La economía mundial no muestra síntomas de recuperación, y se atisban signos de una futura recesión. Los gobiernos buscan cómo rescatar a una UE que hace aguas. Y mientas debaten sobre el Brexit, irrumpen la clase trabajadora en Francia contra Macron desbordando a las burocracias sindicales y políticas.

Por el Este, en Hungría emerge la lucha obrera. La clase trabajadora expresa su hartazgo con el gobierno ultraderechista de Orbán, mostrando cuáles son los límites de estos «nuevos salvadores», que pronto evidencian la inconsistencia de su discurso de «defensa de la patria». En los hechos, Orbán, es lacayo a los dictados de las multinacionales alemanas, a través de la «Ley de la esclavitud».

En nuestro país, la coyuntura va a estar dominada por el ciclo electoral (iniciado en Andalucía) y por el juicio a los dirigentes independentistas, mientras el gobierno Sánchez trata de aprobar los Presupuestos, pugnando por atrasar la convocatoria de Elecciones Generales.

El gobierno nos quiere contentar con una promesa de nuevos Presupuestos que, a pesar de la retórica sobre su carácter social, no son sustancialmente diferentes de los de Montoro.

Como cada cuatro años, intentarán convencernos de que todo se solucionará votando. Los partidos del régimen se sumarán a esta farsa, buscando meternos en el redil electoral.

Pero al igual que en Francia o en Hungría, l@s trabajador@s vamos a tener que salir a luchar. Como los del Samur Social y Alcoa, como las mujeres, como los pensionistas, los interinos de la Administración, los taxistas… Vamos a salir a la calle para mostrar que no estamos dispuestos a tragarnos sus discursos y que sólo «la lucha paga», que un mes de movilización firme vale más que todo el teatro del «diálogo social» de la burocracia sindical y más que 8 años de ciclos electorales.

Francia es un indicador de que debemos prepararnos para cambios abruptos. Es también un punto de apoyo importante para profundizar el camino de lucha. Es un movimiento que ha creado simpatías y que, si obtiene triunfos, tonificará al conjunto del movimiento obrero europeo.

Es tarea de las organizaciones que se dicen de clase ponernos manos a la obra para crear las mejores condiciones para que estos aires de lucha que vienen desde Francia y del Este puedan desarrollarse también aquí. Para avanzar en el reagrupamiento del sindicalismo sobre nuevas bases y la construcción de un partido revolucionario que pueda comenzar a aparecer como referente.