Reproducimos a continuación la editorial publicada en nuestro Página Roja nº 70 especial de Ucrania, el cual puedes leer completo y descargar en la sección Página Roja de esta web:

Al cierre de esta edición, se cumplen 50 días de la invasión de Ucrania. A estas alturas, no es fácil saber si el gobierno ruso cambió o no sus objetivos, pero es claro que las cosas no van como planificó. Lejos de una guerra relámpago como Putin preveía, la determinación del pueblo ucraniano a no dejarse doblegar ha sido el factor clave más importante, para que la invasión se haya transformado en una guerra de resistencia o de liberación nacional.

Resulta encomiable el extraordinario heroísmo demostrado por la población, que no sólo resiste armas en mano, pese a la evidente desventaja militar, sino que lo hace con una gran movilización popular en la que personas desarmadas protestan y forman cadenas humanas para impedir el avance de los tanques rusos.  

Si en los primeros días Putin llamaba al pueblo ucraniano a derribar a Zelensky para imponer él un gobierno títere, su ofensiva militar, tras la masiva resistencia encontrada, pasó a ser de asedio y destrucción indiscriminada, buscando causar el mayor daño posible y el terror, intensificando el bombardeo de centros urbanos.  

La devastación causada es incalculable. Ciudades como Bucha, Irpin, Izyum o especialmente Mariúpol, donde se vive una catástrofe humanitaria, son hoy el símbolo de la barbarie de las tropas de Putin. Los asesinatos a sangre fría de la población, las torturas, o la violencia sexual a mujeres por las fuerzas rusas en retirada, recuerda mucho a otras actuaciones militares. Hay que recordar que son generales rusos fogueados en Siria -los mismos carniceros- que hoy dirigen la guerra en Ucrania.

La reorganización de las tropas rusas concentrándose en el este y sur de Ucrania, de Járkov a Mariúpol cercando el Donbás, mientras la población ucraniana que intenta huir es bombardeada como en Kramatorsk, recuerda también el proceder de los amigos serbios de Putin en la limpieza étnica, durante la guerra en Bosnia.

Dando sustento ideológico al genocidio y justificando la barbarie, la agencia de noticias del Kremlin (RIA-Novosti) sube “un peldaño” y llama «nazis» al pueblo ucraniano: “Una parte importante de las masas de la población, que son nazis pasivos, también son culpables… Un castigo justo para esta parte de la población sólo es posible si soporta las inevitables penalidades de una guerra justa… La desnazificación inevitablemente también será desucranización». E ahí la insultante y siniestra paradoja. En nombre del “antinazismo”, se siembra el terror indiscriminado entre la población, lo que en rigor hizo el terror nazi o fascista.

Tras 50 días de guerra, se constata también la hipocresía de EE.UU y la UE, prestos al postureo de las «condenas», pero negando las armas que tanto se necesitan. El gobierno de Polonia tiene aviones y otras armas esenciales para Ucrania, pero no las entrega sin permiso de Biden. Los gobiernos llevan a cabo pseudosanciones, pero siguen financiándo la guerra de Putin, comprándole petróleo y gas. 

Utilizan el justo rechazo a la invasión, para fortalecer sus propios aparatos militares y seguir con el pingüe negocio de sus industrias militares. Mientras, la inflación sigue desbocada y la clase trabajadora mundial pagamos los costes de esta guerra.

En medio de la guerra, la lucha de clases tampoco para. Zelensky sigue reclamando armas. Pero, como gobierno burgués que es, no toma las medidas decisivas para obligar a entregar ese armamento y lo limita para los/as trabajadores/as de la Defensa Territorial.¿Cómo obligar a los trabajadores/as armados a trabajar para la burguesía ucraniana y sus acreedores extranjeros? ¿Cómo lidiar con posibles enfrentamientos obreros después que, amparándose en la guerra, hiciese cambios antiobreros en el código laboral en interés de la burguesía? Una vez más, se evidencia que los trabajadores/as no pueden confiar más que en sus propias fuerzas auto organizándose independientemente. 

Luego de una pandemia que causó millones de muertos, conflictos sociales y militares, aumento de la crisis económica, del hambre y la miseria en gran parte del globo, esta guerra en Ucrania reafirma que estamos en la época del capitalismo decadente.

No está aún escrito su desenlace final, pero la resistencia a la invasión, la justa lucha por una Ucrania unificada libre e independiente, empujó a una guerra de liberación contra los ocupantes, cuya dinámica es cada vez más, de guerra obrera y popular.

50 días después, sirvan estas páginas para redoblar, ¡nuestro total apoyo a la resistencia obrera y popular en Ucrania!