezando por la más vulnerable! Esto incluye inmigrantes en situación irregular, personas sin hogar aún sin tarjeta sanitaria o población penitenciaria
  3. ¡Que las empresas se hagan responsables de cualquier efecto adverso que las vacunas puedan tener, asumiendo las consecuencias que se deriven!
  4. ¡Vacuna universal y gratuita para toda la población mundial, eximiendo a los países de tener que pagar patente alguna! ¡Porque la salud no puede ser más un negocio y la prioridad es acabar con la pandemia!